26 de mayo de 2016

Arturo Prat

Arturo Prat Chacón
"ARTURO PRAT 

En las razas decadentes, en los pueblos sensuales y en las almas viles, sólo hay aplausos para el éxito, sólo hay vítores para el vencedor, sólo se ambiciona el triunfo y sólo se admira la riqueza.

Pero la nación chilena se ha mostrado digna, en honra propia, de su glorioso y preferido héroe: de Arturo Prat. 

Era la víspera un obscuro, un desconocido oficial de la marina chilena; al día siguiente de su heroico sacrificio había conquistado lugar, y predilecto, en el corazón de sus paisanos y un puesto envidiable en los anales de Chile. 

No solamente sus agradecidos compatriotas, sino todos los marinos de todas las naciones europeas y americanas, todos los hombres que admiran la intrepidez, aplauden la bravura y sienten en sus pechos el fuego del entusiasmo, colocan á Arturo Prat en el altar de los héroes. 

Perpetúan su memoria monumentos é inscripciones que le ha dedicado su patria agradecida; lleva su nombre una magnífica nave de combate; no hay familia chilena qué no tenga su retrato, cubierto de laureles y coronas, en lugar preferente del hogar. 

Porque los chilenos rinden culto á sus héroes y no olvidan nunca las glorias de su patria. Que es la manera de fortalecer la patria y dar vida á nuevos, héroes. Pocas palabras diremos del ilustre varón á quien dedicamos estas líneas. Murió demasiado joven, y su historia es breve: sólo tiene una página. 

Pero esa página única de la historia del insigne Prat no se perderá jamás en la sombra del olvido; será tan duradera como Chile, como el Océano, como la Humanidad. Mientras haya hombres de corazón y artistas de sentimiento, y sociedades que no se prostituyan en el culto del becerro de oro, no faltarán patriotas que lo imiten ni poetas que lo canten ni admiradores de una raza que en ambos mundos engendra tales hombres. 

No queremos hablar de la guerra entre Chile y el Perú; está fresca todavía la sangre derramada, es demasiado reciente, fué sobrado desastrosa. Pero sí hablaremos del combate naval, tan glorioso para Chile, donde Prat conquistó con la muerte la inmortalidad. 

Fué el 21 de Mayo de 1879. La escuadra chilena bloqueaba el puerto de Iquique, sin que la peruana se opusiera. Mas llegó un día en que las fuerzas del bloqueo se vieron reducidas á dos viejos barcos de madera, la corbeta Esmeralda y la goleta Covadonga; aprovechando la ocasión los marinos peruanos, se presentaron repentinamente con el potente acorazado Huáscar y la bien artillada fragata Independencia. 

El capitán Prat, que mandaba la Esmeralda, hubiera podido retirarse con honor dada la inferioridad de los dos barcos chilenos; pero siendo de más andar los dos barcos enemigos, comprendió que con la retirada no se evitaba la lucha porque el enemigo le hubiera dado alcance. 

Obligado, pues, á combatir, consideró preferible hacerlo en aquellas aguas. Así presenciarían desde la costa el heroísmo chileno. 

Á los primeros disparos de cañón que hizo el Huáscar sobre la Esmeralda, contestó la tripulación chilena con un entusiasta ¡viva Chile! El capitán Prat, sereno sobre el puente, arengó más de una vez á los suyos; su débil artillería contestó á la poderosa del Huáscar, aunque sus proyectiles no hacían más que lamer la resistente coraza del poderoso enemigo. En tanto los chilenos eran destrozados por los cañones disparados sobre ellos á tiro de pistola, como también por la fusilería que los hostilizaba desde tierra. 

Destrozada la Esmeralda y diezmada su tripulación, el comandante del Huáscar asombrado al ver tanto heroísmo gritó á Prat desde su torre: «Capitán, ríndase; ha hecho usted más de lo que exige el honor ; queremos salvar la vida de esos valientes.» 

El valeroso Prat respondió inmediatamente : « Los chilenos no se rinden ». 

La Esmeralda, acribillada, enrojecida de sangre y llena de averías, apenas se sostenía sobre el agua. El contralmirante don Miguel Grau, perdida toda esperanza de que Prat se rindiera, quiso acabar de una vez echando á pique la vieja nave chilena con el espolón del Huáscar. 

Al chocar ambos buques, saltó Prat desde el suyo al puente del peruano, siguiéndole un bizarro marinero. Allí perecieron ambos lidiando como leones. 

Da el monitor un segundo espolonazo, y al choque lo abordan (tan heroicamente como antes lo hizo Prat) el teniente Serrano y algunos marineros. Todos sucumbieron peleando sobre el buque enemigo. Fué un abordaje heroico. 

Al mismo tiempo se hundía la vieja Esmeralda en los hondos abismos del Océano, llevándose consigo los cuerpos mutilados de muchos combatientes, el respeto de sus enemigos y la admiración de todo el mundo. 

Ya estaba anegado el buque y la pólvora mojada, cuando el teniente Riquelme disparó el último cañonazo de aquel memorable día. Ultimo saludo á su bandera, último adiós á la patria, coreado por las voces de los marineros que ya sumergidos en las olas alzaban sus cabezas gritando en su último aliento: ¡viva Chile! 

La bandera fué lo último que desapareció de la Esmeralda. 

Algunos marinos de la Esmeralda que sobrevivieron al combate, fueron recogidos por el Huáscar antes que fueran tragados por las olas; pero muchos de aquellos tripulantes se ahogaron sin que los vencedores lograran socorrerlos. 

El caballeresco vencedor, contralmirante Grau, se mostró digno de su victoria honrando á los vencidos. 

Don Miguel Grau y don Arturo Prat eran dos héroes de la misma talla y dignos uno de otro. El azar del nacimiento les dio distintas patrias, pero no desiguales sentimientos. Animábalos el mismo espíritu, pertenecían á la misma raza, combatieron el uno» contra el otro en las aguas del Pacífico, y en el Pacífico tuvieron ambos gloriosa sepultura." 


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Texto tomado del libro "Figuras americanas: Galería de hombres ilustres" por Miguel A. Pérez. París, 1891.

Saludos
Jonatan Saona

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