6 de diciembre de 2024

Rufino Carrasco

Rufino Carrasco
General de Brigada Rufino Carrasco (1)
(1817-1891)

"Precisamos levantar monumentos y hacer ídolos de los valientes que llevaron la sangre de nuestra raza y supieron ofrendarla a la Patria" (A. H. Urioste).

I
El general don Rufino Carrasco fué otro de los que con su brillante espada conquistó gloriosas páginas para la historia militar de Bolivia, haciendo su carrera desde la humilde clase de soldado hasta la de general de brigada, merced a su ejemplar comportamiento en las filas durante su vida militar subalterna y luego por los importantes servicios prestados al país en los últimos años de su vida.

Natural de Talina, de la provincia de Sud Chichas, del departamento de Potosí, vino al mundo en 1817.

Su carácter belicoso y su desmedida afición a la guerra lo llevaron a enrolarse al ejército desde muy joven; durante la administración del mariscal Santa Cruz, habiendo tenido su bautismo de fuego en las campañas de la confederación, luchando con singular bravura hasta obtener los galones de oficial.

En aquella época borrascosa, llena de luchas y guerras intestinas, era difícil que los hombres, especialmente los militares, saliesen ilesos de las tormentas políticas: así es que Carrasco se vió envuelto desde muy temprano en las interminables guerras civiles luchando a favor de tal o cual caudillo, como en las barricadas de marzo de 1865 en La Paz, donde muere trágicamente el general Belzu, a los pies de Melgarejo; como en Colquechaca a favor del general Quintín Quevedo, en diciembre de 1874; como en Caracoles a favor del doctor Casimiro Corral, en 1877: luchas en las que obtiene ascensos hasta el grado de teniente coronel, con el que asistió a la titánica y desigual campaña de 1879.

II
El señor don Luis Subieta Sagárnaga, quién nos ha facilitado muchos datos biográficos, describe la actuación del general Carrasco durante la guerra del Pacifico, en los siguientes términos:

"Llamando siempre la atención con su comportamiento heróico en nuestras interminables guerras civiles, llegó al grado de coronel cuando se hizo cargo de la jefatura del Escuadrón "Franco-Tiradores" en 1879, organizado en Cotagaita por el general Campero y destinado a la vanguardia de la quinta división.

"El subprefecto de Sud Lípez trasmitió la noticia de que una recua de mulos del ejército chileno se invernaba en los pastales de Atacama, custodiada por un piquete de soldados enemigos, por lo que el general Campero comisionó a los Franco-Tiradores para expedicionar a Atacama y apoderarse de dicha recua. En las pampas de Toldos disputó Carrasco a los chilenos 300 cabezas de ganado vacuno y las envió a Tacna para el ejército aliado. En la madrugada del 3 de diciembre se posesionó de Chiuchiu, reemplazando inmediatamente las autoridades chilenas con autoridades bolivianos, obligando al enemigo a arriar su bandera.

"Anoticiado el jefe chileno de Calama de estos sucesos, destaca incontinente del grueso de su ejército el regimiento "Cazadores del Desierto", compuesto de 300 plazas, con el que combaten los Franco-Tiradores en el barranco de Tambillos el 6 de diciembre, realizando una verdadera cacería sobre los Cazadores del Desierto. Un cuarto de hora fué suficiente a los 70 soldados de Carrasco, para destruir uno de los más brillantes regimientos del ejército invasor, tendiendo en el campo de batalla 50 muertos y 21 heridos, capturando a la vez 11 prisioneros, 16 caballos y buen número de armas y municiones.

"Después de aquella heróica y temeraria acción, los 70 héroes del desierto ocuparon San Pedro de Atacama, donde la población reincorporada al suelo patrio, aunque momentáneamente, gracias a aquél triunfo, recibiólos con indecible júbilo.

"Entre otros festejos, hubo una solemne misa de campaña, en la que el sacerdote bendijo el estandarte glorioso de la patria amada que honrosa y triunfalmente fué conducido al corazón del desierto por un pequeño grupo de denodados centauros de la ínclita Chichas. El sol surgía radiante sobre las cumbres volcánicas de los Andes dorando con sus primeros rayos la hostia simbólica, que en manos del oficiante se elevaba majestuosa sobre la arena del desierto teñida con sangre de héroes. El patrio pabellón flameaba airoso al soplo del pampero, cual iris de paz que arrogante se despliega entre el cielo y la tierra. Los corazones bolivianos de los habitantes de Atacama, de aquellos sencillos y olvidados hijos del desierto, latían al unísono a impulsos del amor patrio con los de aquellos que en la punta de sus espadas les traían la redención. De todos los labios brotaban vehementes súplicas al Dios de los ejércitos, para que el triunfo de Tambillos se consolide y se mantenga firme nuestra hermosa tricolor en las arenas del desierto de Atacama.

"Todos los ojos se humedecieron ante aquella tierna y majestuosa escena, que se desarrollaba en un grandioso escenario y en un momento histórico de eterna memoria.

"Concluída la ceremonia religiosa, proclamó el general Carrasco a sus valientes soldados, en términos aún más vibrantes y sonoros que los que usó en Tapaquilcha al trasmontar la cordillera.

"¡Adelante, defensores de la patria -les dijo- El viento del desierto acaricia ya en vuestras sienes los laureles de la victoria, a los que se unirán muy pronto los que recojáis en Calama....!”

