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Joaquín Godoy |
Legación de Chile en el Perú.
Lima, Abril 3 de 1879.
Señor:
El infrascrito Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de Chile, cumpliendo instrucciones emanadas de su Gobierno, tiene el honor de exponer al Excmo. señor Ministro de Relaciones Exteriores del Perú, los graves motivos que han hecho desaparecer la armonía hasta ahora reinante entre las dos Repúblicas y que importan un inevitable rompimiento de las buenas relaciones por tantos años cultivadas entre ambas. Hallará también indicado S. E. el único arbitrio a que, por penoso que sea, tiene que apelar el infrascrito, habiendo sido desestimadas por el Gobierno del Perú las legítimas exigencias de Chile.
Al estallar el conflicto que, sin provocación del Gobierno del infrascrito y bien a pesar suyo, ha interrumpido las relaciones amistosas que ligaban a Chile con Bolivia y colocado á las dos naciones en estado de guerra, la armonía mas perfecta existía entre Chile y el Perú. La amistad de estos Estados, estrechada desde los primeros días de su existencia, se había mantenido imperturbablemente y fortificado con el trascurso del tiempo, á influjo de sus mutuos intereses y conveniencias de todo órden, y con la sucesión de acontecimientos repetidos en que elevadas y comunes aspiraciones los habían llamado a unir sus esfuerzos como aliados, acontecimientos en que siempre cupo a Chile dar testimonios irrecusables de la generosidad y de la sinceridad de sus sentimientos.
En tal situación, natural era esperar que la causa de Chile en el conflicto aludido, causa á cuyo lado militan la razón y la justicia, la civilización y la buena fe, hubiese encontrado en el pueblo y en el Gobierno del Perú nobles adhesiones y ardientes simpatías; y si consideraciones y miras divergentes hubiesen hecho olvidar por un instante los antecedentes de uno y otro pueblo, los fueros de una antigua amistad y hasta los intereses reales y permanentes, era, por lo menos, de confiar en que el Perú, sometiéndose á los deberes mas óbvios é imperiosos á que viven sujetas las naciones, inspirándose en ellos, acatando las sagradas obligaciones impuestas por la reciprosidad, por el respeto mútuo y por esos mismos intereses comunes a la familia americana, á que se ha dado un nombre mas usado que bien comprendido, hubiese guardado una severa y estricta neutralidad, aquella neutralidad cuando menos que le era indispensable adoptar para poder ejercer, como lo ha intentado, los delicados oficios de mediador, esto es, para ser el depositario de la confianza de las dos naciones contendientes.
Imposible es por tanto expresar el sentimiento de asombro y de sorpresa con que el Gobierno de Chile y la nación entera han tomado nota de la actitud asumida por el Perú.
Esa actitud está claramente revelada por hechos tan notorios como repetidos. No considerará aquí el infrascrito, sino para hacer una simple mención, las reuniones populares que en muchas ciudades de la República han tenido lugar, consentidas expresamente por las autoridades, para aclamar públicamente la unión con Bolivia y la guerra contra Chile. Tampoco pondrá á la altura de los hechos mas graves el clamor unísono y diario de la prensa, que en apasionado y con frecuencia ultrajante lenguaje, invoca el rompimiento con Chile y la causa común con Bolivia, como la aspiración y el propósito mas encarecidos de este país. Fijará únicamente su atención en actos de gravísimo carácter, imputables al Gobierno de V. Ε.
Ninguna precaución ha sido bastante para ocultar por mas tiempo la existencia del Tratado Secreto de Alianza que en 1873 celebraron Bolivia y el Perú. Según ese pacto, ajustado cuando Chile descansaba en la confianza de que una profunda paz reinaba en sus relaciones con este país, con Bolivia y con todas las naciones, el Perú quedó formalmente obligado á constituirse, dado el conflicto hoy existente, en enemigo de Chile, y á comprometer en su daño sus naves, sus ejércitos y sus tesoros.
No solo existe ese compromiso consignado en el pacto secreto de 1873. El Gobierno del infrascrito es sabedor de que el de V. E. ha empezado á dar cumplimiento, suministrando directa aunque ocultamente al de Bolivia armas y municiones de guerra.
Profundamente ofendido Chile por la actitud del Perú revelada en estos dos hechos concretos, pudo desconocer desde luego el carácter neutral que pretende conservar esta nación, y tratarla como enemiga. Tal conducta habría tenido, como en efecto tiene en su apoyo, la sanción mas explícita del derecho internacional. No procedió sin embargo con el rigor de que era dueño de usar; quiso evitar la guerra con un pueblo cuya amistad no le ha sido jamás indiferente. Se limitó á enviar instrucciones á su representante cerca del Gobierno de V. E. para que le invitase á explicar con lealtad el objeto real de sus preparativos bélicos, manifestar la naturaleza y alcance del Tratado Secreto de Alianza pactado con Bolivia, y a hacer una formal declaración de sus propósitos. Tal fué la intención del despacho que el infrascrito tuvo el honor de dirigir a V. E. el 17 de Marzo, la misma que le llevó nueve días después á conferenciar sucesivamente con el Excmo. señor Presidente de la República y con V. E.
Sabe V. E. que no tuvo el infrascrito la fortuna de lograr éxito en esas bien intencionadas tentativas. La contestación al citado despacho del 17 refirió al Enviado especial que el Perú tiene acreditado en Chile el dar aquellas explicaciones; pero en el Enviado peruano, interpelado sobre la existencia del tratado secreto, solo ha tenido por conveniente responder con una temeraria ocultación, declarando que le es desconocida, que interrogará a su Gobierno. En cuanto a las conferencias aludidas, no ignora V. E. que el infrascrito tuvo el pesar de saber que no obtendría del Gobierno peruano declaración de neutralidad, que estaba ligado por un pacto de alianza con Bolivia, que ninguna consideración era bastante poderosa para inducirle à la ruptura de ese convenio.
El carácter de beligerante asumido pues deliberadamente por el Gobierno del Perú en el hecho de haberse negado á hacer la declaración de neutralidad que le fué pedida, en el de haber dado por fundamento de su negativa la existencia de una alianza concertada con uno de los beligerantes, en el de haber suministrado á este auxilios directos de armas y municiones, y en la actitud bélica que revelan después de estos antecedentes, los activos aprestos que el infrascrito mencionó en su citado despacho de 17 de Marzo y que han continuado y continúan con inusitada solicitud; todo esto hace ver que no es compatible con la dignidad de Chile el mantenimiento de esta Legación, que desde su llegada al Perú y durante su prolongada permanencia, no ha sido guiada por otras miras que por las de servir con absoluta consagración al cultivo de la fraternal amistad que debiera ligar perfectamente a uno y otro pueblo.
Declara por tanto el infrascrito terminada su misión de paz, declina toda la responsabilidad de esta determinación en el Gobierno del Perú que la ha hecho necesaria y ruega á V. E. se sirva enviarle sus pasaportes para dejar el país en la mas próxima oportunidad.
Con tal motivo tiene el honor de reiterar al señor Ministro de Relaciones Exteriores del Perú las expresiones con que es de S. E.
Muy atento y seguro servidor.
JOAQUIN GODOY.
Al Excmo. señor D. Manuel Irigoyen, Ministro de Relaciones Exteriores del Perú.
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Irigoyen, Manuel. "Memoria que el ministro de Relaciones Exteriores presenta al Congreso Extraordinario de 1879, sobre el conflicto suscitado por Chile contra las repúblicas del Perú y Bolivia". Lima, 1879.
Saludos
Jonatan Saona
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