18 de febrero de 2017

Asalto al litoral


EL ASALTO AL LITORAL Y LA LÓGICA CHILENA

“Ya estamos en posesión del litoral (dice un editorial de “Los Tiempos” de Santiago) que habíamos cedido a Bolivia y que Bolivia no ha sabido o no ha querido conservar. Chile recobra su propiedad sin disparar un fusilazo y en medio de la alegría de las poblaciones’.
O de otro modo

Chile nos cedió lo que era de nuestro exclusivo dominio; por consiguiente, ha hecho bien de arrebatarnos el territorio en el que permanentemente ejercíamos todos los actos de ese derecho de soberanía, siempre inalienable e imprescriptible. — Queda así justificada la conquista.

Es preciso comprimir en nuestro pecho, toda esa santa indignación que ha arrebatado el espíritu público, para escuchar al menos, el torpe contrasentido con que los escritores chilenos pretenden disimular el escándalo que ha sublevado la conciencia americana.

¡Chile dueño de nuestro litoral!

¿Cuándo y cómo ha ejercido nuestros derechos de soberanía?

¿De qué manera nos cedió el territorio que ha sido y será de nuestro dominio?

¿No es cierto que, en época maldita para Bolivia, consiguió de hinojos. lo que después, por respeto a la fe pública comprometida, fue preciso otorgarle?

Dice la historia, que sólo el deseo de la confraternidad americana, obligó a Bolivia a sacrificar cruelmente sus derechos, respetando las concesiones de territorio, que se habían otorgado a un pueblo hermano.

¿Dónde están, por consiguiente, sus derechos?

¿En el “Blanco Encalada” y en el “Cochrane”?

Y aún suponiendo, con excesiva condescendencia, que mediante cesión hubiéramos poseído y ocupado ese territorio, ¿podía acaso Chile recobrarlo en el momento en que se creyese más fuerte?

Según su lógica, es claro, que no debía cumplir su juramento, tantas veces repetido, de respetar la posesión y los títulos ya establecidos desde 1866 y 74. Digno sarcasmo de quien no tiene más derecho que el de la fuerza.

“Que Chile recobra su propiedad sin disparar un fusilazo."

Está bien. ¿Lo esperaba tal vez de un pueblo indefenso, de un pueblo inerme y sin más armas que el pabellón nacional?

¿Habían precedido todas las prácticas del Derecho internacional, anteriores a la ruptura de hostilidades? ¿Estaba declarada la guerra?

¿Debimos sospechar la traición de un pueblo hermano y aliado, al que tendimos mano generosa en la hora suprema de su conflicto con la España?

No, por cierto.

La verdad es que Chile asechaba la oportunidad que podía convenir sus criminales designios; pues, nunca tuvo ni la energía, ni la franqueza del verdugo.

Nos creyó débiles e impotentes. Pensó que la anarquía y los sufrimientos habían amortiguado las fuerzas de nuestro patriotismo.

Pero se ha engañado. Hoy sólo tenemos una bandera, una causa, un solo pensamiento. De sus cenizas, por decirlo así, ha renacido el amor patrio. Desde el 14 de febrero no somos más que bolivianos.

Era preciso que alguien se encargara de inflamar nuestra sangre para que estallara el corazón.

Chile nos ha salvado, pero para abrirse la oscura fosa que le corresponde en la América, aquella en que ha de ocultar, si ocultarse pudiera, el negro baldón con que ha escrito su epitafio.

He ahí la lógica que se deduce del asalto de nuestro territorio, que es y será siempre boliviano, a pesar de las alegrías del conquistador.


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"El Comercio" de La Paz, viernes 28 de febrero de 1879. (Reedición de 1973)

Saludos
Jonatan Saona

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