26 de noviembre de 2018

F. García Calderón

Francisco García Calderón
(Texto tomado de "El Perú Ilustrado" Lima, 16 de julio de 1887)

Es para nosotros un honor, y hallamos en ello verdadera satisfacción, enriquecer hoy la primera página de nuestro presente número con el retrato del ilustre ciudadano Doctor Don Francisco García Calderón.

Los apuntes biográficos que respecto á él consignarnos, poco ofrecerán de huevo á nuestros abonados, pues los méritos personales y las virtudes de alto civismo que adornan al autor del “Diccionario de la Legislación Peruana,'’ son harto conocidos de todos, no solo en el seno del país sino también en el extrangero, donde quiera que la civilización del siglo y el progreso de las letras dejan sentir los efectos de su saludable influencia.

Francisco García Calderón.
Arequipa, la histórica ciudad del Misti, cuna de tántos hombres ilustres, que en las letras, en las artes y en la política han llamado la atención descollando como génios por sus notables talentos, por su ascendrado civismo y sus heroicas virtudes, lo es también del señor Dr. D. Francisco García Calderón.

Nació el 2 de Abril del año 1834 y fueron sus padres el Dr. D. Eduardo García Calderón, Vocal de la Illma. Corte Superior de Justicia de ese departamento y la distinguida matrona señora Buenaventura Landa, ambos naturales también de Arequipa.

En 1842 ingresó al colegio nacional llamado de la Independencia Americana, en aquella misma ciudad, y habiendo concluido los cursos de Filosofía y Matemáticas, en cuyos exámenes dio á conocer lo notable de su clara inteligencia, fué nombrado profesor de ambas asignaturas para el mismo establecimiento, en 1849, consagrándose, al propio tiempo, al estudio de las leyes.

En 1850 recibió los grados de bachiller, licenciado y doctor en Jurisprudencia, en la Universidad de»Arequipa, y después de dos años y medio en que se dedicó asiduamente á la práctica forence, sin dejar por eso de atender á sus deberes del profesorado, fué recibido de abogado en la Corte Superior de aquella misma ciudad, con la expresa condición de no ejercer la profesión mientras no cumpliera los 21 años de edad, que la ley exije para el libre ejercicio de la abogacía.

En 1854 fué nombrado por el Gobierno profesor titular de Jurisprudencia del mismo colegio, y dictó un curso completo de esta facultad, contándose hoy entre sus discípulos de ese tiempo, muchos jóvenes que por su ilustración y sobrada competencia se han distinguido en el profesorado, en la prensa, corno representantes del pueblo en el seno de las cámaras legislativas, y en las elevadas regiones de la diplomacia y la magistratura. Mientras tanto, García Calderón coordinaba sus originales para la publicación de la obra que había de servir de pedestal á la merecida fama que ha inmortalizado su nombre.

En 1859 se trasladó á Lima para proceder á la publicación de esa obra: el Diccionario de Legislación Peruana, y sin más recomendaciones que el mérito de su poderosa inteligencia y su delicado trato, se abrió franco paso por entre todos los hombres de ciencia y gran valía social en ese tiempo, hasta llegar al círculo de los Paz-Soldán, Ureta, Pacheco, Tejeda, Lazo, Carpio, Mariátegui, Vigil y otros que supieron estimar su carácter, su ilustración y talento. Su obra, cuya esmerada impresión duró largo de tres años, no solo le dió merecida fama entre los hombres de ciencia sino que lo hizo conocer, además, en las regiones oficiales, recibiendo marcadas muestras de deferencia del Gobierno del General Castilla y del Congreso de 1862 que le otorgó el inestimable premio de una gran medalla de oro en “ Honor al MERITO LITERARIO.”

En 1863 publicó un suplemento del mismo diccionario. En 1864 fué nombrado oficial 1.° de una de las secciones de la Dirección General de Hacienda, y cu 1865 pasó á ser jefe de sección en el mismo Ministerio. En 1866 ejerció el cargo de Director de Administración en la Secretaría de Hacienda y Comercio, que en ese tiempo servía el malogrado ciudadano D. Manuel Pardo, cargo que renunció á fines del mismo año, para abrir su estudio de abogado; y aunque no pudo contraerse á él asiduamente, por los cargos públicos que desempeñó en 1867 y 1868, lo conservó en cuanto le fué posible, volviendo después de su salida del Ministerio á ocuparse exclusivamente del ejercicio de su honrosa profesión.

En 1867 filó elegido diputado al Congreso Constituyente, por la provincia de Arequipa, y desempeñó la presidencia de esa Cámara en el último periodo de ella; y en Agosto de 1861 fué nombrado Ministro de Hacienda por el Presidente Balta, y desempeñó ese cargo hasta Diciembre del mismo año, con entero beneplácito del Gobierno y de todos sus compatriotas, que vieron en él al Ministro laborioso, inteligente y honrado.

