25 de enero de 2019

Jorge Cuevas

Jorge Cuevas
Jorge Cuevas 
Teniente

Hubo en la sangrienta batalla, cuyas lastimas contamos, dos gloriosos mancebos, tenientes del batallón Chacabuco, cuyos nombres no pueden separarse porque fueron dos mártires inmolados en la misma ara, en el mismo sitio i en idéntica hora.

Llamábase uno de ellos Jorje Cuevas, Pedro Urriola el otro, amigos inseparables en la mesa de trabajo, en el paseo, en el salón, en todos los placeres como en todas las tareas de la vida santiaguina, en que, rodeados de la simpática aureola de la juventud i de la familia, brillaban a un tiempo como niños, como adolescentes, como servidores en la ciudad. en la milicia i en el fuego.

Al comenzar la guerra ambos eran bomberos.

Ambos entraron en consecuencia a la campaña en el mismo mes (marzo de 1879), en el mismo cuerpo i bajo el mismo jefe; ambos ascendieron en su carrera i a la par, Pedro Urriola en agosto i Jorje Cuevas en setiembre de 1879. i ambos marcharon en la clase de tenientes del Chacabuco a cumplir su inexorable destino entre las breñas de agria i angosta quebrada, suficiente apenas para servir de sepultura a un millar de bravos.

II.
Por lo mismo que eran inseparables en la feliz como en la adversa suerte, fueron los dos tenientes del Chacabuco los mas queridos entre sus jóvenes compañeros. Las virtudes que se reparten en dos almas alcanzan mayor irradiación en su extenso brillo, a la manera de la tea del faro que hiere diversos apartados discos. I por ésto la memoria de los dos jemelos de Tarapacá humedece todavía muchos párpados entre los suyos i entre los extraños.

III.
Aquellos dos niños procedían, por otra parte, de arrogantes soldados, cuyos nombres antiguos había recojido la historia o el poema, i fué cosa cierta que aquéllos no desmintieron la pasada fama en su rápida carrera.

En el caso de Jorje Cuevas es un hecho perfectamente comprobado que el denuedo ha podido contarse por jeneraciones, de varón a varón i sin un solo salto desde don Juan de Cuevas, caballero extremeño, compañero i compatriota de don Pedro de Valdivia, hasta el joven soldado de Tarapacá.


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Texto e imagen tomado de "El Álbum de la gloria de Chile", Tomo II, por Benjamín Vicuña Mackenna

Saludos
Jonatan Saona

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