10 de junio de 2024

De Lira a Lynch

Patricio Lynch
Nota de Lynch informando una carta de Máximo Lira sobre Arica

(Despacho recibido a las 12.1 A.M.)

Santiago, junio 8 de 1880.
Don M. R. Lira, me dice en carta privada lo siguiente:
"El día 1.º vino a establecerse nuestra caballería a seis millas de Arica, en el valle del río Asufre. Por la mañana del día 2, al atravesar este río, junto al puente del ferrocarril, estalló una mina que felizmente no causó desgracias: solo hubo cuatro contusos.

Los injenieros militares Elmore i Arenas que la hicieron estallar cayeron prisioneros, el segundo herido en una pierna por bala de carabina.

El 2 estuvieron terminadas las reparaciones del ferrocarril que había sido destruido en tres partes, fuera del puente de Chacayuta que quedó seriamente deteriorado. Se envió entonces los rejimientos Buin, 3.° i 4.° de línea i el batallón Bulnes, tres baterías de artillería de campaña i una de montaña para atacar la plaza.

Una vez que nuestra artillería i tropa estuvieron colocadas de manera que se cerraba al enemigo todas las puertas de salida, se envió en la mañana del cinco al mayor Salvo de artillería a intimar rendición a la plaza para evitar así inútil efusión de sangre.

El coronel Bolognesi, comandante en jefe, reunió a todos los jefes superiores en presencia de nuestro parlamentario i unánimemente declararon que estaban resueltos a quemar el último cartucho. Sin embargo, parece que los subalternos no pensaban lo mismo, puesto que había constantes deserciones de oficiales i tropa.

Traída la respuesta al campamento, se rompió por ámbas partes fuego de artillería. Nuestros pequeños cañones eran, sin embargo, incapaces de dañar las sólidas fortificaciones, detrás de las cuales se parapetaban los enemigos; además, nuestros proyectiles solo alcanzaban al fuerte San José i no
era posible acercar mas a la artillería porque habría quedado dominada por las baterías contrarias que contaban tantos cañones de grueso calibre.

Así pasó el dia cinco. Ayer seis siguió el cañoneo  A la una i media entró en acción nuestra Escuadra, iniciando los fuegos el Loa fuera del alcance de las baterías de tierra, i siguiéndole luego la Magallanes, Covadonga i el Cochrane.

Mientras tanto, se hacían los últimos preparativos para el combate, resuelto para hoi.

El 3.° i 4.° debían atacar al amanecer los fuertes del Oeste situados en la prolongación del Morro; el Lautaro, los de la playa; el Buin estar de reserva en la entrada del valle de Azapa i el Bulnes protejer nuestra artillería: una parte de la caballería quedó a retaguardia del Buin i la otra a retaguardia del Lautaro.
El fuego principió a las seis de la mañana.

En veinte minutos nuestros incomparables soldados que no rompieron sus fuegos hasta no hallarse mui próximos a los parapetos, los asaltaron tomándolos a la bayoneta. En la Ciudadela la lucha fué terrible. Creo que habrán escapado mui pocos de sus defensores, ¡tantos eran los muertos! Nuestros caballos enterraban la uña en los charcos de sangre. Luego calló el segundo fuerte; luego después el Morro que estuvo haciendo fuego contra los anteriores, ocupados ya por nuestras tropas.

A las 6. 35 estalló la primera mina en uno de los fuertes asaltados, i a las 7 i cuarto dos en la baterías San José i Santa Rosa. Era un espectáculo imponente ver aquellas inmensas columnas de tierra i humo, mas altas que los cerros vecinos i que adoptaban las formas mas caprichosas.

A las siete i media la ciudad estaba en nuestro poder i con tanta precipitación se había hecho saltar las minas que dañaron principalmente a soldados peruanos, cuyos cadáveres quedaron horriblemente mutilados.

A las siete tres cuartos el Manco Cápac principió a hundirse i poco después desapareció debajo del agua.

La tripulación ocupó una lancha a vapor i varios botes i fué a buscar refujio en los buques estranjeros, donde se lo negaron seguramente, puesto que fueron a entregarse prisioneros en el Itata. Allí están el comandante Sánchez Lagomarsino i ciento veinte hombres.

Bolognesi, Moore i casi todos los jefes peruanos murieron. No sé aun cuántos sean los prisioneros. Por nuestra parte perdimos al distinguido jefe San Martin, comandante del 4.° de línea el día del combate."

Recojo detalles para comunicar.
LYNCH.


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"Boletín de la Guerra del Pacífico". Año I. n° 34. Santiago de Chile, Junio 15 de 1880.

Saludos
Jonatan Saona

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