Por el Teniente Primero Juan Carlos Llosa
Transcurrían en el Perú de 1865, días de agitación popular y de turbulencia política, debido a la presencia en aguas peruanas de unidades de la Armada Española, las cuales, pretextando conformar una misión científica, amenazaban con su permanencia – desde hacía tres años - la seguridad nacional así como la paz del continente sudamericano. Luego de varios incidentes, hacia fines de ese año, 1865, se produjo la caída del gobierno constitucional del general Juan Antonio Pezet, que pasó a ser ejercido por su vicepresidente, el general Pedro Diez Canseco, y luego por el sublevado coronel Mariano Ignacio Prado, quien, desde Arequipa, encabezó una revolución que pretendía reivindicar el honor nacional ante la actitud contemporizadora del gobierno de Pezet, que, mediante el tratado Vivanco - Pareja, otorgaba a España concesiones económicas inadmisibles para la mayoría de peruanos de aquella época. Este acontecimiento traería consigo el rompimiento de las relaciones del Perú con la monarquía ibérica, así como el consecuente inicio de la guerra, a la cual se sumarían -en alianza- Chile, Ecuador y Bolivia. No causará extrañeza al lector el hecho que la Escuadra peruana de esa época se encontrara en muy mal estado, lo cual había obligado al gobierno de Pezet a realizar apresuradas adquisiciones de unidades navales en Europa, entre las que destacarían las corbetas Unión y América, la fragata Independencia, y el legendario monitor Huáscar.
En virtud a los acuerdos contraídos por los gobiernos del Perú y de Chile, el comandante general de Marina de ese entonces, capitán de navío Lizardo Montero, dispuso que el día 13 de diciembre de 1865 se hicieran a la mar las fragatas Amazonas y Apurímac. En esta última nave izó su insignia el capitán de navío Manuel Villar, comandante de la Escuadra de Operaciones, la cual navegó en demanda de Valparaíso con la misión de unirse a la Escuadra Combinada, que componían naves peruanas y chilenas, las mismas que debían enfrentarse a la amenaza hispana.
Aquel viaje a bordo del Apurímac, sería para el entonces alférez de fragata Ramón Freire Goytizolo, la primera travesía de importancia de su carrera naval, la misma que se había iniciado dos años antes al egresar del Colegio Naval Militar. Transcurridos dos meses del zarpe del Callao de la fragata Apurímac, encontraríamos al alférez Freire, de escasos diecisiete años, batiéndose valerosamente sobre la cubierta de su primera unidad, durante el combate naval de Abtao, el 7 de febrero de 1866, en el que las unidades aliadas al mando de Manuel Villar vencerían a una división de la Escuadra Expedicionaria española que combatió al mando del capitán de navío Claudio Alvargonzález.
Por extraña coincidencia, muchos de los jóvenes oficiales que integraban la escuadra sudamericana y que combatieron juntos contra las tardías y absurdas pretensiones españolas, con los años, y ya convertidos en experimentados jefes, habrían de enfrentarse en lucha a muerte durante la guerra del Pacifico.
Ramón Freire Goytizolo, nació en Lima en el año de 1849. Fue hijo del general de división Nicolás Freire y de doña Eustaquia Goytizolo. Su padre, el general Freire, tuvo una destacada actuación al frente del ministerio de Guerra y Marina, durante gran parte del gobierno de líder del poderoso partido civil, Manuel Pardo y Lavalle (1872-1876).
Durante los más de cuarenta años que el comandante Freire sirvió al Estado, le tocó vivir algunos de los momentos más difíciles de nuestra historia republicana, destacando entre ellos, los que corresponden a su participación en los combates de Abtao e Iquique.
Siendo teniente segundo conformó la primera dotación del monitor Atahualpa, la misma que tendría la responsabilidad de conducir a la recientemente adquirida unidad a lo largo de la extenuante travesía desde Pensacola, EE.UU, en el Atlántico, hasta el Callao (enero de 1869-diciembre de 1870), para su incorporación a la Escuadra Nacional, junto con la de su gemelo el Manco Cápac. En julio de 1872, reunido con casi todos los oficiales de Marina en servicio activo, agrega su firma al patriótico manifiesto dirigido a la Nación por la Marina de Guerra del Perú, en rechazo al golpe de estado dado por los coroneles Gutiérrez al gobierno del coronel José Balta, presidente de la República -quien sería luego asesinado por algunos de los rebeldes-, documento que contribuyó decididamente al fracaso del motín.
