25 de junio de 2025

Evaristo San Cristóval

Evaristo San Cristóbal
Un gran artista olvidado - Don Evaristo San Cristóval

Una vida entera consagrada al arte.— Un interesantísimo documentador gráfico de la vida peruana.

Parécenos rememorar aquí la figura simpática y modesta del artista peruano Evaristo San Cristóval, que durante cerca de cuarenta años llenó nuestro ambiente con las fértiles producciones de su lápiz. Fue San Cristóval un artista atormentado por las urgencias del medio, por las necesidades premiosas de la vida, en tiempos en que casi no se valorizaba la labor artística, en que recién comenzaba a formarse entre nosotros el gusto y el afán por las manifestaciones del arte. 

Además, San Cristóval luchó en épocas tristes, cuando la guerra había asolado nuestras poblaciones y puesto su manto sombrío en todas las almas. Interrumpida cruelmente la vida progresiva del Perú, por el golpe funesto de la tragedia, San Cristóval, que se había iniciado como dibujante en comisiones de tanta importancia como la de las obras del ferrocarril Central, se encontró, como todos, sin medios de continuar sus trabajos, pero rebelde a los decaimientos, voluntarioso y perseverante no titubeó en el sendero de amor por las viejas cosas, por las figuras excelsas y trabajó, trabajó febrilmente, siempre mal remunerado, de seguro, pero siempre afanoso y decidido. De allí que su obra en conjunto sea sin hipérbole, un prodigio, porque no hubo personaje ilustre, rincón evocador y valioso, hecho de importancia, que no tuviera en San Cristóval un pulcro, un fidelísimo interprete. Cuando se revisan las colecciones del Americano, del Perú Ilustrado, el Perú Artístico, La Revista Americana, la Exposición de Lima, admira la inmensa, copiosísima contribución de San Cristóval: dibujante siempre urgido por la actualidad devoradora. Dispersa su labor, ha quedado en las colecciones como un símbolo triste de su esfuerzo tan olvidado, tan injustamente preterido; y por ella, repetimos, plácenos recordarlo aquí y contar algo de su vida como ejemplo de laboriosidad, de perseverancia y de nacionalismo, porque San Cristóval ante todo fué un artista nacional, curioso de nuestras cosas y exaltador expresivo de nuestras grandes personalidades. Puede ser considerado, además, como el primer repórter gráfico que tuvimos, tanto más meritorio, cuanto que no existiendo en la época de su más intensa labor el fotograbado, muchas veces tuvo que compendiar en su trabajo al fotógrafo, al dibujante y al litógrafo mismo. 

Pero fue mucho más. Nacido en 1848, estudió en Guadalupe y allí recibió en compañía de otro gran artista, ya desaparecido, Romeo Gago, las primeras lecciones de dibujo del maestro italiano Barbieri, comenzando desde 1864 poco más o menos, su inmensísima contribución en la expresión gráfica de la actualidad y de la evocación al mismo tiempo. Hasta 1900 en que la muerte le sorprende, San Cristóval pinta, dibuja, graba, contando en su haber unos 500 retratos al carboncillo, 45 cuadros al óleo, 22 al pastel, 14 acuarelas y 8 dibujos a pluma y buril, que representan 600 obras, poco más o menos. Gran miniaturista, son notables sus retratos, en tan difícil manera, de Manuel Pardo y de Racine. Expositor premiado en 1862 y en 1897, fue el incansable comentador gráfico de nuestra vida. ¿Qué personaje importante, qué prócer, qué héroe, qué educador notable no fué fijado a perpetuidad por la mano de San Cristóval? Dibujante de la guerra, en las oficinas del Estado Mayor de la Reserva, puso su arte al servicio de la Patria y no obstante su maestría en el dibujo natural, realizó obras de aliento en el dibujo de líneas, laborando también en las proyecciones y perfiles del Ferrocarril Central y en los estudios del que debía unir Oroya y Chanchamayo.

También fue maestro y bajo su dirección comenzaron a desarrollar sus aptiitudes artísticas el gran Málaga, Field, Vascones, Jáuregui, Portal, Garreta, Mons Melgar, Chávez, Tambini, Manzanares, y para serlo a conciencia formó pacientemente una lúcida biblicteca de obras de arte y estética, siendo lector asiduo de las teorías que en su tiempo primaban sobre tales ramos. Colaborador en nuestros primeros pasos en orden a la publicidad ilustrada, San Cristóval realizó un esfuerzo enorme. Cuando se revisa las viejas colecciones, sorprende esta vertiginosa labor de San Cristóval, que no hubo hecho notable, ni rincón hermoso, ni hombre de actualidad que no reflejara con su lápiz. Hoy mismo muchísimas veces, cuando se busca la figura de algún personaje ido, seguramente la encuentra uno fijada por la mano del maestro. Desde los más remotos fundadores de la Patria, hasta los contemporáneos del propio artista, están vivientes en las colecciones de San Cristóval, que para coronar tal obra tuvo que documentarse concienzudamente. San Martín, Bolívar, Unanue, Melgar, Vigil, Herrera, Gálvez, Tejada, Mariátegui, Castilla, Vivanco, Salaverry, Grau, Bolognesi, Ugarte, Pardo, Segura, Fuentes, Palma, todos nuestros representativos desfilan por la enorme obra de San Cristóval y junto a ellos, los hechos sobresalientes de nuestra historia, los lugares evocativos y por eso la iconografía, las artes suntuarias y la arqueología deben a aquel artista casi olvidado, tan fecundo y tan modesto, grandes servicios.

En estos últimos años en que una corriente de nacionalismo parece que va por fin a orientar nuestra literatura y nuestro periodismo, la labor de San Cristóval se agiganta por el esfuerzo que representa, por la orientación que marca, por la duradera huella que nos deja. De ese intenso nacionalismo suyo dicen no solo sus dibujos y sus cuadros, sino sus colecciones, de periódicos antiguos, de reproducciones, de obras de arte, de apuntes, de cabezas, de bocetos. San Cristóval sintió fervorosamente, como pocos artistas, su País y es justo que ahora que la fecha centenaria nos lleva a todos a rememorar viejas cosas, nos detengamos un instante sobre la figura de aquel dibujante fiel y concienzudo, le tributemos el rendido homenaje que merece y llevemos a su recuerdo nuestra gratitud porque un ausente, ha venido por su obra a colaborar silenciosamente, con sus figuras evocativas en este número conmemorativo de MUNDIAL, ofreciendo, ¡cuántas veces! a los artistas de hoy la documentación serena que se desprende de las evocaciones que supo hacer.


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Revista "Mundial", año II, N° extraordinario, Lima, 28 de Julio de 1921.

Saludos
Jonatan Saona

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