Poeta privilejiado,
Tierno cantor de las flores,
Con acento enamorado,
Que envidian los ruiseñores
I el ambiente embalsamado;
Deja añadir un florón
En esa lira harmoniosa
Do vibra la inspiración.
Siempre sublime i grandiosa
Que brota del corazón.
Toca la trompa guerrera
A la Hidra fanatizada,
Que hoi se levanta altanera,
Al fango donde naciera...
«Para ella no haya piedad»
Diga tu voz prepotente,
I en Chile con majestad
Brillará mas refuljente
El Sol de la libertad.
Después, la paz te convida
A cantar lo que prefieres
I es el alma de tu vida:
-A las preciosas mujeres
De nuestra patria querida.
Canta que inflaman de ardor
Sus miradas amorosas,
Su pureza i su candor
I sus formas voluptuosas
Que hacen delirar de amor.
Canta, Lillo, que el placer
Se encuentra aquí en este suelo
Donde se sabe querer;
Canta que Chile es un cielo
I un ánjel cada mujer.
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El Ferrocarrilito. Segunda Época, n° 19. Santiago, 5 de febrero de 1886.
Saludos
Jonatan Saona
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