28 de febrero de 2015

Sobre las memorias de Cáceres


Las Memorias del Mariscal Cáceres
Van a publicarse en breve en Alemania.—El prólogo de la obra

El Comandante don Julio C. Guerrero, distinguido escritor y Agregado Militar a la Legación del Perú en Alemania, escribió, bajo el dictado del Mariscal Cáceres, de quien fué secretario particular durante muchos años, las Memorias de este ilustre caudillo y va a publicarlas en breve, en Berlín, lujosamente impresas.

Como prólogo de la parte de las Memorias del Mariscal Cáceres relacionada con la guerra entre el Perú y Chile, ha escrito una carta al Comandante Guerrero nuestro Encargado de Negocios en Berlín, don José Maria Barreto, que fué durante 12 años defensor valeroso del Perú en Tacna, en donde redactaba con su hermano Federico "La Voz del Sur".

Nos es grato publicar esa carta, que sin duda será leída con interés por todos.
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Berlín, 8 de setiembre de 1924.
Señor Teniente Coronel don Julio C. Guerrero.
E. S. C.

Mi estimado Comandante: 
Devuelvo a Ud. las pruebas del libro “La Guerra entre el Perú y Chile", que Ud. ha querido, amablemente, darme a leer, antes de impreso y entregado al público. 

Los acontecimientos de nuestra última con tienda internacional armada, que todos los pe ruanos tanto conocemos y de cuyas consecuencias aún no estamos totalmente desprendidos, cobran nuevo colorido al ser relatados por el Mariscal Cáceres, en su verbo claro, sobrio y casi familiar. Ningún peruano que lea la narración que de la guerra entre el Perú y Chile hace uno de sus principales actores, dejará de experimentar interés y emoción, al mismo tiempo que un dejo de patriótica amargura. 

El Mariscal Cáceres supo y quiso en su relato, ora por discreción, ora por modestia, omitir comentarios sobre ciertos sucesos que tuvieron trascendencia culminante en nuestros desastres bélicos; pero el comentario doloroso fluirá de todo pruano que lea el libro que usted va a publicar en breve.

Este libro revela, a la vez, -sin que esa haya sido la intención del narrador- que en Cáceres tuvo el Perú durante la contienda, su primer soldado, su gran estratega, su más eficiente hombre de acción, su más convencido, tenaz y optimista defensor. Nadie como él poseyó entre nosotros tan clara visión de la guerra; ninguno más previsión y acierto en sus actos militares, antes y después de los principales acontecimientos de nuestra lucha con Chile. Si él hubiera podi do ser, desde los comienzos hasta el fin, la cabeza dirigente de nuestra improvisada defensa, otra habría sido, indudablemente, la suerte de la Patria. 

En el relato del Mariscal la participación de usted, su secretario y confidente, es considerable. Compenetrado usted del pensa miento del viejo caudillo, ha sabido seguir lo en todos sus recuerdos, presentándolos animados, precisos y sugestivos, a través de la nítida sencillez de su palabra. 

Grau y Bolognesi, héroes- mártires de la misma guerra, tienen ya los monumentos que les ha alzado el amor, la admiración y la gratitud de su pueblo. Falta levantar el tercer monumento patriótico. El dedicado a aquel puñado de hombres-niños, adoles centes y ancianos - escuálidos, hambrientos, semi-desnudos, que sin armas y sin municiones, diezmados por las enfermedades y casi deshechos por las inclemencias del clima, las privaciones y las fatigas sin tregua, cruzaban el territorio nacional por entre pantanos, pampas y cordilleras inaccesibles, cual figuras fantásticas, cual sombras de leyenda, fanatizados por el empuje, por la fe, por el coraje, por el patriotismo de un solo hombre - que parecía un vidente y un poseído — para ser para el adversario fuerte y engreído con fáciles victorias asombro, primero; pavor, en seguida; torrente y valla, después, que le mantuvo en jaque cerca de tres años. Falta levantar el monumento al Ejército de la Resistencia y al caudillo de la Breña. 

La primera piedra de ese monumento está ya puesta. Es este libro, que usted ha escrito con laboriosidad y talento, y cuya publicación, hecha con cariño filial, es a costa de esfuerzos de toda suerte. Ya que usted me ha dado la oportunidad de ser el primero que lee su interesantisimo libro, quiero ser también el primero en hacerle llegar mis felicitaciones por la labor cumplida y por el propósito próximo a realizarse. Acéptelas usted: son bien ganadas. Sabe usted, Comandante, cuánto le estimo.

J. M. BARRETO


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Revista "Variedades", Lima, 14 de febrero de 1925

Saludos
Jonatan Saona

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