28 de junio de 2024

Victoria de Sángrar

El Monumento en Sángrar y M. Vento

"La Victoria de Sángrar
Por: Ángel R. Padilla Patiño
 
Quienes en el ríspido paraje andino de Sángrar ofrendaron sus vidas en defensa de nuestra integridad territorial, fueron esforzados supervivientes de los Batallones "Canta" 1 y 2 que combatieron en San Juan y Miraflores a órdenes del Coronel Negrón. 

El Combate de Sángrar, que constituye una página brillante dentro de la infausta guerra del 79, se libró el 26 de junio de 1881. Ya no es más que un episodio ligado solo al pueblo de Canta, gestor de la hazaña, sino al país entero porque en esa puna los soldados y civiles que formaron las legiones de Cáceres, dieron a la Patria una página de triunfo.
 
Después de la ocupación de Lima por el ejército chileno, el Jefe Supremo don Nicolás de Piérola se retiró al centro del país por la quebrada de Canta. Nombró Jefe Político y Militar al entonces Coronel Don Andrés A. Cáceres, encomendándole la organización de la resistencia. En Canta, este difícil cometido recayó en la persona del Coronel Don Manuel de la Encarnación Vento y Garrido. Cuando el comando canteño se ocupaba en organizar sus efectivos, llegó una insólita nota conminatoria firmada por el Coronel Don Ambrosio Letelier y fechada el 21 de junio en Cerro de Pasco. Letelier, había ocupado Chicla, La Oroya y Cerro de Pasco con 1,392 hombres, dedicándose a imponer fuertes cupos. Precisamente, una Compañía del Regimiento "Buin" a órdenes del Capitán José Luis Araneda que recorría la zona de Casapalca, acoplando ganado, llegó la hacienda "Sángrar".

La nota conminatoria que llegó a Canta exigía la deposición de las armas y en caso contrario, la División Letelier, a su paso por Canta —tenía órdenes de regresar a Lima y la ruta de Canta era la más corta— arrasaría la ciudad y sus pueblos comarcanos. Al tenerse conocimiento de esta comunicación se convocó a un cabildo abierto entre jefes, oficiales y pueblo para resolver lo conveniente. Se decidieron dos cosas: marchar hacia la Cordillera de La Viuda para oponerse al enemigo; y, enviar una comisión al pueblo de Canchapilca en la quebrada del Chancay pidiendo refuerzos al Coronel Mariano Vargas; esta comisión integrada por 12 hombres estuvo al mando del Sargento Saturnino Patiño. (Los efectivos de Vargas demoraron su arribo a Canta por eso no actuaron en Sángrar). 

La marcha hacia la Cordillera fue fijada el día 24. La tropa expedicionaria del Batallón Canta estuvo integrada por 240 plazas a las que sumaron 60 voluntarios. Comandante en Jefe de este efectivo el Coronel Vento, ayudante secretario el Capitán Luis G. Escudero. Las dos compañías en que fue dividido el efectivo estuvieron al mando de los capitanes Carlos Zuleta y Victoriano Calderón y corno segundos jefes al Teniente Marcos Icochea y Práxedes I. Gutiérrez y el Subteniente Pedro I. Patiño. Corneta: Bernardino Igreda; Tambor: Federico Reyes. Cabe destacar, que muchos de estos esforzados jefes fueron civiles que atentaron grados episódicos y gozaron de prestigio entre sus conciudadanos.

Al llegar pueblo de Culluhuay enfermó el Capitán Zuleta, remplazándolo el Teniente Icochea. En este lugar se tuvo noticia por un vecino del pueblo de Yantaj, Gregorio Romero, de que tropas chilenas habían invadido la Hacienda "Sángrar", más al interior y en plena Cordillera (4300 metros de altura sobre el nivel del mar). El 25 pernoctó la tropa en el fundo "Capillayoc" en el que ondeaba el pabellón italiano. El 26, desde el fundo "Oxamachay", se destacó una patrulla de exploración al mando del Sub Prefecto Don Emilio Fuentes e integrada por los oficiales Andrés Hidalgo, Wenceslao Vento. José Bravo y varios individuos de tropa, quienes antes de ascender la cumbre del "Lacshihual" sorprendieron a una avanzada chilena compuesta de 19 hombres de caballería, la que abatida en el lugar llamado "Colac", donde existen gran cantidad de gigantescas piedras que sirvieron de escondite a la patrulla del Subprefecto Fuentes. Un jinete chileno pudo escapar y voltear cumbre, pero fue encontrado en el paraje "Cuevas" con una pierna fracturada, respondía al nombre de José Sepúlveda; sólo su cabalgadura llegó a "Sángrar" y fue el "centinela" del que habla el Capitán Araneda en su Parte Oficial y quien dio aviso de la presencia de tropas peruanas en las cercanías.

