6 de mayo de 2019

María Nieves Bustamante

María Nieves Bustamante
María Nieves Bustamante
(Texto tomado de "El Perú Ilustrado" Lima, 18 de mayo de 1889)

Engalana la primera cara de este número el retrato de la joven escritora arequipeña, Srta. María Nieves y Bustamante, nuestra colaboradora.  No pequeños esfuerzos nos ha demandado la adquisición del retrato de la señorita  Nieves, cuya modestia se opuso, durante algunos meses, á que llenáramos con ella el deber que nos hemos impuesto, hacia cada  uno  de  los  que  nos  favorecen  con los galanos frutos de su talento ó ilustración.

De la señorita Nieves ponemos decir lo que ya asentamos al hablar de Amalia Puga, tan joven como ella y, como ella, destinada á alcanzar alto renombre en las letras nacionales. Queremos referirnos á esa profundidad de conceptos, á ese estilo correcto y galano sin afectación, que distinguen todos sus artículos, dignos de la pluma viril de un pensador práctico ya en la auscultación de las dolencias sociales.

La señorita Nieves cultiva la prosa y no conocemos de ella artículo ninguno, en el que la tendencia moralizadora, no salte á la vista, rodeada de los mas galanos atractivos, que despiertan en el lector ese interés tan difícil de inspirar y que tan pocos saben sostener.

El boceto biográfico referente á la se­ñorita Nieves ha sido escrito por nuestro digno amigo y colaborador, don Francis­co Javier Delgado á quien, muy gustosos, hemos cedido nuestro lugar por esta vez, agradeciéndole que, al favorecernos con ese bien trazado retrato, haga mas digna de quien la motiva, la manifestación que hace hoy nuestro semanario á su joven é inteligente colaboradora.

María Nieves Bustamante
María Nieves Bustamante, hija legítima del estimable caballero don Emilio Nieves, inteligente profesor en Farmacia, y de la distinguida señora doña Manuela Bustamante, nació en Arequipa el 13 de Abril de 1865.

Es digna de mencionársela circunstancia especial á que debió su nombre: 
El hijo primogénito de sus padres había nacido sin vida, y estos, creyentes sinceros, hicieron la promesa de que si el nuevo fruto de su enlace nacía vivo y era mujer, le llamarían María, como la madre de Jesús. Sus deseos se cumplieron, y fué sábado, día consagrado por el mundo católico al culto de la Virgen, el en que nació la niña, que había de ser el orgullo de sus padres y legítimo honor de la ciudad que albergó su cuna.

Hemos apuntado esta circunstancia por la poderosa influencia que ha ejercido en su espíritu, y que se revela en todos sus escritos.

La tierna y esmerada solicitud con que sus padres cuidaron de su educación, no la apartó nunca del seno de su querido hogar, en el que vivió y vive cual tímida violeta entre su follaje: y jamas la enviaron á colegio alguno, pues temían que tan delicada flor se marchitara al contacto de las espinas que abundan lejos del maternal regazo.

Su amorosa madre fué pues, su primera maestra, pero luego, cuando se hizo necesario completar su instrucción primaria y media, sus padres encomendaron en su propia casa á profesores competentes, esa tan delicada labor.

Brillantes dotes descubrió la niña, y su irresistible deseo de saber obligó á sus padres á dedicarla á estudios superiores: cosa por entonces enteramente excepcional y que hizo bajo la dirección de distinguidos catedráticos.

Desde luego mostró gran inclinación por las letras; los estudios filosóficos y teológicos, la historia patria y la Literatura eran ramos de su predilección y ¿cómo nó? cuando su corazón latía á los impulsos de la Religión y la Patria, y su amor á lo be­llo la impulsaba hacía la sublime belleza de esos dos polos que sostienen el eje que hace girar, en la heroica y viril Arequipa, la esfera de la vida social.

Sus primeros ensayos en literatura no salieron del circulo de la familia, que empezaba á cosechar los sazonados frutos de la educación de María, y se gozaba con ellos; y tal vez nunca hubieran franqueado sus obras los dinteles del hogar, si una de las cuerdas mágicas de su corazón no hubiera sido conmovida por aquel tremendo infortunio que nos abrumó durante la guerra y que vino á abrir amplios horizontes á su vasta é ilustrada inteligencia.

Había llegado para el Perú un día fatal; el 8 de Octubre de 1879; en él se consumó la pérdida del legendario “Huás­car”; el sacrificio del inmortal Miguel Grau..........................

Tan infausta noticia produjo en Arequi­pa, como en todo el país, terrible impresión; en los primeros momentos, no se oían por todas partes sino explosiones de dolor y de indignación, pero bien pronto, reaccionado el espíritu, fué esta ciudad el teatro de la mas grandiosas manifestaciones de duelo á la vez que de patriótico ar­dor, y todos, todos, á porfía; desde el acaudalado ciudadano hasta el humilde obrero; desde la mas respetable matrona hasta la mas humilde obrera, acudieron ante el altar de la patria á depositar, su dinero, sus joyas, sus ahorros, su pan cuo­tidiano, para contribuir á la compra de un poderoso buque blindado que reemplazase al glorioso monitor, y llevara el nombre de MIGUEL GRAU.

