26 de diciembre de 2023

Sofanor Parra

Sofanor Parra
General de División Sofanor Parra Hermosilla

Este ilustre soldado de Chile, natural de la Villa de San Carlos en la Región del Nuble, nació el 20 de octubre de 1850, en el hogar formado por don José Luis Parra y doña Narcisa Hermosilla. El matrimonio, de condición acomodada, pudo brindar a su hijo una buena educación en el Liceo y en el Seminario Conciliar de Concepción, Sofanor Parra creció en el campo de su padre y allí se familiarizó con el caballo, como todos los niños de su edad, criados en los verdes campos de la zona del río Ñuble.

Ingresó como cadete a la Escuela Militar en Santiago, cuando había cumplido recién dieciséis años, el l° de abril de 1867, egresando dos años más tarde, en mayo de 1869, como Alférez del arma de caballería.

Oficial del Regimiento de Caballería Cazadores, tomó parte en las acciones que esta Unidad desarrolló en las campañas de Arauco, cercanas a la línea del río Malleco, bajo la dirección del Coronel Urrutia. Durante este período ascendió a Subteniente y a Teniente en 1875.

Después que las fuerzas del Coronel Emilio Sotomayor desembarcaron en Antofagasta, en febrero de 1879, el comando chileno creyó conveniente ocupar la localidad boliviana de Calama. a fin de interceptar la línea de comunicaciones enemiga con el litoral. Para este efecto el Coronel Sotomayor organizó en Caracoles, una columna de las tres ramas que colocó a las órdenes del Teniente Coronel Eleuterio Ramírez. Sus fuerzas las componían tres compa­ñías del 2o de línea, una del 4o , una compañía de Cazadores a caballo y dos piezas de artillería de montaña, con un total de 544 hombres. Ramírez avanzó sobre Calama, originándose un combate que dio por resultado la derrota de las escasas fuerzas bolivianas que guarnecían la localidad, En este combate recibió su bautismo de fuego el Teniente Parra, comandando una parte de los Cazadores.

La guerra llevó a las fuerzas chilenas al territorio peruano de Tarapacá y el 2 de noviembre se realizó el desembarco a viva fuerza en el puerto de Pisagua. Ocupado éste, el Ejército continuó hacia el interior y el día 3 de noviembre el Teniente Coronel de la Guardia Nacional José Francisco Vergara se ofreció para efectuar un reconocimiento hasta la importante aguada de Dolores, al frente de dos compañías del Regimiento Cazadores a caballo (175 jinetes) y una plana mayor de 5 oficiales. El objetivo era constatar la veracidad de la presencia de 6.000 hombres que habrían llegado a San Roberto, entre Hospicio y Jazpampa. Entre los oficiales de Cazadores se encontraba el Capitán Pana, que junto con el Capitán Barahona, tenían el mando de los Cazadores.

El día 6 de noviembre, los chilenos tuvieron un encuentro con una fuerza Perú-boliviana de caballería y en el entrevero, los chilenos obtuvieron una brillante victoria, quedando tendidos en el campo de Pampa Germania, el Teniente Coronel peruano José Sepúlveda, que los mandaba y la mayoría de sus soldados,

Desde este momento, Sofanor Parra tomó parte en todas las acciones que se desarrollaron en la guerra, como las operaciones realizadas en 1880 en el valle de Locumba, posteriormente en Tacna, en Tarata contra los montoneros de Leoncio Prado, en Chorrillos y Miraflores. En todas estas acciones de guerra, Sofanor Parra manifestó una decidida voluntad de actuar y las balas lo respetaron en el campo de batalla.

La guerra parecía terminada después de las jornadas de Chorrillos y Miraflores, sin embargo debía continuar por espacio de más de dos años en las fragosidades de la Sierra peruana. Parra no regresó con las primeras tropas que volvieron a Chile, sino que permaneció en el Perú con su Regimiento Cazadores; en sus filas realizó las últimas hazañas de su vida guerrera. Había sido ascendido por méritos, el 23 de febrero de 1881, al grado de Sargento Mayor cuando contaba con treinta años de edad y ya su espada se había destacado en muchísimos entreveros de caballería, con lo que había ganado un merecido prestigio, como uno de los grandes de esta arma. Su vida era hasta ese momento una leyenda épica, de increíble fortuna. Las balas del adversario habían silbado junto a su cabeza y sobre ella también, habían relampagueado las brillantes hojas de los pesados sables enemigos sin tocarlo. Así, formó parte de la expedición sobre la zona de Junín, bajo el mando del Comandante Ambrosio Letelier.

El tiempo corrió inexorable y la voluntad de resistencia, hecha carne en el General Andrés Avelino Cáceres, obligó a los chilenos a batirse constantemente contra soldados regulares montoneros e indígenas, soportando las más grandes penalidades. De esta manera llegaron los días del invierno de 1883.

