6 de junio de 2012

Augusto Orrego

Augusto Orrego Cortés
Augusto Orrego Cortés en defensa de Teodoro Elmore

Sobre los rumores acerca de que si el ingeniero Teodoro Elmore, encargado de las minas para la defensa de Arica, entregó los planos de éstas e información al ejército chileno, luego de haber sido tomado prisionero, el oficial chileno Augusto Orrego, escribió lo siguiente

Publicada en "El Eco" de Tacna, julio 11 de 1880
Reproducida en Santiago y Lima.

"No es ésta la primera vez que el que suscribe ha tenido que defender del amor propio herido y de la vanidad nacional, a individuos que figuran en el ejército enemigo en mayor o menor escala.

Primero, me pasó esto con More; siempre he sostenido que este señor debió haber rendido la bandera, lo que no era deshonroso para él, como han asegurado sus mismos compatriotas, puesto que su situación excepcional lo obligaba a ello.

Después, tuve ocasión de hacer justicia al valor de Ladislao Espinar, que fue el primero por su arrojo en la batalla de Dolores.

La inconsecuencia de los diaristas peruanos se coloca en este caso de relieve; mientras se disciernen laureles a la vulgarísima muerte de Grau, que no fue otra cosa que un corsario afortunado, se pasa en silencio, la brillante caída de Espinar, que muere, espada en mano, a veinte metros de nuestros cañones, en la cumbre del formidable cerro de San Francisco. Cuando me tocó ocupar la prensa con la descripción de esta batalla, creí vengar la memoria de este valiente, del olvido inmerecido de sus jefes y compatriotas, colocando su nombre a la altura que merece.

En seguida le toca el turno a Montero. La derrota de Tacna necesitaba una víctima, y los peruanos la eligen en este jefe valeroso, que todo podrá ser, menos cobarde. No se quiere comprender aquí, que el secreto de nuestros triunfos está en la superioridad física  moral de nuestros soldados, sobre el indio tímido abyecto; y por más que los oficiales peruanos se batan en primera línea, no podían jamás compensar la ventaja a que me refiero.

Después de Tacna vino Arica y, naturalmente, era necesario otra víctima; se eligió, como la más adecuada al ingeniero de Estado Mayor, don Teodoro Elmore.

Acompañando al coronel Lagos, tuve ocasión de ver a dicho señor muy poco después de haber sido tomado prisionero. Fui yo mismo el encargado de conducirlo a la prevención, y yo también el que apoyé la idea de presentarse al coronel con el objeto de que se le permitiera ir a Arica, para ver si podía evitar los males del día siguiente. 

Me consta todo lo que Elmore ha dicho, ya sea solicitando para que hablara, ya en sus conversaciones con algunos de nosotros. 

Preguntado por el coronel si él había estado presente cuando se disparó la mina contra la caballería en Chacalluta, contestó, que él solo había tenido una parte en los trabajos de defensa en el puerto; pero que le constaba que se habían acumulado allí todos los elementos de destrucción de que podía echarse mano en las guerras modernas "Ustedes entrarán, me dijo, pero con una pérdida mínima de dos mil hombres".

La serenidad y dignidad del señor Elmore agradó al señor Lagos y le permitió  bajo su palabra, dirigirse a Arica en la noche del 6. Allí, fue recibido con cierta frialdad, y aún vigilado y volvió a nuestro campamento a las once de la no,che a decirnos que se había despedido con tristeza de sus amigos, con la idea de no volverlos a ver más.

Es cierto que Elmore debió ser fusilado, y si no lo fue se debió, no a que nos hubiera hecho revelaciones, sino a que se convenció el General, como yo mismo se lo expuse, y también el coronel Lagos, que este señor no era un simple ciudadano, sino que formaba parte del escalafón del ejército enemigo y por consiguiente era militar.

Ahora, respecto a que Elmore nos indicó los medios de evitar las minas, esto es absurdo, mas que otra cosa, pues todo el mundo sabe que el fuerte San José, el Dos de mayo, y el Santa Rosa, en la cosa, y el del Cerro Colorado y el del este, arriba, volaron; y que lo único que no se inflamó fue el Morro, donde se habían refugiado casi todos los jefes peruanos, y mas de 300 soldados, que si no quisieron darse el placer de volar, no fuep or cierto culpa de Elmore ni nuestra, puesto que tenían en su poder las minas, los alambres y máquinas eléctricas. 

El coronel Lagos, estoy seguro ratificará todo lo que aquí expongo.

Mientras tanto quede sentado que somos los enemigos los que nos tomamos la tarea de hacer justicia a nuestros propios adversarios, lo que confieso que me será siempre grato, cuando se trate de defender, junto con la verdad, el honor de caballeros y de hombres buenos. 

Tacna, Julio 10 de 1880,
Augusto Orrego. Oficial de Estado Mayor".

___________

Este testimonio fue, en efecto, confirmado por el mismo coronel Pedro Lagos

"Pocollai, julio 11 de 1880
Señor don Augusto Orrego.

Estimado amigo:
He leído su artículo publicado en "El Eco" de Tacna y me apresuro a ratificar en él todo lo que Ud. dice relativamente al ingeniero peruano señor Elmore. Me es verdaderamente doloroso, que se imputen a dicho señor, actos de infidencia a su Patria y de cobardía. 

Me hago un deber declarar aquí, que el ingeniero mencionado fue parco y categórico en sus respuestas, prohibiéndome mi propia delicadeza y el respeto a la dignidad ajena, arrastrar al señor Elmore a revelaciones, que cualesquiera que hubieran sido, en nada habría cambiado mi modo de proceder en todo lo que se relaciona con el asalto de Arica.

Más aún, y lo repito aquí, me interesó la sangre fría y la serenidad de ese joven, cualidades que un militar sabe siempre apreciar en lo que valen, cualesquiera que sean las personas que las posean.

Me es grato suscribirme como siempre

Su atento amigo.
Pedro Lagos"


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Saludos
Jonatan Saona

2 comentarios:

  1. “Vulgarisima muerte de Grau” celado en Angamos sin posibilidades de vencer planta combate y se pretende decir que su muerte fue vulgar...

    Elmore tenía la oportunidad e quedarse en Arica, no fue un Leoncio Prado y por tanto no estuvo a la altura de las circunstancias, el relato sobre los fuertes que volaron en este relato es cuando menos inexacto, pues fueron accionadas manualmente en su mayoría.

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  2. Elmore tuvo la oportunidad de quedarse en Arica, desde luego, faltando a su compromiso de honor. Y no lo hizo. Seguramente, tenía claro que un hombre vale tanto como su honor.
    Leoncio Prado, habiendo firmado similar compromiso, faltó a esa palabra de honor y volvió a tomar las armas contra Chile. Ha llegado hasta nosotros su explicación al respecto, y sus conciudadanos valoran y respetan tal decisión.

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