8 de abril de 2012

Veterano Independencia

José del T. Moscoso
Veterano chileno de la Independencia

José del Tránsito Moscoso, fotografía de 1880.
Veterano de las guerras de Independencia de Chile, participó a órdenes de O´Higgins. Murió el 15 de febrero de 1897.

Les transcribo unos fragmentos de la novela "Otros Tiempos" de Senén Palacios

"Don José Antonio López, veterano ilustre de la Independencia, un viejo pólvora, alto y seco de cuerpo que en lo nervudo y recio de su complexión algo tenía de la estampa ajamonada y tendinosa de don Quijote, contribuyendo a ello su nariz corva y sus ojitos grises de aguilucho, vivos y penetrantes, asaz despreciativos, siendo además corajudo como el ilustre manchego, no obstante su edad proyecta, pues pasaba de los 80 años.

Su oficio habían sido las armas, a las que en mejores tiempos consagró su vida, conquistando fama de valiente y más de un jirón de gloria. 
Para don José Antonio, fanático del heroísmo militar, y chileno hasta los huesos, no había en el mundo entero capitanes como O'Higgins, San Martín, Carrera, Freire, Manuel Rodríguez, Las Heras; ni figuras más altivas que Caupolicán y Lautaro, ni patria como su patria chilena, a la que amaba con el culto ardiente del viejo soldado que la ha defendido con su sangre en los campos de batalla.

Cumplida su misión y envainado el sable, reposaba al presente en el seno del hogar, buscando en medio de sus nietos dulce consuelo a sus quebrantos….
Chile iba a entrar a una guerra memorable…

Se presentó Justo Pastor de alférez de caballería, -Vengo a despedirme de Uds. 
-¡Caramba con el sable! -expresó González viendo el enorme chafalote del alférez.
-Me lo dio el abuelo; con él peleó contra los godos en la guerra de la Independencia 

-¿Qué es militar su abuelito? -interrogó doña Mariana.
-Es veterano de la Independencia, y en cuanto supo ahora la declaración de guerra al Perú se alborotó mucho; casi no dormía y hablaba de irse al norte a pelear con los peruanos.
Y se puso a desenterrar sus antiguos arreos de guerra, el sable con que se batió en Chacabuco, y en Maipú y en no sé cuantas batallas más, la casaca con charreteras mohosas, los pantalones de ancha franja lacre y un morrión espantable; todo guardado religiosamente en una petaca de cuero, con mucho alcanfor y ají picado para la polilla….

Entonces llamó aparte a Justo Pastor y le dijo que el honor de la familia exigía que se fuera inmediatamente a Santiago a incorporarse en algún regimiento de caballería.

El mozo aceptó en el acto. De los arreos militares del veterano sólo pudo utilizarse el sable, que el abuelo sacó de la vaina, blandió varias veces haciendo silbar el aire con destellos brillantes y entregó al nieto diciéndole:
-En tus manos lo deposito, seguro de que no lo deshonrarás, y acuérdate de que con él palié por la independencia de Chile; y ten bien presente que es preferible buscar la muerte dando tres pasos adelante que vivir un siglo dando uno sólo hacia atrás….
Desde que fue declarada la guerra el veterano don José Antonio vivía en una excitación continua. Había organizado un pequeño batallón con los niños del pueblo. Les hacía marchar y contramarchar en evoluciones guerreras, armados de palos que hacían las veces de fusiles, con gran contento y algazara de los niños.

-¡Silencio en las filas!... ¡Firmes! - gritaba don José Antonio blandiendo el tebo.
Los reclutas hacían alto.
-De a dos en fondo, alinearse por la... ¡deré!
-Un... dos... un... dos... un... dos...
-Descansen... ¡ar!
Se oía el traqueteo de los palos.
-Al hombro... redoblado... ¡mar!

Aquellos ejercicios de armas fueron despertando en el veterano sus antiguas impresiones y recuerdos. No dormía en las noches, pasándoselas con los ojos muy abiertos rememorando hechos de sus pasadas glorias. Tampoco comía, de suerte que se le fue debilitando el cerebro. Andaba con los ojos encandilados y se le veía a veces hablando solo.

Una noche don Salustio y su señora oyeron un gran estruendo de voces y de golpes en el cuarto del veterano. Acudieron alarmados y vieron con dolor que el abuelo, en traje de dormir y sin otro abrigo que el poncho y el gorro, peleaba con un enemigo imaginario, el poncho al hombro, que se sacó en el fragor de la pelea y se lo arrolló al brazo, tirándolo por último con rabia al suelo y diciendo:
-¡Ríndete, sarraceno!... ¡Toma, godo cochino!... ¡Ras! (garrotazo en la cómoda)…

Después se cuadró ante el retrato de O'Higgins, colgado en la muralla, saludándolo militarmente y presentándole armas con el tebo. 
Le hicieron acostarse y beber una tizana caliente…

El domingo 25 de mayo era esperada con gran impaciencia en el pueblo la llegada del correo, deberían traer noticias sobre el desastre de Iquique.… 

A eso de las 4 pm numerosos vecinos llenaban la oficina del correo. Entre ellos estaban don Salustio, el veterano y veinte vecinos de los más caracterizados y gente del pueblo que se desbordaba hasta la calle.
La impresión fue idéntica a la producida en Santiago: una mezcla de asombro, de lágrimas, de alegría, de adoración.

Todo el pueblo se agolpa a la plaza y comienzan los vivas a Prat, a Condell, a Chile. En varias casas hacen disparos con escopetas.

Entre tanto un hecho doloroso ha tenido lugar. Apenas terminada la lectura del telegrama de la guerra, don José Antonio se descubrió la cabeza, cuyos cabellos blancos flotaron en el aire, elevó al cielo la mirada y luego comenzó a gesticular en forma violenta y extraña, convulso y rojo, hinchadas las venas del cuello. Se diría que quería llorar o reir, mas no podía. Se cubrió la cara echándose el poncho a la cabeza, se oyó un hipo, agitó los brazos y se fue de espaldas. Estaba muerto."


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Texto, fragmentos de la novela "Otros Tiempos" de Senén Palacios

Saludos
Jonatan Saona

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