25 de enero de 2014

Toma de Lima

Recorte del diario
"GUERRA DEL PACIFICO.
Toma de Lima.

El Star & Herald de Panamá del 10 de febrero trae una extensa carta fechada en Lima el 26 de enero de la cual, por ser muy interesante, extractamos sus detalles principales.

Pavorosos han sido los acontecimientos ocurridos en Lima durante la última quincena: Lima, la ciudad de los reyes, la capital del Perú, está en poder de los chilenos victoriosos; el Callao, puerto principal de la república, se ha rendido después de perdida la batalla decisiva: el ejército peruano está disperso; los buques que formaban su marina, reducidos á cenizas; las fortificaciones de la capital y el Callao, casi destruidas, y clavados sus cañones. En vano don Nicolás de Piérola, que se hizo cargo de la nación peruana cuando nadie se atrevía á asumir ese cargo, hizo frente al enemigo; en vano trabajó con resolución y energía, viéndosele el primero al frente del ejército y en lo mas reñido de la batalla animando á su gente; tuvo que retirarse con unos cuantos hombres en derrota, y ahora contemplamos el pabellón chileno ondeando en todos los edificios públicos de esta capital y del Callao.

El ejército chileno entró en Lima en la tarde del 17 del actual á causa de la victoria que obtuvieron el sabido 15 en las llanuras de Miraflores, como á 5 millas de esta ciudad. Verificóse la entrada con mucho orden, alojándose los conquistadores en los cuarteles que les habían destinado sus jefes, mientras que el estado mayor y los altos dignatarios se aposentaron en el palacio del gobierno. Las legaciones de los ministros extranjeros prestaron generosa hospitalidad á las familias de extranjeros y peruanos, aterradas ante el rumor de que los chilenos entrarían á saco la ciudad. Por fortuna, Lima no ha sufrido la suerte triste que otras poblaciones que han sido entradas á saco por el ejército chileno. Las familias han regresado á sus hogares, y aunque los chilenos discurran por toda la población, reinan perfecto orden y tranquilidad.

Se han cometido algunos robos que no son responsables los chilenos; antes de entrar ellos, los soldados dispersos del Perú, sin nadie que se lo impidiera, saquearon las tiendas de los chinos, matando á sus dueños y quemando muchas casas. Esto duró toda la noche hasta que los guardias urbanos consiguieron dominar el fuego, prendieron a muchos de los asesinos y restablecieron el órden.

El señor Saavedra, jefe militar y político chileno, publicó una proclama mandando que todos los ciudadanos entregasen sus armas y municiones en un plazo perentorio bajo severas penas.  La orden fué cumplimentada.

Exceptuando la redacción de El Porvenir, todas las propiedades han sido respetadas. A todos los empleados del gobierno se les ha ofrecido seguridad y se los ha pedido continúen en sus empleos. El coronel Federico Stuven ha sido nombrado administrador general de todos los ferro-carriles del Estado.

La atención de las nuevas autoridades se ha fijado en formar un gobierno nuevo con quien tratar. Hé aquí la respuesta que de una persona notable del país ha recibido el señor.

"Habiéndome encargado V. S. que reuniese á los ciudadanos notables de Lima á fin de que formasen un gobierno con quien V.S. pudiese tratar, los he citado, y aunque se reunieron en corto número a causa de las circunstancias extraordinarias que atraviesa la ciudad, después de enterados de los documentos que les hice leer, y de los cuales incluyo copia autorizada, manifestaron, que existiendo todavía el gobierno dictatorial no se consideraban autorizados para obrar como V. S. desea, opinando todos que solamente con el supremo jefe de la república debe á V. S. tratar las graves y delicadas cuestiones que surgen de la actual situación." A este documento contestó Saavedra con la nota siguiente: "He recibido la nota de V. S. fechada ayer en que me participa el acuerdo que tomaren algunos respetables ciudadanos de esta plaza. No existiendo de hecho el gobierno dictatorial de D. Nicolás de Piérola, ni aunque exista, no encontrándose otra autoridad nacional en el departamento de Lima, queda por esta causa la ciudad sujeta á la ley marcial en toda su fuerza."

