5 de diciembre de 2019

José Umitel Urrutia

José Umitel Urrutia
Don José Umitel Urrutia
Comandante de Zapadores

V.
Mandaba en la guarnición del departamento de la Libertad el cuerpo de Granaderos a caballo, por ausencia de su jefe que de enfermedad análoga iría a morir en Lima, el mayor Rodolfo Villagrán, centauro de 30 años; i por no abandonar su puesto fué el primero en sucumbir.

Era jefe de la división a que aquel cuerpo pertenecía, el pundonoroso coronel Urízar Garfias, i por no desamparar ni a su último soldado en nauseabundo hospital, aquel hombre, tranquila i reflexivamente heroico, rindió la vida.

VI
Sucedía todo esto en uno de los valles infestados.

Pero en paraje diverso i mas aciago por su clima, cabía el mando superior a un jefe que hasta el momento de su sacrificio, i aún hasta el presente, era apenas conocido de aquellos que no han seguido al ejército en sus glorias i en sus pruebas con anheloso afán, i ese jefe en su hora perece también en silenciosa i varonil resignación, sin hacer siquiera ostentare la abnegación sublime, de la obediencia magnánima que le retiene en el charco de la muerte.

I es a ese hombre, a ese último jefe, entre los que no han sucumbido en medio de las filas de fuego sinó entre las hileras de los moribundos, a quien va consagrado este leve recuerdo.

VII.
El comandante de Zapadores don José Umitel Urrutia nació en los llanos de San Carlos, que debieran llamarse idos llanos de Urrutiau porque hasta las lanzas que en sus lindes se cortan para la guerra tienen ese apellido militar. El más viejo jeneral de Chile i talvez de la América española es un Urrutia, i ayer moría otro jeneral del mismo nombre dejando en el ejército una verdadera tribu de su apellido. El último comandante de Zapadores lega su nombre a dos hermanos que le preceden i le siguen en su noble carrera:—el coronel don Gregorio Urrutia, gobernador militar de la Araucanía, i el comandante don Fidel Urrutia, hoi primer jefe del batallón Lautaro.

VIII.
No era el comandante Urrutia un militar de aparato; lejos de eso, i así como se dice lacónicamente para pintar de cuerpo entero a un hombre que nes todo un hombre", así podría decirse de él que fué "todo un soldado" i nada más que un soldado.

Escapado de la escuela de Chillán cuando tenía solo 14 años, su hermano mayor don Gregorio, que a la sazón era simple teniente, tomólo de una oreja e hízolo sentar plaza de soldado raso en el 2.° de línea el 1.° de enero (buena fecha para engancharse!) de 1860.

El niño Umitel era hijo de don Venancio Urrutia, que combatió contra los Pincheíras, i nieto de don Norberto Urrutia, uno de los troncos fundadores de aquel árbol de los llanos que en lugar de semillas, ha dado soldados.

I ¡cosa curiosa! el recluta de Chillán en 1860, fué el más constante i afortunado reclutador de soldados que hubo más tarde en aquella feraz provincia que da enhiestos robles e invencibles combatientes. Según un prolijo apunte privado que llevó más tarde el capitán Urrutia, no sacó personalmente menos de tres mil voluntarios de la provincia del Ñuble. En la del Bío-Bío hizo sólo una inscripción.... pero esta fué la de la antes feliz i hoi triste esposa que le llora, la señora Corina Sanhueza, de los Anjeles, madre a su vez de un tierno Urrutia que será soldado.

IX.
En 1861, a los 15 años de edad, el adolescente de los llanos que había entrado al cuartel por la puerta de la cimarra, era ya cabo, i con la varilla de membrillo con que le habían medido para enseñarle la disciplina, medía ahora a los que en pos de él habían llegado; i con tal ahínco cumplía el duro rigor de la milicia que en ese mismo año era ya sarjento.

Cuatro años llevó la jineta de esforzado aprendizaje (12 de noviembre de 1865), i diez años de esfuerzos i de irreprochable conducta le fueron precisos para llevar en sus hombros las charreteras de capitán (mayo 5 de 1874.)

