3 de junio de 2019

Muerte gloriosa de Ugarte


El conocido escritor Ismael Portal (quien había publicado un libro sobre el héroe de Arica, titulado "Bolognesi y sus hijos"), responde con el siguiente artículo al militar Abel Bedoya y Seijas, quien criticaba un cuadro de Juan Lepiani, donde aparece Alfonso Ugarte lanzándose del Morro de Arica. Portal hace una transcripción de las noticias de la época, para probar que no es un invento del pintor peruano.

El artículo fue publicado en "El Comercio" de fecha 03 de julio de 1927. Gracias a Álvaro Mejía, por compartir este artículo del cual se realiza la transcripción:

"La muerte gloriosa de Alfonso Ugarte

Cuando leí la publicación que hizo en los diarios de esta capital, el 7 de Junio último, el señor Coronel D. Abel Bedoya y Seijas, protestando de que "un artista en pintura" -refiriéndose a Juan Oswaldo Lepiani- hubiera cometido el enorme error de "hacer constar en el cuadro al Coronel Alfonso Ugarte en un caballo blanco precipitándose del Morro al mar", y a la vez pidiendo el articulista, como quien pide nueces o ciruelas, a los Ministros de Guerra, Marina e Instrucción, que corten esa propaganda, porque ellos "deben velar para que no se desvirtúe la historia de nuestra patria", algo más que un átomo de la indignación prodújome la especie, extraña y fatalísima por venir de un compatriota y a mayor abundamiento militar y de alta graduación; pero no admití ni lo admitiré jamás, que hubiese intención, malévola ni otra cosa que una ligereza o simple deseo de causar efecto, para demostrar luego el error ajeno y levantarlo triunfalmente, seguro como había estado el autor, de lo que sostenía.

Como no soy ni he sido antes, afortunadamente, ministro de ninguno de aquellos ramos, libre me hallo de dar explicaciones acerca de las causas que pudieron obligarme a faltar a mi deber; como tampoco estoy capacitado para ofrecer que -"mea culpa"- desde este momento procuraré con empeño no dejar ni sombra de ese suceso histórico que desde que se realizó (entiéndase bien: desde que se realizó) vive y reina con lejítimo derecho en la conciencia pública, aquí y en todas partes  del mundo culto.

Tratándose, pues, de un asunto eminentemente nacional y de muy hondo interés para la historia patria, cualquiera, propios y extraños, podía, y así se ha visto en los últimos quince días, tomar vela en el entierro... Y ahora yo, a la cola del cortejo, voy a tomarla por tres razones:

Primera. Porque a ello me obliga el poder presentar pruebas de fuerza, que darán término, seguramente, a esta mal fundida y peor urdida controversia:

Segunda. Que por atenta carta publicada en "El Comercio", edición de la mañana del 20 de junio, dirigida por el Sr. Diego Delfín Fajardo, estimable vecino del Callao, me pide dicho (ilegible), en forma cultísima y premiosa que le de “la exactitud del hecho histórico" y debo atender a tan honrosa demanda;

Tercera. Que el Coronel Bedoya y Seijas dice en un párrafo de su inconsulta publicación y como arrojándonos el guante cual un Tunney o La Pantera Negra: "Esta misma indicación se hace a los escritores de hoy, para que aparten de sus obras tal concepto que es tomado del lienzo del artista, sin la interpretación que en casos semejantes debe tener presente el escritor".

Entremos en materia. Voy a probar fijamente que el inmortal Alfonso Ugarte cuya santa memoria no debió jamás tocarse sino para enorgullecerse de ser peruano como él, se arrojó valerosamente al abismo, montado en su hermoso caballo de batalla y cubierto de heridas del día y cicatrices de los proyectiles recibidos en Tarapacá, no para escapar de tormentos en su persona, sino para no dar ocasión al vil enemigo, como lo tenía anunciado, de tocarlo, "ni vivo ni muerto”, con sus inmundas manos. Y de esta misma prueba, como ha de verse, salta la falsedad de que "tal concepto es tomado del lienzo del artista”, pintado que fué muchos años después.