Lynch, que deseaba terminar de una vez por todas con las fuerzas de Cáceres, el llamado “Brujo de los Andes” , organizó una expedición que debía encerrar en su madriguera a este notable hombre y abrir de esta manera el camino definitivo hacia la paz. Pero este destacado jefe peruano logró despistar a las fuerzas del sur, mandadas por el Coronel Marco Aurelio Arriagada y dirigirse contra la columna del norte que mandaba el Coronel Alejandro Gorostiaga, con la intención de batirla en detalle. Gorostiaga, dándose cuenta de las intenciones de Cáceres retrocedió a Huamachuco, donde el 10 de julio de 1883, se libró la victoria definitiva sobre las fuerzas peruanas de Cáceres y que permitió lograr el convenio de la paz que puso fin al conflicto bélico.

La batalla, muy encarnizada, se inclinaba hacia Cáceres y sus soldados ascendían las laderas del cerro Sazón, estrechando a sus adversarios en unas ruinas incaicas que cubrían sus faldas; sólo faltaba el último esfuerzo de los peruanos para alcanzar la victoria. En esa difícil situación, Gorostiaga tomó una audaz resolución. Hizo tocar el fuego e inmediatamente los cometas hicieron retumbar los cerros cercanos con el toque del “Calacuerda'; las bandas rompieron con el Himno Nacional y el grito de: ¡Viva Chile! llenó los cerros y la pampa; mientras batían tambores y sonaban cometas, ordenando al ataque, mil demonios salidos de las ruinas incaicas, donde se habían ocultado para combatir saltaron, haciendo brillar sus bayonetas, al sol de medio día y en un choque terrible rompieron las líneas adversarias haciendo inútiles los intentos de los jefes peruanos por mantenerlas. Junto con la infantería, cargó sobre el enemigo el Mayor Sofanor Parra, al frente de sus Cazadores, saltando por sobre los cañones de artillería y acuchillando a sus sirvientes. Con este fulminante contraataque chileno, la victoria fue decisiva. Parra había logrado un nuevo galardón junto a sus soldados y en la persecución, sus hombres fueron decisivos para aventar el último ejército organizado que presentó el valeroso caudillo de las breñas.

La guerra había terminado y Sofanor Parra regresó a Chile, donde recibió el ascenso a Teniente Coronel. El presidente Santa María lo nombró su edecán, puesto que dejó, para servir el de Segundo Comandante del Regimiento Granaderos y posteriormente el de Comandante.

Durante la Guerra Civil de 1891, se abstuvo de tomar parte por ninguno de los bandos en lucha. Pero las represalias que los opositores a Balmaceda tomaron con el Ejército, lo hicieron abandonar el servicio en mayo de 1892. Sin embargo, se desempeñó como instructor de un Regimiento de Milicias que, con el nombre de “Húsares de la Muerte”, organizado por don Enrique Allende Ríos, cuando la guerra con Argentina pareció inminente, preparó a ciudadanos dispuestos a servir de nuevo a su Patria en los campos de batalla. Tres años permaneció en retiro, hasta que llegó para él la justicia y en 1896 se le reincorporó y destinó al comando de Cazadores, su viejo Regimiento con el cual había cosechado tantos lauros en sangrientos encuentros con el enemigo.

En sus filas ascendió a Coronel y en 1900, en reconocimiento de sus méritos, se le envió a Europa, donde permaneció agregado al célebre Regimiento de Ulanos y posteriormente a la Escuela Práctica de Caballería de Hannover, en el Ejército del Imperio alemán.

Su brillante desempeño dejó muy en alto el nombre del Ejército de Chile y recibió del Emperador Guillermo II, la Estrella Real de la Orden de la Corona.

A su regreso en Chile, desempeñó diversos cargos en el Alto Mando de la Institución, como Inspector General de Caballería y Comandante en Jefe de la IV División. Ascendió a General de Brigada en junio de 1908 y se hizo cargo del comando de la II División. En septiembre de 1912, llegó al pináculo de la carrera al ser promovido a General de División, grado con el cual desempeñó la Comandancia General de Armas de Tarapacá.

El 16 de noviembre de 1916, se le concedió el retiro absoluto del Ejército, cuando había cumplido sesenta y seis años de edad y casi cincuenta años de servicios.

El General Parra continuó su práctica de montar todos los días y los vecinos de la calle Gálvez veían pasar al venerable General, correctamente montado en su caballo negro en dirección al Parque Cousiño, Allí practicaba equitación y se entretenía observando la instrucción de Cadetes o de los soldados del Regimiento Tacna. En las calles de Santiago, su figura alta y espigada se hizo popular, cuando, con su levita civil, paseaba por las aceras o por la Alameda.

Pero en la mañana del 1° de noviembre de 1925, al prepararse para montar a caballo, sintió un fuerte dolor al pecho que obligó a llevarlo a su lecho. Cuando recién el alba se anunciaba sobre la cordillera del día 2, aniversario de Pisagua, el General Sofanor Parra dejó de existir.

Sus Cazadores lo acompañaron a su última morada y en las calles, el pú­blico, contempló con recogimiento el paso del cortejo que conducía la urna que encerraba al bravo oficial que guió a sus soldados en Huamachuco.


*******************
Estado Mayor General del Ejército. "Galería de hombres de armas de Chile" Tomo II. Santiago.

Saludos
Jonatan Saona

No hay comentarios.:

Publicar un comentario