¡Espléndidas manifestaciones fueron aquellas!

Por entonces se hallaba en la ciudad del Cuzco el señor Emilio Nieves, y su hija profundamente imprecionada, recogió cuidadosamente hasta los mas mínimos por­menores de los acontecimientos y de la actitud de Arequipa, y en detallada carta los trasmitió á su padre, en aquel estilo i que solo sabe dictar el corazón herido por el infortunio.

Leía su comunicación el señor Nieves i en su establecimiento público á sus ami­gos, y bien pronto le rodearon centenares de personas á quienes se repetía la lectura.

Los arequipeños residentes en la capital incásica, entusiasmados con tan importante documento, lo pidieron al señor leves y, apesar del carácter privado que revestía, fué publicado aunque anónimo, en hojas sueltas, que se repartieron con profusión, y que el público demandó asiduamente como que era verdadera joya li­teraria.

Poco después se fundó en el Cuzco el periódico «La Ley» , y sus redactores, interponiendo los respetos del señor Nieves, obtuvieron, no sin grandes esfuerzos, de la señorita María, la correspondencia de Arequipa, que ella remitía anónima, pues apesar de los triunfos que había alcanzado, su modestia, la hacía huir la ostentación.

«El Eco del Misti» que se editaba en Arequipa dió á sabor que aquella correspondencia era escrita por una señorita arequipeña, y suplicó su colaboración; pero el velo del anónimo aún no se había levantado. Era preciso que otro suceso de inte­rés patriótico venciera las resistencias de la distinguida escritora.

La pérdida del Huáscar decidió de nuestra suerte en la guerra con Chile, y la invasión se realizaba ya en las costas del Perú.

Los chilenos no tardaron en presentar­se en el puerto de Mollendo, haciendo lujo de ferocidad donde quiera que posaron sus plantas é incendiando, matando, saqueando, destruyendo y amenazando llegar á las puertas de Arequipa.

La ciudad de los libres se puso de pié, y aunque no contaba con elementos bélicos, acudían presurosos los ciudadanos, con sus propias armas, bien inaparentes para un combate, á alistarse para marchar sobre los huestes invasoras.

Organizóse una expedición militar, compuesta de la pequeña guarnición de la plaza, de lo más distinguido de la juventud arequipeña y de numerosos arte­sanos, y salió sobre Mollendo al mando del Prefecto señor González Orbegoso.

Entretanto, en Arequipa todo era movimiento y aparato militar, y las matro­nas más respetables preparaban camas, vendas, hilas y curación para los heridos que habían de resultar del combate.

Entonces fué cuando, fuertemente comprometida por aquellas, la señorita María Nieves Bustamante, para mover el patriotismo del pueblo y demandar los auxilios que la situación exijía, por medio de la prensa; publicó, bajo su firma, por primera vez, un artículo lleno de bélico entusiasmo, que aseguró desde entonces reputación literaria.

Por fortuna, al aproximarse nuestras fuerzas al enemigo, regresó éste a sus naves.

El primer tributo público del talento de la señorita Nieves Bustamante, fué pues, á su patria.

Desde entonces su pluma estuvo destinada á no descansar, y fué solicitada, á porfía, de todas partes.

Ha colaborado en «El Eco del Misti» en que escribió por tres años consecutivos la sección Revista de Arequipa la cual es la crónica más acabada de acontecimientos que se realizaron en esa ciudad, con motivo de la guerra; en el «Eco de Arequipa», en «La Bolsa», y en «La Libertad», periódicos todos de la ciudad del Misti, y últimamente, en «Perlas y Flores», «El Perú Ilustrado» y el  «El Picaflor» de Lima, y en otros periódicos que ahora no recordamos.

Desde el año de 1882 tiene escrita parte de una obra histórica, que aún no ha podido terminar por la dificultad con que entre nosotros, se choca para conseguir los datos necesarios para un trabajo de ese género, por estar tan incompletos nuestros archivos.

La señorita Nieves Bustamante es miembro honorario del «Club literario de Arequipa», habiendo hecho éste la más estricta justicia á los relevantes méritos literarios de la señorita Nieves al inscribirla entre sus asociados...


Vamos á terminar, 
La señorita María Nieves Bustamante, no vive exclusivamente para las Letras, como pudiera  creerse.  Son ellas un medio de manifestación de su vida íntima, es cierto  pero son aun más un  brillante recurso de que dispone para los fines de su vida social, que se reducen á la práctica de la virtud y del bien.

Es miembro de varias sociedades piadosas y caritativas, y nunca se llama en vano á su corazón para que su pluma se deslice en favor de la desgracia, de la horfandad, de la miseria; siempre es el adalid de las más nobles causas en favor de los que sufren.

Por eso, modesta y virtuosa, vive feliz con el cariño entrañable de sus padres y su familia, con el sincero afecto de sus amigos y con las simpatías y la admiración de todos.

Francisco Javier Delgado.


***********************
Texto e imagen tomados de "El Perú Ilustrado" núm 106, Lima, 18 de mayo de 1889.

Saludos
Jonatan Saona

No hay comentarios.:

Publicar un comentario