En los últimos años de su carrera dedicó sus mejores esfuerzos a la formación de los futuros oficiales de Marina y en especial a la capacitación de nuestro personal subalterno, etapa en la que ejerció el cargo de director de la Escuela de Grumetes, dependencia que funcionaba por ese entonces a bordo del transporte Constitución.
El comandante Freire inicia su carrera naval el 1 de julio de 1861 al ingresar, siendo aún niño, al colegio Naval Militar, centro de instrucción que por esos días dirigiera el prestigioso capitán de navío Juan José Panizo, y por cuyas aulas pasarían también Manuel Melitón Carvajal, Elías Aguirre, Diego Ferré, Enrique Palacios, Guillermo García y García, entre otros, quienes con el andar del tiempo, y al promediar los treinta años de edad, derramarían su sangre, combatiendo sobre las cubiertas de los viejos navíos en los cuales se habían convertido en hábiles profesionales y en valientes e indomables guerreros del mar.
En octubre de 1866, Freire es destacado al monitor Huáscar. Al año siguiente es ascendido a teniente segundo. En febrero de 1868 es cambiado de colocación, siendo su destino la corbeta América, unidad gemela de la Unión. Al llegar a bordo de su nueva unidad se presentó a su comandante, el capitán de corbeta Mariano Jurado de los Reyes, distinguido oficial de la generación de Grau y de Montero, quien le daría a conocer las que debían ser sus nuevas responsabilidades.
Estando comprometida en una misión, de las que hoy llamamos desconcentraciones en puertos de nuestro litoral, la corbeta América se hallaba fondeada en Arica el 13 de agosto de 1868, cuando sobrevino un devastador terremoto que sería secundado por un más nefasto maremoto que azotó el puerto sureño, otrora peruano. Freire y toda la dotación de su unidad tuvieron que afrontar terribles momentos. La catástrofe fue descomunal. Las olas atacaban sin clemencia a la población y a los buques que se hallaban surtos en la bahía, ante la impotencia de sus aterrorizados tripulantes, que en algunos casos no alcanzarían a evitar que sus naves terminasen literalmente clavadas en la costa. Entre tanto, en el buque de guerra peruano, que garreaba peligrosamente, y que no se pudo hacerse a la mar ante la inesperada furia de la naturaleza, se dispuso que se soltase el ancla de estribor, y se filase todos los grilletes posibles por ambos escobenes a fin de conservar en lo posible el fondeadero, sin embargo esta acción no fue lo suficientemente efectiva para evitar que una gigantesca ola arrastrase a la América hacia el puerto, para, finalmente, vararla hacia el lado norte de Arica. La corbeta fue ferozmente castigada, lo mismo que su tripulación, de la cual se perdieron las vidas de treinta hombres, entre oficiales y personal subalterno, además de la de su valeroso comandante, quien realizó denodados esfuerzos por salvar a su tripulación y a su buque, demostrando un comportamiento semejante al del capitán de navío Juan Noel en el naufragio de la fragata Mercedes. Librado por la suerte de este cataclismo, que costó cientos de muertos en las poblaciones del sur del Perú, el teniente Freire es destacado a la fragata blindada Independencia. En 1870, siendo ya teniente primero, es nombrado segundo comandante del Tumbes. En 1872 se desempeña como comandante accidental de la Nereyda, barca que era empleada por esos días, en la instrucción del personal naval.
En octubre de ese año es trasladado nuevamente a la fragata Independencia como segundo comandante. En 1873 forma parte de una comisión que es enviada a Inglaterra para supervisar la construcción de las cañoneras Pilcomayo y Chanchamayo. En 1875, siendo capitán de corbeta, se le otorga por primera vez el comando de una unidad de combate, la cañonera Pilcomayo. Continuaría su carrera ascendiendo a capitán de fragata graduado en 1877, posteriormente como subdirector de la Escuela de Grumetes a bordo del Apurímac en 1878, y nuevamente a bordo del monitor Huáscar, como tercer jefe, a principios de 1879. En esa colocación, participaría en la primera parte de la campaña naval de la guerra del Pacifico, a órdenes del Gran Almirante, llegando a tomar parte en el combate naval de Iquique, el 21 de mayo de 1879, acción de armas en la que tuvo a su cargo la torre del monitor, en donde también combatieron el teniente segundo Gervasio Santillana, que tenía bajo su responsabilidad el cañón derecho y el teniente segundo Fermín Diez Canseco, que mandaba en el cañón izquierdo. En agosto de aquel aciago año, es nombrado segundo comandante del transporte Rímac. Tras la victoria enemiga en la batalla de Miraflores, el 15 de enero de 1881, el capitán de fragata Ramón Freire participa en el hundimiento de todos los buques que aún le quedaban a la Escuadra Nacional (Unión, Chalaco, Atahualpa, entre otros) y que se hallaban amarrados al muelle Dársena del Callao, en cumplimiento a la orden dada por el secretario de Marina de Nicolás de Piérola, el anciano capitán de navío Manuel Villar, su antiguo comandante en la fragata Apurímac, durante tiempos más felices para nuestra Marina de Guerra y para el país.