Las primeras noticias de la hecatombe de Arica, recibidas en Lima, no daban detalles, y solo el 15, o sea ocho días después, "La Opinión Nacional”, diario que se distinguió por sus informaciones patrióticas, decía: “Muertos: Bolognesi, Moore, Ugarte, Zavala y O’Donovan".— El número del 18 trae un telegrama de Pisco, en esta forma: “Arica fué tomada por los chilenos después de un sangriento ataque. Murieron los jefes de la plaza, Bolognesi, Ugarte, Zevallos, Videla y Moore. Este murió en el Morro luchando á revólver y espada con muchos cazadores que le acometieron a la bayoneta”.

El mismo diario en su número del 23 consigna lo que le refirieron los pasajeros llegados del sur en la mañana por el vapor “Loa”, y dice: "Allí murieron heroicamente Bolognesi, que juró momentos antes que solo sobre su cadáver pondrían el pabellón chileno; Zavala, que recibió dos balazos, uno en el cráneo; Ugarte, atravesado por ocho proyectiles y PRECIPITADO DEL MORRO, según versiones, por un rasgo de su arrojo desesperado; Moore, de quien dicen algunos que se batía contra una fuerza de infantería, hasta que cayó sin vida por una descarga alevosa".

En el número anterior, el del 22, se lee: “El padre político del gran patriota Alfonso Ugarte, señor Guillermo C. Filigher se dirigió a Arica para recojer el cadáver de Ugarte, ofreciendo para ello una suma crecida de dinero. No pudo ser habido, a pesar de las deligencias que al efecto se hicieron."

“El Comercio" había sido clausurado en aquella época, y esa fuente no puede por lo tanto rendir fruto en este momento.

Un extenso articulo sobre nuestro héroe, del que fue Presidente de la República, señor D. Guillermo E. Billinghurst, publicado el 21 de junio en el diario “La Patria", dice en uno de sus párrafos: “El último acto de la corta pero interesante carrera de Alfonso Ugarte revela de cuanto era capaz esa alma verdaderamente grande. Acosado por innumerables enemigos, vencido ya en la cumbre del Morro histórico; presenciando la mutilación de los caídos, la profanación de las reliquias sagradas, y clavando las espuelas en los ijares de su caballo, se lanzó al espacio desde aquella inmensa altura para caer despedazado sobre las rocas de la orilla del mar. Blondel le sigue; y así otras tantas victimas de ese grandioso sacrificio".

No creo demás, para dejar en claro la manera cómo murió Blondel y que alguna vez he oído discutir, confirmar lo expuesto ligeramente por el señor Billinghurst, agregando lo que contiene una correspondencia de Arica a “La Opinión Nacional" y fechada el 13 de junio. Es este el dato: "Se distinguió el joven Armando Blondel, oficial del batallón “Tacna". Peleó como un león, recibió dos heridas, de las que hubiera muerto, y viendo el modo como habían tratado a sus demás compañeros, volteóse y dijo a su tropa: “Tacneños: aquí me despido de ustedes." Y un seguida se tiró Morro abajo."

El 5 de julio llegaron al Callao los restos de Bolognesi, Moore y Zavala. Realizáronse solemnes funerales en la iglesia Matriz y en seguida fueron traídos a esta capital. No vinieron los de Ugarte, porque no existían.

El 7, "La Opinión Nacional", con motivo de cumplirse aquel día el primer mes de la gran tragedia, ofrece un sentido editorial en el que tributa merecido homenaje a esos héroes, y al mencionar a Ugarte, agrega: “Joven, opulento, prestigioso, la aurora de la vida era para él una invitación de roces. Pero también corre al campo de batalla y se hace matar con excepcional bravura: disputa a los enemigos hasta sus propios despojos y se arroja moribundo al mar para que no caiga, en sus manos."

