25 de julio de 2020

Cumpleaños de Grau

Miguel Grau Seminario
Una visita á Grau en la noche de su cumpleaños
(Por Bartolomé Mitre Vedia)

No estoy bien seguro, pero me parece que fué en una tarde del mes de Junio de 1876, que hallándome en Lima, recibí una invitación de Grau para asistir á una pequeña reunión de confianza que daba á la noche en su casa, con motivo de su cumpleaños.

Había tratado á Grau durante mis anteriores visitas á Lima, y justo apreciador de sus nobles prendas personales, entre las cuales descollaba su rectitud nunca desmentida, y su carácter estremadamente benévolo, sentía por él un sincero afecto, mezclado á la mas viva simpatía. Fué por tanto con verdadero placer que acepté la espresada invitación, y no menor la satisfacción con que estreché su mano, cuando, al presentarme en el vestíbulo de su casa, en compañía de mi esposa, salió á recibirnos con su habitual cordialidad y bondadosa sonrisa.

Apesar de que las canas habían empezado á invadir su barba y cabellos, y de que en su rostro habían dejado mas de una visible huella los afanes, los trabajos y la intemperie, adivinábase á primera vista que no podía tener mucho mas de cuarenta años, como en efecto no los tenía, según acabo de verlo por los rasgos biográficos de Grau, incluidos por Vicuña Makena, en un artículo que ha hecho mas bien á mi alma, que cuanto se ha escrito en Chile desde que estalló la abominable guerra que aun busca por entre ríos de sangre, una solución que allane por la razón de la fuerza, dificultades que pudieron y debieron allanarse por la fuerza del derecho y de la santa fraternidad americana.

Mandaba ya entónces el «Huáscar» el que tan merecida celebridad debía dar á este buque con el trascurso del tiempo, y, como era natural, no faltaba en la familiar reunión ni uno solo de los oficiales francos del monitor peruano, varios de los cuales conversaban con su jefe, en una pequeña pieza contigua al salón, cuando el azar me llevó cerca de ellos.

-¿Y qué noticias tiene Vd. de su tierra, mi amigo Mitre, me preguntó afablemente Grau, al ver que yo me disponía á alejarme de su lado, temeroso de parecer indiscreto.

-Nada de particular, me apresuré á contestar, aproximándome al grupo de oficiales.

-¿Y qué tal con los brasileros? ¿Ya no les dán trabajo?

-Parece que por ahora todo aquello está muy tranquilo.

-¡Hum, malos vecinos son esos! agregó en tono jovial Grau.- Yo en lugar del Gobierno Argentino, tendría el ojo muy alerta con ellos, y cuidaría de que no pudiesen nunca tomarme desprevenido.

-En cuanto á eso, creo que no hay porque tener cuidado repliqué. No sería la primera vez que nos encontrábamos con esos señores.

-Si, todo está muy bueno por tierra, ¿pero por agua?

-¡Ah, lo que es en eso, no puede negarse que el Imperio nos lleva inmensa ventaja, pero ya nos arreglaremos, para que no nos corran así no mas á dos tirones y en último caso les pediremos prestados á ustedes el « Huáscar » y algún otro buquecito que no les haga falta por el momento!

Grau se sonrió de una manera especial al oir esta respuesta mía, dada, como se comprenderá fácilmente, en tono de broma, y señalando á sus oficiales con una picaresca guiñada agregó.

-Pues ha de saber Vd. que ya anduvieron estos caballeritos alborotados por irse á Buenos Aires, cuando fué su padre de Vd. al Brasil, y se creía inminente la guerra. ¡Tanto que fué necesario ponerse medio sério, para hacerlos entrar en vereda, no fuera que un buen día se largaran con «Huáscar » y todo!

-¡No eramos nosotros los únicos, comandante...! empezó á decir uno de los oficiales, cuando no recuerdo por qué circunstancia se vió Grau obligado á separarse de nosotros.

Al verlo alejarse, agregó el mismo oficial:
-Ahí donde Vd. lo vé, él era el mas embullado de todos por mandarse mudar!
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Han pasado algunos años desde aquella agradable fiesta, y Grau, y sabe Dios cuantos de los oficiales que ví en ella á su lado, departiendo amigablemente, han rendido la vida ante el altar de su pátria, cayendo como héroes sobre la cubierta del buque en que habrían querido venir á pelear por la República Argentina, amenazada por enemigos estrangeros.

El deseado viaje á las pintorescas riberas del Plata, se ha convertido en viaje á la espléndida región de la inmortalidad y de la gloria.

B. Mitre y Vedia.
Buenos Aires, Octubre 25 de 1879.



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Texto: "Corona Fúnebre: "Homenage de la República Argentina a Miguel Grau", Páginas sueltas arregladas por Héctor F. Varela, Buenos Aires, 1879. 

Saludos
Jonatan Saona

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