Parece que se piensa mandar á buscar á Piérola como la única persona que puede oír proposiciones del vencedor.

La batalla de Chorrillos.
He aquí algunos pormenores de este hecho de armas:
Un ejército chileno de 24,000 hombres estaba en el valle de Lurin desde el 23 de diciembre. El 12 de enero se movió en dirección á Chorrillos por el Este y por el Sur. Habiendo pernoctado el ejército á corta distancia del enemigo, dividióse en tres cuerpos: el primero, al mando del coronel Lynch, debía atacar al amanecer por la costa; el segundo, dirigido por el general Sotomayor, debía caer sobre el centro por la hacienda de San Juan; el tercero, formando el ala derecha, conducido por el coronel Lagos, debía rechazar el empuje de la división peruana mandada por el coronel Dávila, situada á la izquierda con su cuartel general en Monterico Chico. La artillería de montaña seguía á las tres divisiones chilenas. La caballería, oculta por una colina, esperaba el momento de obrar según las circunstancias.

Al rayar el alba entró en fuego la primera división peruana, generalizándose en breve el funcionar de la fusilería y artillería, que se extendió al centro en medio de una densa neblina. A las 6, después de una hora de combate, ya la izquierda chilena había ganado terreno sobre la derecha peruana. El centro, que se había demorado algo, apareció por el lado de San Juan, extendiendo su tercera brigada de tres regimientos á las órdenes del coronel Gana, en línea paralela al enemigo. El tercer regimiento de artillería, avanzando al galope, apoyó eficazmente esta maniobra, consiguiendo estas fuerzas apoderarse a las 7 de las alturas de S. Juan, cuando la primera división, coronando la derecha fortificada de los peruanos, los desalojaba de Sur á Norte, dejando su artillería y millares de muertos en pos de sí.

Los regimientos de caballería de Yungay y granaderos, anduvieron dos leguas en persecución de los fugitivos.

A las 7y 5 parecía concluida la batalla, pero en seguida oyóse fuego hacia Chorrillos, débil al principio, nutrido después. Bombas mortíferas salían del fuerte peruano situado en la punta del Salto del Fraile. Pronto supieron los chilenos que en Chorrillos estaban miles de peruanos, mandados por Piérola en persona. Aquellos, resguardándose en un bosque, se aproximaron á Chorrillos, cruzándose entre sitiados y sitiadores un terrible fuego de artillería. Por las ventanas de las casas salía también un certero fuego de infantería, principalmente de la escuela militar. Hasta las doce se sostuvieron bien los peruanos; pero á esa hora la primera división chilena se apoderó de las alturas al Sur de Chorrillos, y aproximándose por el lado opuesto la tercera división, tuvieron que ceder de su resistencia los peruanos, cayendo muchos prisioneros y emprendiendo otros la fuga por la orilla del mar, abandonados por él enemigo.

Inmensas fueron las pérdidas de vidas que sufrieron ambos contendientes en esta doble batalla.

Los chilenos tuvieron mas de 2,500 muertos, entre ellos el coronel Yavar, el teniente coronel Zañartu, y los comandantes Jiménez, Vargas y Serrano Montaner. Sobre 30 hombres mataron las bombas automáticas de que estaba sembrado el campo, y que se disparaban solas después de terminado el combate, lo que exasperaba á los vencedores, haciéndoles tomar tremendas represalias. Chorrillos, que era un pueblo de recreo, compuesto de magnificas edificaciones, un oásis en la costa estéril del Pacífico, en que todo respiraba bienestar y elegancia; Chorrillos, á causa de la heroica resistencia que hizo, y de continuar haciendo fuego sus habitantes desde las ventanas y tejados aun después de haber entrado el enemigo, fue incendiado por los proyectiles y soldados chilenos, ardiendo todos aquellos magníficos edificios, hasta no quedar de tanta riqueza mas que un desierto montón de áscuas y cenizas, entre las cuales se encontraron muchos cadáveres carbonizados.