Sin colocación durante los primeros meses de la ocupación de la capital por las tropas enemigas, es nombrado hacia mediados de 1881 subprefecto de Lima, cargo del que sería relevado dos años después para desempeñarse como prefecto de Moquegua y posteriormente de Cajamarca. En 1886, con el inicio del resurgimiento de la Armada, regresa a filas al nombrársele comandante del vapor Perú, segundo buque adquirido por el gobierno peruano, después de la firma del tratado de Ancón. Nuevamente a órdenes del ministro de Gobierno, es nombrado prefecto de Huánuco en febrero de 1888, año en el que sería también ascendido al alto grado de capitán de navío. En 1890 se reincorpora al instituto como capitán de puerto del Callao, cargo que correspondía a una de las autoridades navales más importantes de esos días. Cinco años después es trasladado a la Junta Superior de Marina y finalmente es nombrado comandante del transporte Constitución, buque en el cual funcionó la Escuela de Grumetes, Centro de Instrucción del que, como se ha dicho, sería designado director. Ambos cargos los ejercería desde abril de 1901 hasta su muerte en julio de 1903.
El capitán de navío Freire, fue un servidor público íntegro y honesto, un patriota sincero y un oficial de marina de reconocido profesionalismo, que, además de su valioso servicio a bordo, y de su valor puesto a prueba en combate desde su adolescencia, se distinguió principalmente por su encomiable tarea de forjar a las nuevas generaciones que habrían de impulsar el resurgimiento de nuestra gloriosa Marina de Guerra, aniquilada en el fragor de la lucha. Este hecho se pone de manifiesto con su decidida participación en juntas para la evaluación de los alumnos de la Escuela Naval o en importantes comisiones, como cuando planteó oportunas recomendaciones para el condicionamiento del pontón Perú, como sede del Alma Mater de los oficiales de Marina del nuevo siglo que se les avecinaba. Durante este tiempo sirvió directamente a órdenes de dos distinguidos oficiales de Marina, el contralmirante Antonio de la Haza y el capitán de navío Amaro Tizón.
El comandante Freire, como director de la Escuela de Grumetes, lega para la historia del instituto su incansable labor en provecho de la formación de nuestro personal subalterno, tarea que fuera emprendida con gran responsabilidad y mucho esfuerzo y que tuviera la encomiable finalidad de mejorar la instrucción de los tripulantes de la Escuadra. En relación a esto, el comandante del Constitución, llegaría a elaborar un manual de timonería para la enseñanza de los alumnos de la Escuela de Grumetes, el mismo que fuera elevado al gobierno por la Junta Superior de Marina, que dirigía acertadamente el almirante de la Haza, la cual recomendó su aprobación, mediante un documento, en cuyo contenido se destacaba la importancia que tenía aquel trabajo para la enseñanza dentro de la Marina. A esta publicación se le puede considerar como una de las primeras que fueron destinadas a la capacitación del personal subalterno de la Marina de Guerra del Perú.
A Ramón Freire Goytizolo le cupo el honor y el privilegio de combatir sobre la cubierta del monitor Huáscar contra la corbeta chilena Esmeralda, bajo el mando del inmortal Miguel Grau, en las aguas de Iquique. En este combate el comandante Freire resultaría herido, tal como consta en el parte que elevara nuestro héroe máximo al supremo director de la guerra, general de división Mariano Ignacio Prado. Tuvo, pues, Ramón Freire la incomparable fortuna y el inigualable orgullo de desafiar a la muerte en defensa de los intereses de la República, guiado por el más grande marino que ha surcado los mares.
