"La "Independencia" y la "Covadonga"
Con no poca sorpresa, he leído en un diario de Valparaíso el parte que el comandante de la "Covadonga" dá á su gobierno, del resultado de lo que él llama combate con la "Independencia," no habiendo sido otra cosa que una fuga, y aun cuando pudiera creerse á primera vista, que no estoy á la altura suficiente para ser el primero en des. mentir el embuste del comandante Condell, la narración de los hechos hará comprender que yo, y solo yo, soy el obligado á poner á raya la indigna conducta del protegido de Stanley.
Debo declarar primero que todo, que no escribo con indignación, porque no se puede sentirla tratándose de hombres y de hechos que solo inspiran el desdén á las almas nobles y honradas, y que no digo una sola palabra que no sea la verdad, pues á nadie se le ocurre hacer á la desgracia objeto de la lisonja.
Mas afortunada la "Covadonga" que cuando fué hecha víctima de la mas indigna y mas cobarde de las sorpresas, pudo huir ante el pabellón del Perú, sin querer imitar el heróico ejemplo de la “Esmeralda,” único hasta hoy que los chilenos han dado de su decantado valor, entregada á la suficiencia de un bribón que tanto pudo esperar la recompensa del Perú perdiendo el buque, como lo salvó por la recompensa chilena. Si el señor Condell hubiese tenido la suficiente entereza de su imprudente confianza, tratándose de un hombre avecindado largos años en el Perú, léjos de cantar un triunfo imajinado, debía haber permanecido mudo y avergonzado ante el sacrificio de la nave compañera que no procuró de ninguna manera impedir con el apoyo de sus armas.
El práctico Stanley arrastraba á la "Covadonga" por nuestra peligrosa costa del sur, mientras que la "Independencia" guiada por el fogoso patriotismo de su Jefe, se proponía tratar á su enemigo como se trata a quien no merece sino el tratamiento de despreciar: es decir, la "Independencia" solo quería hacer uso de su espolón, lo mismo que se emplea para ciertas gentes la punta del pié. Y así como no es difícil que el que aplica á un bellaco un punta pié, sufra una caída por algún accidente de la distancia, así también poco lo fué que la fragata tocase en una roca, по marcada en los mapas; y que imposibilitó la destrucción del enemigo.
Comienza aquí el gran drama y con él el papel que yo desempeñé y que me dá títulos bastantes para decir al señor Condell, en réplica de su parte, no solo que miente sino que después de haber sido cobarde ha sido miserable!
Pocos momentos después de varado mi buque, у cuando mi tan desgraciado como valiente Comandante se convenció de que toda esperanza de salvación era perdida, esperando como era natural se aprovechase de tan terrible ventaja, me ordenó incendiar la Santa Bárbara, y debe creer el señor Condell que ni mi Comandante ni yo sentimos el temor de la tremenda pero gloriosa consecuencia como no lo sentiremos si andando el tiempo se nos proporciona la oportunidad que siempre perseguiremos de decir al señor Condell que es un miserable impostor. Yo fuí á cumplir la órden, pero por desgracia el lugar objetivo había sido inundado por las aguas. Fué entonces que al volver á la cubierta á dar el aviso á mi Jefe, descendía éste á la máquina, recomendando á gritos á los que estaban en cubierta, la custodia del pabellón. En el puente yo y tres guarda-marinas mas escuchamos algunas palabras que se nos dirijían de la "Covadonga," sin haber podido comprender sino esta frase: "á estribor."
Como el ademan de las personas que se hallaban en el portalón del buque enemigo era amenazador, les contesté con una interjección que nos valió una furiosa descarga.
Falso es, pues, que el Comandante Moore hubiera estado en el puente en los momentos á que se refiere el Comandante Condell; falso, por lo mismo, que aquel hubiese dicho que estaba rendido y hubiese pedido embarcaciones al enemigo; falso, por último, que el pabellón hubiese sido arriado, porque lo custodiábamos hombres de un país que jamás ha hecho uso de bandera ajena para robar buques ajenos.
Cuando el Comandante del buque subió á la cubierta después de su viaje á la máquina, ya la "Covadonga" huía con toda la fuerza de la suya, y no porque se avistase el "Huáscar," como dice el señor Condell, sino porque no tu vo ni el valor ni la dignidad bastantes para aprovecharse de las innegables ventajas que las circunstancias le habían dado respecto de nosotros.
Se me ocurre preguntar al señor Condell: ¿Por qué si el Comandante de la "Independencia" se declaró rendido, por qué si el pabellón fué arriado, por qué si nuestra tripulación huía á nado y en los botes, él con un buque que se movía perfectamente, con embarcaciones que podían prestarle grandes servicios, con una dotación que no había sufrido sino dos ó tres bajas según él dice, por qué, repito, no procuró tomar un solo hombre, un solo pedazo de madera que pudiese llevar á sus piés como trofeo de la victoria?
¿Por qué?
Porque las palabras que oyó el señor Condell como dichas por el Comandante Moore, porque el pabellón arriado, porque la presencia del "Huáscar," no fueron otra cosa que la visión calenturienta de un hombre completamente dominado por el miedo.
¡Oh! Si el señor Condell hubiese querido dar una prueba de su valor militar, de su amor propio personal y de su dignidad de chileno, él habría venido á bordo de la fragata á buscar hombres que matar para desagraviar á la civilización espantada ante los asesinatos de las mujeres y de los niños de nuestros puertos indefensos.
Oh! Si el señor Condell hubiese querido reivindicar el honor de su patria, tan torpemente manchado con su reivindicación de camino, él habría venido á bordo de la fragata á decirnos que el lema chileno Por la razón ó la fuerza no es solo aplicable á la propiedad ajena y á la debilidad femenina.
Pero el señor Condell sabía que en la "Independencia" había de encontrar á los vencedores de Abtao, á los vengadores de Valparaíso en el 2 de Mayo, y á los que le dieron á ese mismo señor Condell una lección de urbanidad á bordo del "Chalaco," y se conformó con ir á engañar á su gobierno y á su pueblo con un embuste que parece la creación de alguna desgraciada de ciertas de Valparaíso.
Voy á terminar diciendo al señor Condell: que su parte es una mentira infame, y que si alguna vez me toca encontrarlo en mi camino, yo le enseñaré como los hombres de alma templada sabemos tratar á la canalla.
CARLOS BONDY,
Alférez de fragata del Perú
Arica, Junio 14 de 1879."
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Muñiz, Carlos María. "Historia del Patriotismo, Valor y Heroísmo de la Nación Peruana en la Guerra con Chile". Arequipa, 1908.
Imagen: Carlos Bondy, muestra fotorrealista con I.A.
Saludos
Jonatan Saona
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