X.
En esa condición fué a la guerra, i desde el desembarco de Pisagua hasta el asalto de Miraflores no envainó la espada.

Después de Tarapacá, donde junto con Belisario Zañartu i Alejandro Baquedano, capitanes de Zapadores, desplegó un valor taimado e indomable, retirándose el último de los combatientes, fué ascendido a sarjento mayor, i se le confió el mando de una de las brigadas en que por excepción estaba dividido aquel cuerpo de preferencia.

XI.
Justificando lo que hace poco decíamos, en cada batalla habían quedado fuera de combate un jefe de aquel brillante rejimiento.

En Pisagua el bravo mayor Villarroel había sido derribado antes de saltar a la playa.

En Tacna sucumbía Santa Cruz.

En Miraflores tocó su turno al simpático i atrevido comandante don Guillermo Zilleruelo.

A esta serie de fatalidades, no menos que a un mérito probado, debió el capitán Urrutia sus rápidos ascensos i el mando superior de aquel cuerpo desde el 10 de junio de 1881, cuando comenzaba a tomar vigor la fatal, indefinida e indefinible ocupación del Perú.

XII.
Cerca de un año había durado esa ocupación, i aquellas sufridas guarniciones parecían como abandonadas a su propio destino, sin relevos, sin descanso, talvez sin esperanzas de mejora, cuando llegó a visitarlas el monstruo horrible e insaciable que por el color de los cadáveres que apila i tiñe denominan "fiebre amarilla."

El comandante Urrutia, jefe de Zapadores i comandante de armas de la división de ocupación del departamento de Lambayeque, se enclavó en su puesto, es decir, entre el hospital i el cementerio, i allí, como Urízar i como Villagrán, como Barrios i Anabalón, como Jenaro Freiré i José Ignacio Contreras, hermano del ¡lustre guardia marina de Pisagua, sucumbió en el sacrificio.

¡Loada sea su enérjica memoria!

XIII.
El comandante Urrutia era de la escuela de Eleuterio Ramírez, i había entrado al servicio llevando en su kepi de recluta el mismo número ya tradicional que aquél ostentaba sobre su frente al morir. I cosa digna de no ser olvidada por los que creen que el culto de las glorias militares de su país sirve de algo para los que se educan: todos los oficiales, de capitán arriba, que han sucumbido en los últimos tiempos en la penosísima faena que se llamó la ocupación del Perú, eran de la escuela de "el 2°"

En el 2.° de línea había servido el capitán Baeza, muerto en Pucará.

En el 2° de línea había servido Rodolfo Villagrán cuando mandáralo su padre.

En el 2° de línea comenzó su carrera el comandante Muñoz Bezanilla.

En el 2.° fué capitán el coronel Urízar Garfias.

En el 2.° fué también soldado José Umitel Urrutia, quien el día 1° de marzo de 1882. con la graduación de teniente coronel efectivo de ejército i en calidad de jefe político i militar de una de las provincias más ricas del Perú, murió a los 35 años de jenerosa edad.

XIV.
Tema i propósito es frecuentemente entre las jentes de guerra i más aún entre los que no pertenecen a su noble ejercicio, la apreciación de lo que importa para la fama de los soldados que mueren, i, en seguida, para las lágrimas de la viuda i el hambre de los huérfanos dejados, la muerte por el plomo i la muerte por el virus.

Más apetecido fin es, a la verdad, entre los que combaten, cuando envueltos en el humo i ensañados por el fragor de la batalla rinden de un solo golpe su existencia en caro holocausto. Pero ¿por ventura es menor i menos digno de perdurable agradecimiento i de condigna recompensa esa muerte lenta, insidiosa, tenaz que deliberadamente se acepta i se sobrelleva hasta que se consume como fétido candil en hediondo aposento?


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Texto e imagen tomado de "El Álbum de la gloria de Chile", Tomo I, por Benjamín Vicuña Mackenna.

Saludos
Jonatan Saona

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