Asimismo, como se ha visto, Freire, tuvo importante participación en asuntos extra institucionales, particularmente en la fundación de una de las principales sedes sociales con las que cuenta el país. En efecto, hacia el inicio del siglo XX, en noviembre de 1900, un grupo de jóvenes oficiales de Marina, tuvo la iniciativa de proponer la fundación, en el Callao, de una sede social, vinculada a la Armada, que habría de llevar el nombre de Centro Naval del Perú. El día 5 de noviembre de ese año, en asamblea de socios fundadores, fue elegido primer presidente del Centro Naval del Perú el capitán de navío Ramón Freire Goytizolo, elección que dice mucho de la ascendencia que tenía este distinguido oficial naval en la Armada Peruana de fines del ochocientos. Bajo la presidencia del comandante Freire, el Centro Naval del Perú inicia su fructífera vida institucional, teniendo como primera sede los altos de una antigua casona de la calle Ramón Castilla, del Callao. Luego de cien años esta connotada institución, ha crecido hasta límites que ni Freire, ni los marinos de su tiempo hubiesen podido siquiera imaginar.
Ramón Freire, se casó en Lima con Amalia Aramburú Sarrio y tuvo cinco hijos: Felicia Margarita, María Amalia, Blanca Rosa, Ramón Eduardo y Zoila. Amalia Aramburú fue hermana de Andrés Avelino Aramburú, destacado periodista que fuera director de uno de los diarios más influyentes en Lima de la segunda mitad del siglo XIX, "La Opinión Nacional".
Por la línea familiar paterna, Freire tuvo cercana relación de parentesco en el país contra el cual lucharía durante la campaña naval del 79, ya que su abuelo paterno Nicolás Freire fue un ciudadano chileno que emigró al Perú hacia inicios del mil ochocientos, quien a su vez tuvo por hermano al general Ramón Freire, uno de los próceres mas distinguidos de la independencia de Chile. A propósito de este parentesco, hace ya varios años escuché narrar a mi abuelo materno, doctor Ricardo Pazos Freire, una anécdota que protagonizara su abuelo materno con cierto oficial del ejército chileno.
Estando en su casa de Lima sin colocación durante los primeros meses de la ocupación, tal como se ha citado anteriormente, el comandante Freire fue informado que tenía una visita, que lo esperaba en el patio interior de su residencia. Enorme, fue la sorpresa del marino cuando descubrió que dentro de su propiedad se hallaba un oficial del ejército invasor.
El oficial enemigo al ver llegar a Freire se presentó de inmediato, dando inicio a un diálogo, más o menos en estos términos:
-Buenos días, señor. Soy el teniente Genaro Freire, del regimiento número 2 de Artillería de Montaña del ejército de Chile. Como no ignorará usted, existen vínculos familiares muy cercanos entre nosotros, por lo que he considerado mi deber visitarlo, para ofrecer mis servicios ante cualquier necesidad que pudiesen tener usted y su familia.
A pesar de la buena intención del oficial enemigo, Freire reaccionó indignado y sin pérdida tiempo, echó de su casa a su primo, asegurándole que ni su familia, ni menos él, necesitaban nada de Chile.
Finalmente el comandante Freire fallecería en Lima el 18 de junio de 1903. A propósito de conmemorarse el centenario de la fundación del Centro Naval del Perú, dedicamos estas líneas a la memoria de su primer presidente, el capitán de navío Ramón Freire Goytizolo, vencedor en Abtao y veterano de la guerra del Pacífico.
Bibliografía
- Dirección General de Intereses Marítimos. Museo Naval del Perú: Héroes y Marinos Notables. Apuntes Biográficos. Varios autores. Vols. 1 y 2. Callao, 1982.
- Dirección General de Intereses Marítimos. Viaje de los Monitores Manco Cápac y Atahualpa desde el Atlántico al Pacífico, 1868-1870. Alicia Castañeda Martos. Lima, 1991.
- Instituto de Estudios Histórico-Marítimos del Perú. Historia Marítima del Perú. (Segunda parte). La República 1850 a 1870. Fernando Romero Pintado. Tomo VIII, Vol. 2. Lima/Perú. 1984
- Instituto de Estudios Histórico-Marítimos del Perú. Historia Marítima del Perú. (Segunda parte). La República 1884 a 1906. Raúl Palacios Rodríguez. Tomo XII, Vol. 1 y 2. Lima/Perú 1990.
- Ahumada y Moreno, Pascual: Guerra del Pacífico. Tomo I. Imprenta del Progreso. Valparaíso. 1884.
- Legajo personal del capitán de navío Ramón Freire Goytizolo
- Archivo Histórico de la Marina. Dirección de General de Intereses Marítimos.
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Revista de Marina. Octubre, Noviembre y Diciembre de 2000.
Saludos
Jonatan Saona
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