2 de noviembre de 2013

Parte de Exequiel Peña

Abanderado boliviano
Estado Mayor de la Segunda División Boliviana 

Agua Santa, Noviembre 4 de 1879. 
Señor General: 

Poco antes de las 5 AM. del dia 2 del corriente, tuvo conocimiento el Estado Mayor de la presencia en la bahía de Pisagua de algunos buques enemigos, cuyo número en esos momentos se hacia llegar a 14, contándose después hasta 20, tres de los cuales se decían neutrales. 

El enemigo se presentaba a aquel puerto en momentos en que estaba defendido solo por una compañía del batallón Independencia y algunas fuerzas de guardias nacionales que se hallaban situadas sobre la línea del ferrocarril. 

Inmediatamente, en cumplimiento de las órdenes impartidas por V. S., hice tocar generala en el campamento y procedí a colocar dos compañías del mismo batallón Independencia y una del Victoria en protección de la primera. 

Una hora después de la indicada (6.35 AM.), los buques chilenos rompieron sus fuegos sobre los dos únicos cañones de a 100 que había colocados uno al Norte y otro al Sur de la bahía; los que contestaron con algunos disparos, especialmente el segundo, que fue el que los hizo en mayor número hasta las 8 en que cesó el fuego de ambas partes. 

Como durante el cañoneo hubiese notado que el enemigo hacia apresuradamente sus preparativos de desembarco, reforcé las posiciones con los restos del batallón Independencia, que constaba de tres compañías, las que marcharon con el jefe a la cabeza, coronel don Pedro A. Vargas. 

Las ocho y cuarto serian cuando la escuadra enemiga, colocando alguno de sus buques a tiro de revólver de la costa, por permitirlo así la profundidad especial de esta bahía, rompió sus fuegos no solo de cañón sino también de ametralladoras y fusilería, todos ellos sobre la población y en particular sobre los puntos donde se encontraban nuestras tropas. 

Cumpliendo la consigna que se les había dado, los valientes soldados del Victoria y del Independencia se portaron heroica y tranquilamente, sin contestar ese terrible y mortífero fuego, hasta que, a las diez y media, el enemigo inició su movimiento de desembarco con 44 lanchas repletas de tropa, once de las cuales fueron las primeras en arribar a la costa, dirigiéndose gran número de las restantes a Guata.

Fue en esos momentos que nuestros soldados después de haber soportado impasibles las hostilidades de la escuadra y manteniéndose aun bajo sus fuegos, dieron principio a una tenaz y denodada resistencia.  

En su primera y segunda tentativa de desembarco el enemigo fue rechazado con numerosas pérdidas, viéndose obligado a retroceder hasta la escuadra, donde fue protegido por la corriente de proyectiles que ésta arrojaba sin cesar sobre nuestras fuerzas. 

Allí se organizó el enemigo y repuso sus pérdidas, emprendiendo en seguida su tercer ataque. 
Fue en esta situación que la artillería enemiga centuplicó sus disparos de cañón de ametralladoras y de fusilería; nuestras tropas se hallaron entonces sofocadas por el incendio de la población y el de grandes depósitos de salitre, que aumentaban el humo y el fuego del combate. 

En tales circunstancias mandé allí el resto del batallón Victoria, a las órdenes de su coronel Juan Granier, en protección de sus valerosos compañeros, quedando así comprometida toda la fuerza de que disponíamos, y que constaba de 790 hombres. 

Si bien el enemigo había conseguido desembarcar un considerable número de tropas, no se atrevía a abandonar las peñas de la playa que le servían de parapeto contra el nutrido e incesante fuego que le hacían nuestros soldados, concentrándose en tres puntos sucesivos sobre la línea del ferrocarril: en cambio, por los de Junín y de Guata había conseguido avanzar un gran trecho. 

Después de siete horas y media de haber luchado con una energía y decisión que aumentaba en la misma proporción que disminuían nuestras fuerzas, cuando el enemigo renovaba sus elementos de ataque con la reserva poderosa que conducían sus buques, recibí la orden de retirada, practicándose ésta con la misma serenidad y disciplina que nuestros soldados supieron mantener en el momento del combate. 

Constan de las relaciones adjuntas las pérdidas sufridas en los batallones Victoria e Independencia, sin que sea posible determinar con precisión la relación que existe entre muertos y heridos o prisioneros, por las circunstancias que han caracterizado este combate. 

Inútil me parece, señor General, recomendar especialmente la conducta de los jefes, oficiales y soldados que han tomado parte en esta denodada resistencia, por cuanto ha sido testigo del esfuerzo y heroísmo con que han defendido la noble y generosa tierra peruana que, regada hoy con la sangre de nuestros compatriotas y hermanos, enciende en nuestros corazones mas, sí es posible, el deseo de la reparación y la venganza. 

Con sentimientos de alto respeto y consideración, me cabe la honra de repetirme de V.S. muy atento y seguro servidor, señor General. 
EXEQUIEL DE LA PEÑA. 

Al señor General don Pedro Villamil, Comandante General de la segunda división boliviana. 


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Saludos
Jonatan Saona

3 comentarios:

  1. Verdaderamente uno de los mejores momentos del ejército Boliviano durante la guerra.

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  2. Creo que combatieron con valor hasta que vieron que era imposible resistir y huyeron hacia la pampa, no obstante, alrededor de 70 incluidos jefes y oficiales fueron hechos prisioneros.
    Creo que esta accion y posteriormente Tacna, fueron las únicas 2 en las cuales el Ejército Boliviano estuvo a la altura, el rwsto fue desastrozo (Retirada de Camarones, San Francisco y retirada definitiva despues de Tacna).

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