25 de febrero de 2018

Abelardo Urízar

Abelardo Urízar
Don Abelardo Urízar 
Teniente de Granaderos a caballo 

I
Hemos dicho en otra pájina de este libro que el segundo lecho del grupo de los Urízar había sido fértil en tipos femeninos; pero habríamos de contradecirnos  si no afirmáramos aquí que del seno de esa segunda madre había nacido también un vástago digno de los dos que le precedieron en el camino de la guerra, de sus lauros i de sus infortunios. 

Silvestre Urízar había sido un brillante oficial de infantería.
Pablo lo era del arma de artillería. 

En consecuencia, la agrupación militar habría quedado incompleta si ese  tercer  hermano no hubiese venido al mundo para empuñar el sable de la caballería.

II. 
Cupo ese destino a Abelardo Urízar Corvera, niño hermoso i robusto,  del cual casi no podría inscribirse como recuerdo sino dos fechas: la de su nacimiento en Santiago el 29 de diciembre de 1858 i la de su muerte en  Lima el 6 de mayo de 1883.

III.
Abelardo Urízar no alcanzó a vivir sinó veinte i cuatro años, pero en tan breve existencia llegó a  hacer lo suficiente para que su nombre no se perdiera en el polvo común del olvido i de la nada. 

Nombrado alférez de Granaderos a caballo en el primer albor de la guerra (abril 1° de 1879), militó tres años para dar en el curso de las campañas tres brillantes cargas al arma blanca i a1 frente de su mitad. 

La carga de Tacna contra el cuadro de los Colorados en mayo de 1880.
La carga de Ate contra las trincheras i la dinamita de Piérola el 9 de enero de 1881. 
La carga, por último de la llanura de Pamplona el día de Chorrillos, cuatro días más tarde. 

Fenecida la guerra de hecho en el terreno verdaderamente militar (pero no en el del absurdo, por no decir algo de mucho mis grave) cúpole al joven granadero, ascendido el 17 de julio de 1882 i destinado a cuidar las haciendas de caña  de Cañete, cúpole, decíamos, el lote triste e inglorioso  de combatir montoneros, i cargando bizarramente en ese rico valle sobre aquellas bandas de negros i de indios alzados recibió mortal herida en el pecho en los primeros días de marzo de 1883, esto es, dos años largamente cumplidos desde la ocupación de Lima. 

Los tres hermanos Urízar habían sabido vivir como tres jenerosos jérmenes de Chile; pero por lo que llevamos referido de ellos, decididamente los tres no tuvieron suerte para morir! 

Que la gloria les absuelva de esa desdicha mientras su fama quedará esculpida para durable recuerdo en las tablas de la gratitud de la patria.


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Texto e imagen tomado del Álbum de la gloria de Chile, Tomo II, por Benjamín Vicuña Mackenna

Saludos 
Jonatan Saona

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