6 de abril de 2020

Herrera en Chile

Carlos Herrera La Puerta
Edecán Carlos Herrera en Chile para entregar el pliego de renuncia de Mariano I. Prado

"CALLAO.
(De «EL PORVENIR».)

A bordo del Amazonas ha venido el señor comandante Carlos Herrera y La Puerta, edecán de S. E. el General Prado que marchó á Chile á devolver los despachos de General que el gobierno de esa nación expidió á favor de nuestro actual mandatario cuando la cuádruple alianza.

Esta mañana se dirijió el señor Herrera, inmediatamente que desembarcó, á la capital, á dar cuenta de su comisión.

La respuesta que el Gobierno chileno dá al Excelentísimo señor General Prado os la siguiente:

Santiago, Abril 17 de 1879. Excelentísimo Señor:
Acuso á V. E. recibo de la nota en que V, E. se ha servido poner en mi conocimiento, que sus deberes de ciudadano y de mandatario del Perú, lo ponen en el caso de hacer renuncia del empleo de General de División, con que distinguió á V.E. el Congreso de esta República, en la época que Chile era la aliada fiel del Perú, para rechazar la invasión española en el Pacífico.
Cumpliré con el deber de dar cuenta á S. E. el Presidente de la nota de V. E. que me cabe el honor de contestar.
De V.E. atento y seguro servidor.— Cornelio Saavedra.
A S.E. el señor don Mariano I. Prado.

Respecto al viaje del señor Herrera leemos lo siguiente:

El 15 del próximo pasado á las 5 p. m. llegó á Valparaíso el señor comandante Carlos Herrera y La Puerta, edecán de Gobierno, llevando, como oportunamente lo anunciamos, la renuncia que el Presidente del Perú hizo de la clase de general de división, concedida por el Congreso de Chile, durante la cuádruple alianza.

El Intendente preguntó al señor Herrera cuál era su carácter y comisión. Satisfecha por éste su demanda, telegrafió á Santiago, pidiendo al Ministro Saavedra, á nombre de Herrera, una audiencia.

La contestación fué afirmativa, señalándose el 17 de Abril á las 2 p.m.

El día 17 el señor Herrera salió del Hotel Inglés, en Santiago, donde se había alojado, con dirección á las oficinas del Ministerio de Guerra.

Eran las 2 p.m.

Los corredores estaban atestados de jente, ávida de curiosidad: ansiaban conocer al enviado peruano.

El ex-Ministro de Guerra, coronel Cornelio Saavedra salió á recibir al comandante Herrera. Sabía ya la misión del jefe peruano y aún le había prevenido que no asistiera en traje militar, pues el uniforme peruano no seria bien visto.

Sin embargo, en cumplimiento de su deber, Herrera vistió su uniforme de gran parada y se colocó al pecho las decoraciones otorgadas por el Perú y Bolivia, á los vencedores del 2 de Mayo.

Fué cordialmente recibido, y dijo:

—De parte de S.E. el señor General Prado Presidente del Perú, vengo á entregar este pliego á US.

Recibiólo el señor Saavedra; rasgó la cubierta é impuesto de su contenido, contestó:

—Mucho sentimos que el General Prado no pertenezca á nuestro Escalafón.

Ofreció asiento al señor Herrera y se entabló una lijera conversación de circunstancias, en la cual campeó franca cordialidad.

Breves instantes después el Edecán del Gobierno de Chile Coronel Samuel Valdivieso acampanó en coche descubierto hasta el hotel inglés al Edecán peruano.

Un hidalgo sentimiento nos obliga á comunicar á nuestros lectores que, según nos lo ha dicho el señor Herrera, el señor Valdivieso prodigó á nuestro amigo las mas finas atenciones. Aun llegó a contener enérgicamente los desmanes de un chileno que en Llallay mientras almorzaban los dos edecanes, quiso injuriar al señor Herrera.

Todos lo titulaban espía: la multitud fijaba en él siempre que aparecía en público, miradas de asombro y curiosidad.

No faltaron turbas aglomeradas á la puerta del "Inglés" vociferando:

«¡Ha venido con pretexto para espiarnos! ¡fuera el espía peruano!»

La policía dispersó á los apostrofadores.

El enviado del Perú hubo de sufrir al embarcarse con destino al Callao. El plan de guerra combinado contra su cartera por los fleteros de Valparaíso. Los cumpas habían convenido en cobrar veinte pesos para conducir al señor Herrera á bordo; y tal fue la cantidad del pago. Si tarda un poco mas sube la tarifa.

En Antofagasta presenció el señor Herrara el siguiente episodio.

Encontrábase á bordo del «Rímac,» el conocido Rafael Vial, cuando llegó con procedencia del puerto, un militar graduado de teniente coronel.

Vial se acercó al joven comandante chileno, dirijiéndole un speech patriótico: al mismo tiempo le abría sus brazos.

El comandante chileno miró un momento con severidad al entusiasta escritor tribuno, y contestó á la improvisada alocución con estas palabras:

—No doy jamás mi mano á traidores. —Yo he sido secretario del señor Ministro de la Guerra y sé quién es U. -Sé que me deshonro con saludarlo.

Y volteó la espalda.

Que nuestros lectores hagan lo comentarios á que este incidente se presta.

Durante la travesía se esforzaban los pasajeros chilenos por disuadir al comandante Herrera, para que no desembarcase.

—Le ofrecían ser ellos los conductores del pliego cerrado, y le pintaban los mas serios peligros, para que no llenara su cometido."


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Texto tomado del diario "El Eco del Misti", Arequipa, jueves 8 de mayo de 1879.

Saludos
Jonatan Saona

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