Ya en 1874 había sido elegido Decano del “Ilustre Colegio de Abogados de Lima,” y Presidente del “Club Literario” única asociación de esta índole que por entónces servía de centro á las principales notabilidades literarias del país, y que hoy sigue establecida bajo el nombre de “Ateneo de Lima.”

Alejado de la política por su salida del Ministerio en Diciembre de 1868, continuó el ejercicio de su profesión de abogado, hasta que en 1876 volvió á tomar parte en aquella como Senador por Arequipa. “Sus discursos sobre huano, salitre, contribuciones, crédito público y especialmente en lo relativo á la guerra dice uno de sus biógrafos, han sido otras tantas profecías que hemos visto confirmadas por los hechos: ¡lástima grande que no se hubiesen seguido sus saludables advertencias, y que solo nos acordemos del profeta al llorar sobre las ruinas!”

Después de dos años de guerra y de frecuentes desastres, en que el Perú había consumido los recursos del presente y descontado el porvenir de una manera verdaderamente irreparable; enlutados los corazones de todos y fatigados los pueblos á pesar de su entusiasmo y de su amor á la patria; abatidos el comercio, la agricultura y la industria por tan conocidas causas, y agrupados para lo futuro obstáculos económicos, políticos y sociales de inmensa consideración, el país presentaba á los ojos de cualquiera un cuadro desgarrador y sombrío, desde los primeros días de la ocupación de Lima por el ejército chileno.

¿Quién podría remediar esa situación extraordinariamente difícil? Necesitábase para ello de los esfuerzos de un ciudadano de buena voluntad, abnegado, inteligente, probo é ilustre por sus propios antecedentes, que para alcanzar el objeto perseguido estuviera resuelto á poner de su parte todos los medios precisos, aún á riesgo de sucumbir en la empresa, y por eso Lima invocó á García Calderón en sus días de congoja y de triste cautiverio, y éste aceptó noblemente más que el honor que entonces se le dispensara la labor de sacrificio que se imponía, con todas sus trascendentales y funestas consecuencias.

El día 18 de Marzo de 1881, instalóse en el pueblo de Magdalena el Gobierno Provisorio del Dr. García Calderón, que trabajaba sin descanso por corresponder dignamente al objeto de su elevación al mando supremo de la República.

Mas, está en la conciencia de todos el móvil que indujo á los jefes do la ocupación chilena, no solo á manifestar oposición á la existencia de ese Gobierno sino á reducir á prisión al ciudadano pacifico que lo representaba, extrañándolo en seguida del territorio peruano.

El 6 de Noviembre del mismo año 81 fué conducido, pues, á Valparaíso y Quillota en condición de prisionero de guerra, y permaneció en Quillota, pasando después á Rancagua en la misma condición de prisionero, hasta que pudo obtener su salvo conducto para dirigirse á Buenos Aires, en Mayo de 1884. En la hermosa Capital de la República Argentina fué objeto de especiales manifestaciones de aprecio de los hombres públicos más notables y de lo más distinguido de la sociedad bonarense, permaneciendo allí nueve meses hasta que en Marzo de 1885 pasó á visitar Europa, antes de regresar á su patria.

París, Bélgica, Italia y España han sido los países en que residió más tiempo durante su permanencia en el Viejo Continente, habiendo visitado de paso otras importantes capitales y recibido innumerables muestras de estimación y de aprecio hasta Julio de 1886, fecha en que regresó al Perú con su familia.

En su carácter de miembro correspondiente de la Real Academia Española, nombrado para el Perú desde 1879 asistió en Madrid á la sesión de recepción del célebre Padre Amir de la Compañía de Jesús, mereciendo del Presidente de dicha academia, Excmo. señor Conde de Cheste, la alta distinción de haberlo sentado á su derecha, como una muestra elocuente de su estimación especialísima.

Como Senador por el Departamento de Arequipa, es el Presidente de esa Cámara. Y además, hállase al frente del Rectorado de la Universidad Mayor de San Marcos de Lima, cargo para el que fué reelegido en Mayo del presente año, por haberse encontrado con la elección á su regreso de Europa.

Tal es, aunque ligeramente trazado con el perfil de nuestra insuficiente pluma, el eminente ciudadano cuyo trato ofrecemos hoy á nuestros abonados, y que por su inteligencia, sus méritos personales y sus virtudes está llamado á regir próximamente los destinos de la patria.


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Texto e imagen tomados de "El Perú Ilustrado" núm 10, Lima, 16 de julio de 1887.

Saludos
Jonatan Saona

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