Si esto se contaba, comentaba y publicaba a raíz del doloroso acontecimiento ¿podrá admitirse que sea atrevida invención del “artista en pintura”?.... Y en esta pasaje cabe decir que me resisto a creer que al Coronel Bedoya y Seijas le haya seducido la lectura del mezquino libro del chileno Nicanor Molinare, publicado en 1911 y en una de cuyas páginas— la 54—dice: “Es mentira la granulosa muerte de Bolognesi y pura invención el que se arrojase al mar con caballo y todo Alfonso Ugarte”. Y el muy zángano agrega: “Los peruanos, para ser históricamente justos, deben bajar a Bolognesi de su monumento".

Pero suponiendo que no se hubiera arrojado desde el Morro, preguntaría cualquiera, y yo, de mi parte, pido respuesta: ¿Murió en el combate y en las calles de la ciudad? Si. Entonces ¿qué suerte corrió ese cadáver que no era el de un simple soldado, ni el de un oficial ignorado, sino el de un Comandante General de División y hombre de los más altos prestigios? - ¿No es verdad que esparcida la noticia de su muerte se le buscó ofreciendo a quien lo encontrase gruesa suma de dinero, y no se le encontró, ni se le ha encontrado hasta hoy?

Todos los cadáveres de los que sucumbieron en esa espantosa jornada, que tan inmensa gloria ha dado al Perú, fueron identificados, menos el de Alfonso Ugarte.

Y lo curioso es que otro chileno, el capitán Silva Arriagada, en carta que le dirige al referido Molinare le dice: “El cadáver de Alfonso Ugarte se encontraba en una casucha ubicada cerca del mástil, al lado del mar, mirando hacia el pueblo....”

¿Quién miraba hacia el pueblo: la casucha o el cadáver?... Seguramente los dos.... Pues el que ambas cosas vió, ha debido indicar la primera para extraer el segundo y guardarse luego esos miles de pesos que ofrecía el acaudalado señor Filigher; ofrecimiento hecho horas después de la toma de Arica y que corrió con la velocidad del rayo por toda la población.

Recuerdo que por aquellos días de Junio, mi maestro y amigo querido el laureado literato y poeta Luís E. Márquez, me refería lo que un caballero inglés, avecindado por razón de negocios en el rico departamento de Tarapacá, la contaba, admirado, los rasgos de fervor patriótico de nuestro amado héroe, y, también, los datos comprobatorios de su muerte gloriosa. Márquez, solemnemente, inspirado, escribió una brillante composición poética que se publicó en “La Opinión Nacional", el 10 de Julio; y a ella pertenecen estos versos:

"El eminente Morro en la alta cumbre 
Refrenando el corcel impetuoso 
Μira Ugarte, sereno y desdeñoso 
Avanzar la enemiga muchedumbre.

Noble y altivo grupo le rodea,
El arma al brazo, en ademán sombrío, 
Y en señal de soberbio desafío 
El estandarte de la Patria ondea!
.....................................
Al ijar espumoso
Del trémulo corcel hunde la espuela, 
Y de la inmensa altura,
En salto prodigioso,
Al hondo abismo despeñado vuela!
......................................

Creo, pues, que con las trascripciones que dejo copiadas literalmente de dos diarios limeños de esa época y que, sin lugar a duda, hacen historia, insistir en que el hecho no se realizó, sería la más terca y odiosa de las necedades. Si el Coronel Bedoya y Seijas apela antes a esa fuente, habría quedado convencido de la realidad de las cosas. Porque atenerse solamente a los partes oficiales, que, en efecto, no consignan tan interesante detalle, ni otros muchos a que no están obligados, ha sido una inexcusable ligereza que afecta hondamente el sentimiento nacional.

No queda otro camino que confesar con hidalguía el error.

ISMAEL PORTAL.
Lima 2 de Julio de 1927."

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Texto publicado en "El Comercio" 03 de julio de 1927. Gentileza de Álvaro Mejía.

Saludos
Jonatan Saona

1 comentario:

  1. "y no se le encontró, ni se le ha encontrado hasta hoy" qué extraño que, con una relativa cercanía a los tiempos del suceso, el escritor y autor de un libro histórico relacionado con la guerra (y especialmente con Arica) ignorase hacia 1927 el desenlace del cadáver de Ugarte.

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