"¡Bello pronóstico que no llegó a cumplirse; pero no por culpa del general Carrasco ni de aquel puñado de héroes que tan dignamente presidía!

"Carrasco esperaba las fuerzas solicitadas de Lípez; pero aún antes de recibir respuesta a esta solicitud, se le avisó de Calama que se alistaba una división de las tres armas para combatirlo y se esperaban otras fuerzas superiores de Antofagasta.

"A esta noticia Carrasco fué a situarse en Toconao, esperando inútilmente el refuerzo solicitado a Campero en Chichas y a Apodaca en Lípez; ni Campero ni Apodaca daban respuesta pronta y satisfactoria. Hasta hoy se ignora la causa de la indiferencia con que esos jefes vieron al coronel Carrasco, que hacía esfuerzos sobrehumanos para mantenerse firme en el puesto de peli gro y de honor en el que se le había colocado al darle una comisión poco meditada.

"El coronel Carrasco se quejaba con razón sobrada y endosa la culpa de toda consecuencia desastrosa a los referidos jefes.

"Lejos de recibir el pequeño refuerzo que solicitaba para el rescate del Litoral, llega al campamento de aquellos leones del desierto un correo extraordinario con la orden terminante de retirada, abandonando en poder del enemigo el territorio conquistado, tal como Daza hizo en San Francisco, haciendo tocar retirada precisamente en el momento en que nuestras fuerzas comenzaban a cantar victoria.

"Errores son estos que la Historia no tiene por qué callarlos, haciendo recaer la responsabilidad sobre aquellos a quienes corresponde.

"Con el desaliento consiguiente a una orden de retirada después de un triunfo, volvieron los Franco-Tiradores por Tapaquilcha y Canchas Blancas a San Cristóbal de Lipez, donde Carrasco continuaba en su empeño de reconquistar Calama.

"El general Nicanor Flores, Jefe Superior del Sud, llama insistentemente a Carrasco a la ciudad de Potosí, quien insiste en su empeño sobre la conveniencia de expedicionar a Atacama con fuerzas suficientes para la reconquista del Litoral. Nadie le hace caso y se le amenaza con un consejo de guerra... . .

"Carrasco entonces toma resueltamente el camino de Potosí, recibiendo a su paso las manifestaciones de los pueblos que simpatizaban con aquel valiente.

"El vecindario de Potosí le hace una recepción triunfal, al extremo de que las guirnaldas que le obsequian las damas ya no caben en sus brazos, y se hace necesario que los miembros de su comitiva le ayuden a llevar tan preciosa carga.

"El temible Flores, a quién no se ha visto combatir con los chilenos en aquella campaña, por mucho que aseguren lo contrario sus admiradores, recibió con actitud hostil a aquellos valientes. Desarmó y disolvió ese grupo de héroes que volvía triunfante del desierto y al que el pueblo justiciero manifestaba francamente su adhesión, gratitud y simpatía. Por medio de su ayudante desarmó también al jefe y ordenó su prisión en el cuartel del batallón "Calama".

"En medio del Escuadrón Franco - Tiradores, fueron también conducidos en triunfo desde San Pedro de Atacama, 21 prisioneros chilenos, 18 rifles Winchester, 30 sistema Lamartine, 14 espadas, 18 sables y 40 caballos.
"Trofeo digno de aquellos valientes! ¡Prueba palpable de heroísmo! ¡Ejemplo manifiesto de valor!

"Los prisioneros fueron distribuidos por orden despótica de la autoridad militar en las principales casas de la ciudad, donde fueron muy bien recibidos y mejor tratados, al extremo que, pasada ya la guerra, algunos de ellos simpatizaron con Bolivia, rehuyendo volver a su patria. Entre los prisioneros se encontraba Eulogio Yáñez, sub-delegado de Atacama, a quien se le dió por alojamiento la casa de don Telésforo Loaiza.

"Se organizó un consejo de guerra para el juzgamiento militar de Carrasco....
"Poco después, por orden superior, marchó al cuartel general, situado en La Paz.

"Posteriormente fué elevado al grado de coronel y luego al rango de general de brigada, por los congresos justicieros que más tarde supieron aquilatar el mérito haciéndole justicia.

"En los primeros días del mes de noviembre de 1891 dejó de existir en la ciudad de Oruro, a la edad de 74 años.

"El periodista inglés Mr. Guillermo Inch, al referirse al general Carrasco, a quién conocía personalmente. dice: "Carrasco era un hombre de la edad media: valiente, pero sin escuela; era un brillante mal cortado".

Tal fué la valerosa actuación del general Rufino Carrasco durante la campaña del Pacífico, actuación que por si sola constituye un timbre de gloria no solo para inmortalizar su nombre, sino también para todo el ejército boliviano, al haber aquel puñado de héroes, capitaneados por Carrasco, conseguido el precioso botín de Tambillos, el único de toda la campaña....!

En nuestra opinión, si Abaroa conquistó la gloria en Calama, Carrasco se hizo inmortal en Tambillos, y su nombre merece ser inmortalizado en el bronce y en la Historia, para ejemplo de las generaciones bolivianas.

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(1) Colaboración del señor Luis Subieta Sagárnaga.


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Díaz A. Julio "Los Generales de Bolivia (Rasgos Biográficos)" La Paz, 1929.

Saludos
Jonatan Saona

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