Pasado el mediodía, la tropa al mando de Vento descendió por el camino de "Escaparate" y acampó a orillas de la laguna de "Sángrar". En este lugar fue sugerida la idea de atacar al día siguiente, pero vibró en el espacio la enardecida y resuelta frase de Bernardino Igreda: "HOY O NUNCA" (lema esculpido en bronce en el monumento que perenniza la hazaña) contagiando de patriotismo a sus camaradas.

Son las cinco de la tarde del día 26 de junio y las gélidas punas de "Sángrar" y los helados vientos de Antajasha y del Rajuntay serán mudos testigos de un hecho de armas sin precedentes. Vento dio la orden de atacar dividiendo en tres columnas a su tropa, es decir, atacó en forma de tenaza al enemigo que se había atrincherado en las casas de la hacienda, la mayoría con techumbre de paja, en los muros del cementerio y en la capilla. Al entrar la noche el enemigo se vio obligado a abandonar sus emplazamientos y refugiarse en la Casa-hacienda.

Para reducirlo dispuso prender fuego al techo pajizo. Se logró el objetivo, pero a costa de tres preciosas vidas; la del Subteniente Juan Clímaco Falcón y los civiles Doroteo Molina y José Valdez. El humo y la oscuridad permitieron al Comandante Araneda huir hacia Casapalca siguiendo el curso del riachuelo que nace en la laguna "Sángrar"; él se había parapetado en la Casa-hacienda única que tenía techo de calamina. En el fragor del combate se registraron, también dos acciones no menos heroicas. Hermógenes Bao capturó el estandarte del enemigo, y Nazario Chamorro arrancó la oreja de un enemigo para más tarde hecha picadillo ingerirla con sus camaradas de triunfo y con sendos tragos de ron de Caudivilla.

Se había logrado una victoria al precio de la vida, la sangre y el valor que exige la defensa de la Patria, que cualidades que caracterizaron al soldado que combatió bajo la égida de quien fue sombra del sureño: Cáceres. A medianoche Vento dispuso el retorno a Canta y como testimonio irrefutable de esta página de triunfo figuraron, aparte del estandarte del "Buin" —hasta hoy patrimonio de familia—, dos prisioneros, 45 rifles '"Combler", abundante parque y cabalgaduras.
 
Por parte nuestra, además de los tres que en gesto de admirable acometividad heroica perdieron la vida, resultaron heridos el Capitán Calderón, el Subteniente Patiño y el corneta Bernardino Igreda. 

El Coronel Vento elevó el parte respectivo a su jefe inmediato el General Cáceres y el legendario guerrero consigna este significativo hecho de armas en sus Memorias. Pero, el testimonio más elocuente le encontramos en fuentes históricas chilenas. Se ocupan de este acontecimiento Don Ramón Feliú y Don Benjamín Vicuña Mackenna, sobre todo este último cuando al historiar la Guerra del Pacifico, dice: "Desde la salida de nuestras tropas de Valparaíso sobre las aliadas Perú— Bolivianas, sólo han tenido dos reveses: Tarapacá y Cuevas (refiriéndose a Sángrar)". 

El monumento que la gratitud nacional ha erigido a los Héroes de Sangrar y considerado el más alto del mundo, pues está ubicado en el mismo campo de batalla, fue financiado por las Empresas Eléctricas Asociadas y concebido por el artista Luis Cossi Salas; está hecho con roca extraída túnel de Marcapomacocha, rocas eternas como las utilizadas por los antiguos en las chulpas de los riscos de Cantamarca. Auquimarca, Cullpi, Huampón, Añay, Rupraj y Chipraj. Que el recuerdo de esta efemérides sirva de ejemplo a las actuales generaciones y si existieron sombras de infortunio en el curso de la contienda del 79, también existió un día de esplendoroso sol: el 26 de junio de 1881."


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Saludos
Jonatan Saona

1 comentario:

  1. Muchas Gracias por acercarme a un episodio de aquella triste etapa en que los pueblos de Nuestra América se debatían en guerras fratricidas. Escribo desde Cuba y aquí la historia americana se estudia muy superficialmente. Al contrario de lo que pidió nuestro Apóstol José Martí que dijo que la historia de América, de los incas para acá debía estudiarse al dedillo, aunque no se supiera la de los arcontes de Grecia. Mis respetos.

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