Saqueo del Callao.
Súpose el 13 este desastre en el Callao. Los marineros, enterados de que había de darse otra batalla en Miraflores, se presentaron al prefecto pidiendo ir á defender la patria. Gracias á este entusiasmo, se distribuyeron armas, y tres mil voluntarios improvisados marcharon con el prefecto á defender la capital, quedando el Callao sin autoridades ni policía. Abandonado el populacho á sus feroces instintos, empezó á dar vivas y hacer manifestaciones al parecer patrióticas, las cuales el 16 se convirtieron en cuadrillas de bandidos armados, compuestas de hombres, mujeres y niños, que cayeron sobre los establecimientos y casas particulares, rompiendo y robando cuanto hallaban.

Aquellas furias, no contentas con el saqueo, volaron los fuertes y quemaron toda la marina de su país. El espectáculo fue horroroso. Al oír estremecerse la tierra con detonaciones espantosas, y ver ardiendo los buques, los extranjeros creyeron que iban á volar ó incendiar la población, y llevándose de lo suyo lo que pudieron haber á mano, abandonaren sus cosas dejando que las llamas ó los bandidos destruyeran cuanto en una vida de labor habían penosamente ganado. Por milagro no se extendió el incendio á la población. A las 12 del día siguiente los barcos habían desaparecido, pero el castillo sito cerca de la plaza de la Independencia, que de haberse volado habría destruido toda la ciudad, estaba ileso. En cambio los robos y asesinatos cometidos en la noche precedente eran inmensos. Todos los almacenes de la calle de la Misión quedaron abiertos y vacíos lo mismo que las pulperías. Todos aquellos crímenes se habían perpetrado al grito de "mueran los chinos". Sin embargo, las pulperías eran en su mayor parte de italianos y de otros extranjeros, y fueron tratadas como las de los chinos. Varios tenderos procuraron cohechar á los ladrones, dándoles 50 ó cien pesos; pero tras de una partida venía otra, hasta que por fin no pudieron evitar el que les robasen. Los asaltantes recibían el dinero, fingían conformarse, y luego mandaban partidas mayores de foragidos que no se conformaban con nada sino con el robo á mansalva. El saqueo duró hasta el 17 por la tarde en que, puestos de acuerdo los extranjeros, que son los dueños excesivos del comercio, se armaron y constituyeron en guardia urbana protectora de vidas y haciendas, logrando al fin dominar á los bandidos, no sin haber muerto varios de los comerciantes y arriesgado todos la vida en las escaramuzas que tuvieron con los foragidos.

El 18 llegó el coronel chileno Lynch con sus tropas, restableciendo completamente el órden. Se asegura que dicho jefe se propone castigar ejemplarmente á los malhechores.
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Reina mucha miseria en Lima. Enjambres de mendigos discurren por las calles. Saavedra, gobernador civil y militar chileno, les ha distribuido 3000 soles.

Dos mil prisioneros peruanos han sido enviados á la isla de San Lorenzo.

Se calcula que sucumbieron 6000 personas en Chorrillos.

En la batalla del 15 en Miraflores (no trae el Standard su descripción ) sufrieron mas los chilenos pues tuvieron un muerto por cada cinco heridos.

Se calcula de ocho a diez mil hombres la pérdida que tuvieron los chilenos en las dos batallas, y un número igual los peruanos, aunque éstos sufrieron mucho más en la batalla del 13.

Dícese que Piérola tiene 800 hombres consigo.


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Texto e imagen publicados en "Boletín mercantil de Puerto Rico" 11 de marzo de 1881.

Saludos
Jonatan Saona

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