22 de marzo de 2017

Parte de Fuentes

Ezequiel Fuentes
Parte de Ezequiel Fuentes sobre el combate de Los Ángeles

Campamento del Alto de la Villa.
Moquegua, Marzo 24 de 1880.‑

Señor Comandante:
Con esta fecha di al señor coronel jefe de la segunda división que expedicionó sobre las fortificaciones de los Ángeles y de la cual formé parte al mando de la segunda batería de mi brigada y de una pieza Krupp de la segunda ídem, lo que copio:

Tengo el honor de pasar a manos de V. S. el parte detallado de las operaciones ejecutadas por la segunda, batería de la brigada que comando, durante la expedición llevada a feliz término bajo sus órdenes y que operó según los planes del señor general Baquedano de acuerdo y conjuntamente con la segunda división dirigida por dicho jefe.

Estando el enemigo atrincherado en el paso y altura de la cuesta de los Ángeles, posición formidable, reputada en el Perú como imposible de ser asaltada con éxito; colocadas las fuerzas al mando inmediato del señor general nombrado, en el Alto de la Villa, ordenó el 21 a las 6 P. M. marchase por los desfiladeros del Norte un batallón del regimiento Santiago, siete compañías del id. 2º de línea, 350 Cazadores y Granaderos, la batería francesa de montaña y una pieza Krupp de la misma clase, a fin de que ejecutando un rodeo de semicírculo a marchas rápidas, amaneciesen en el camino de Torata, por la espalda del ejército peruano, que indudablemente tomados entre dos fuegos y sin retirada posible, caería en nuestro poder; pues al toque de diana sería arremetido el frente por la división que quedó en el Alto de la Villa. Nosotros, según el plan acordado, no debíamos romper el fuego hasta después que lo hiciera la otra división.

Las disposiciones del señor general no pudieron cumplirse en toda su latitud por lo impracticable de las serranías que debíamos atravesar; pues, a pesar de una de las más fatigosas marchas de la actual campaña, al amanecer solo habíamos ejecutado la mitad de la jornada y nos disponíamos a repasar el valle para tomar el camino real por la derecha del río, cuando nos apercibe el enemigo desde las crestas de los cerros dominantes de ese lado, rompiendo inmediatamente el fuego sobre el Santiago y una compañía del 2º de línea que llevaban la vanguardia. En tan crítica situación retrocedimos para tomar los cerros de la ribera izquierda, con tanta oportunidad que sus cimas las coronamos, a la vez que el enemigo lo hacia por otro punto, a la distancia medía de 650 metros con una parte de sus fuerzas, en tal colocación, la artillería, apoyada perfectamente por el regimiento 2º de línea, abrió sus fuegos al frente y sobre el flanco izquierdo en protección del Santiago comprometido dentro de la quebrada, haciéndolo con éxito bastante feliz para rechazarlo incontinente obligándolo a ocultarse y permitiendo la ascensión de dicho batallón que pronto ganó también las alturas.

En esta situación, empeñado el combate general, rompe sus fuegos la división del Alto de la Villa, lo que produce el desconcierto de los contrarios obligándolos a correrse en grueso número a la defensa de ese costado. Debilitado de este modo el ataque a nuestro flanco izquierdo, seguimos por media hora más un enérgico cañoneo, mitad al frente y mitad a la izquierda, mientras tanto que algunas compañías del regimiento 2º se corrían rápidamente a la derecha, tomando por el flanco a los que nos atacaban de frente.

Envuelto el enemigo en esta parte por los fuegos de artillería e infantería, emprendió su retirada en desorden, refugiándose de loma en loma, evidentemente derrotado ya, pero haciendo fuego aun.

El 2º de línea y el Santiago acosa a éstos, y la artillería la vuelvo únicamente sobre la izquierda con fuegos lentos; aquí los enemigos resisten vacilantes envueltos por los asaltantes que dirige el señor general Baquedano y nuestros proyectiles hasta las 10:30 A. M. en que la derrota era general en toda la línea y la reputada posición de los Ángeles, se vio enseñoreada por la bandera tricolor.

El papel de la artillería terminó con la dispersión del grueso de las fuerzas contrarias, no así el de la infantería de nuestra división, a cuya cabeza puso V. S. absoluto término al combate, cargando a la bayoneta sin encontrar resistencia; pues al sonido de los toques de calacuerda, la floja oposición de los que se batían en retirada por el frente, se convierte en precipitada fuga. En las fuerzas de artillería ascendentes a 7 oficiales y 90 individuos de tropa, solo tenemos que lamentar 2 soldados heridos de gravedad y 1 cabo herido levemente.

El combate se inició a las 5 A. M. y terminó a las 10:30 A. M. Las fuerzas contrarias, según datos suministrados por prisioneros, se componían de los batallones Bravos del Cuzco, Grau, Canas, Canchis y escuadrón de caballería Tiradores de Moquegua.

Terminada esta función de guerra seguimos camino de Torata, donde llegamos sin novedad el 23 a las 12 M., precedidos seis horas por la división del señor general, y sin novedad. A las 7 P. M. del mismo día volvimos a el Alto de la Villa por el camino real, en cuyo punto acampamos siete horas después.

Al terminar, señor coronel, tengo la satisfacción de recomendar a V. S. a los señores oficiales: capitán don Eduardo Sanfuentes, teniente don Jorge von Köellar Bannen, alféreces don Luís Heraclio Álamos, don Jenaro Freire, don Guillermo Flores y don Guillermo Armstrong, que han cumplido sus deberes con serenidad y notable acierto. Igualmente recomiendo a la tropa por haberse conducido del mismo modo.

Conocedor V. S. de los desfiladeros casi impracticables para el infante, por donde ejecutamos la marcha, que por si solo son de penosísimo acceso para la artillería, agrava dos ahora por obstrucciones ejecutadas preventivamente por el enemigo, no es menos justo recomendar el personal de oficiales y tropa por la feliz conducción del material de artillería sin la menor novedad, hasta llegar a presentar en estas serranías siete piezas de artillería donde estoy cierto el enemigo nunca lo llegó a creer.

Lo que tengo el gusto de transcribir a V. S. para su conocimiento y en cumplimiento de mi deber, agregando una mención para el señor cirujano 1º del regimiento 2º de infantería, don Juan Keld, que con el practicante de la brigada, señor Muñoz, ejecutaron las primeras curaciones de los heridos en el campo de batalla. Incluyo lista nominal de los individuos de tropa que tomaron parte en esta acción, designando los que fueron heridos.

Dios guarde a V. S.
Ezequiel Fuentes.


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Saludos
Jonatan Saona

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