4 de marzo de 2015

Manifiesto de Corral

Casimiro Corral
Manifiesto del Doctor Casimiro Corral por la invasión chilena a territorio boliviano

El correo ultimo ha venido a confirmar la noticia de la escandalosa ocupación de nuestras florecientes poblaciones de Antofagasta, Caracoles i Mejillones por fuerzas chilenas; i aun se asegura que quedaba bloqueado el puerto de Cobija.

Se ha consumado esa violenta agresión conculcando las leyes de la guerra, que observan todas las naciones civilizadas.

Se ha hecho ostentación de la fuerza bruta en territorios despoblados i con habitantes inermes i pacíficos, cometiendo con ellos profanaciones i crímenes excecrables.

El Gobierno que ayer se complacía en llamarnos sus hermanos, sus amigos i aliados, hoi acaba de inferirnos el ultraje i la ofensa, a mansalva i con alevosía.

Antes de arreglar en el terreno pacífico de la diplomacia las reclamaciones sobre el exiguo impuesto a la exportación de nuestros salitres, el Gobierno de Chile ha sido el primero en emplear la amenaza, i en situar en seguida en nuestras aguas sus poderosos blindados.

¿Ha pretendido humillar a Bolivia por cohonestar ante sus compatriotas, el pacto que ha firmado bajo la presión de los cañones arjentinos en el río Santa Cruz?

¿Por qué el Gabinete de Santiago no se ha anticipado a invocar el arbitraje previsto por el tratado que acaba de rasgar con la espada?

Solo falta que como Pinzón i Mazarredo, el Gobierno de Chile proclame como fundamento de su conducta la reivindicación, para patentizar su ambición de apropiarse de nuestros valiosos i admirables centros metalíferos, de nuestras cobaderas de huano i de nuestros inmensos depósitos de salitres i bórax.

Con semejante modo de obrar ha roto la Unión Americana i ha dado el triste escándalo de ostentar la fé púnica en sus tratados, abusando de la fuerza, que es la razón de los que no tienen justicia, con la seguridad que le asiste al que se cree invulnerable por el desierto i por el mar, i con la confianza de tener al frente un Gobierno que no conocía las tendencias de su contendor, ni las consecuencias de su imprevisión.

El Gobierno chileno ha desmentido la creencia que teníamos en su circunspección, su honorabilidad i su justificación: no ha querido comprender que no solo era nuestro aliado por la fraternidad americana, sino por nuestros vínculos de comercio, de industria i de solidaridad de intereses trascendentales.

La historia lo juzgará, i la opinión ilustrada de Chile nos dará la razón.

Mientras tanto, compatriotas, ante semejante ultraje no nos queda otra cosa que PROTESTAR como bolivianos, ya que la protesta es el recurso i el derecho que nos da nuestra condición actual.

Imitemos a la Francia que con su admirable juicio, con la inesperada concordia de sus partidos i su alta previsión, no pierde de vista a sus dos hermosas provincias comprometidas por el cesarismo.

Está rota la Unión Americana. Pero aun tengo fe en que la diplomacia ejercerá su civilizadora influencia, i que la acción de las cancillerías hermanas disipará las negras nubes que ha acumulado Chile sobre el hermoso horizonte de Bolivia: aun tengo fe en que el Gobierno de Chile, volviendo sobre su crédito i su honra, sabrá hacernos justicia i satisfará a Bolivia, recordando que en sus horas de tribulación supo acudir presurosa con el continjente de su apoyo moral i material.

Una de las repúblicas aliadas ha sido agredida con inusitada violencia, precediendo protestas de paz al enviar sus fuerzas navales a nuestras aguas. La alianza americana no existe para Chile. Esperemos sus consecuencias.

Pero, para todo caso, protestemos todos defender hasta el sacrificio nuestros sacrosantos derechos conculcados por el invasor. Protestemos con un solo pensamiento contra ese violento ataque, sin abandonarnos a los consejos que da la desesperación del patriotismo herido i de la honra nacional ofendida, i con paciencia, perseverancia i previsión, bien pronto llegaremos a ser lo que debíamos por nuestros grandes elementos de riqueza, por nuestro patriotismo i abnegación i por nuestro proverbial valor.

Esperemos, pero preparándonos, sin olvidar aquella máxima: Si vis pacem para bellum.

Puno, 26 de Febrero de 1879.
Casimiro Corral


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Saludos
Jonatan Saona

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