23 de diciembre de 2016

Curayacu

Chilenos en Curayacu

"Salida de Pisco para el Norte

El día 20 de diciembre salimos a las 6 de la tarde. Se reunieron en el convoy de los buques y vapores 36 en la campaña de la despedición que daba gusto el ver aquella partida de busques que parecía un poblado que iba por la mar y las bandas de músicos que se hacían pedazos tocando y nosotros que ¡viva Chile! que nos parecía que íbamos auna fiesta de contentos como íbamos, y sabíamos que nos íbamos a desembarcar peliando, pero no fue así. 
Nosotros íbamos en un vapor bien bueno que era el Angamo que nos decían los marinos que nunca habían visto despedición más grande que ésta. Caminamos toda la noche ya lotro día nosotros acomodándolos porque nos decían del que a la 10 o las once del día íbamos a llegar al desembarque y nosotros como sabíamos del que en el desembarque los estaban esperando el enemigo lo íbamos aprontando. Llegamos al desembarque de Chilcas como a la once del día y divisamos unos bultos de gente que se iban arrancando por un cerro arriba y se perdieron para de atrás. Los fuimos allegando poco a poco para el desembarque. Hicieron como un círculo los buques y vapores y el Blanco Encalada y el Crocal adelante del Crocal y del Blanco izaron botes ala gua, cuatro botes con sus respectivos marinos y depues siguieron muchos más para la caleta que estaba toavía como veinte cuadras y estaba bastante oculta. 

Llegaron los marinos a orillas de playa y de unos botes se desmontaron y se fueron para arriba de un cerro y pusieron una bandera chilena, la de tricolor que nos da la victoria, y los demás botes siguieron por una portada muy angosta que para dentro se veía unas casas y pasaron para dentro y se fueron a las casas y hallaron un italiano no más y que les dijos del que la gente que había habió ai se había mandado a cambiar en la noche para Lurín. Llevaron esa noticia los marinos a los buques y nosotros contentos que los íbamos a desembarcar sin novedad que áí era el más temor que llevábamos del ir a desembarcarnos peliando que si librábamos de las  balas de la agua no librábamos. Y se empezaron allegar todos los buques para la portada orillas de playas, y nosotros en el Angamo íbamos adelante. 

Llegamos muy cerca del estrecho donde se veían las casas; se conocida del que sería campamento de los cholos. Esa noche alojamos ai en la bahía ya lotro día salimos de ai para más al norte aotra ca(le)ta que había distante como dos leguas y esa caleta estaba mejor para desembarcarse como que era así. Llegamos y los desembarcamos el regimiento Chillan y el regimiento Esmeralda y el tercero de línia y la demás gente quedó a bordo a segunda orden porque se decía del que el enemigo estaba un poco más allante vistando que los desembarcáramos para venírselos a la carga ya nosotros los echaron de carnada. Permitió Dios y Nuestra Señora del Carmen del que nada los sucedió. Este desembarque fue el día 22.  Estuvimos allí en la cuesta de un cerro como dos horas y salimo como entre las 10 o las 11 del día por un arenal pésimos de pesado siguéndose los regimientos, el tercero adelante y la Esmeralda más atrás y nosotros más atrás que era el Chillan.

Anduvimos como legua y media y el calor que ya los fundía y de repente los fijamos en el sol y lo veímos con un círculo muy estraño que parecía un arco iris de los que salen cuando llueve los dio que pensar a todos y decíamos: —¡La paz, la paz!, porque el círculo tiraba más a blanco y luego se quita, esto es como a las doce del día. Allí los hicieron alto y los hicieron hacer pabellón en un plan muy caluroso y arenoso ai (a)comodamos las mantas de sombras en los pabellones y de sé que ya no hayábamos que hacerlos porque la agua que llevábamos de los buques ya se los había acabado ya allí no había amparo de agua no más que en los buques y estaban distantes de nosotros y charque crudo que los habían dado para más sé. 

De leña ai no había escasez por que al borde de la playa habrían más de mil cajones de los que habían dejado los cholos adonde habían arrancado para más ailante; estos cajones estaban yacidos, eran para llenarlos de pólvora y hacerlos polvorazos al desembarcamos, pero no(so)tros no les dimos lugar, si más los hubiésemos demorado en la marcha todo eso los habrían  tenido hecho. En la tarde los trajeron unas lanchas de agua allí más cerca y fuimos todos a buscar agua y esa noche alojamos ai aorillas del mar, un regimiento más a la derecha y otro a la izquerda y los cazadores al frente en avanzada de a caballo."


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Gutiérrez, Hipólito. "Crónica de un soldado de la Guerra del Pacífico" Santiago, 1956.

Saludos
Jonatan Saona

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