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Justo Pastor Merino C. |
Párrafos por Mario Soro Cruz.
... El cuadro lúgubre descubierto por los soldados chilenos a su entrada al poblado de La Concepción, se hace presente con un testimonio valioso descrito por un médico chileno. A las cinco de la larde del día 10 de Julio el doctor Justo Pastor Merino –Cirujano del Ejército– formaba parte de las tropas de avanzada. El doctor Merino era miembro de una antigua familia curicana. Su relato revelador lo efectuó en una carta dirigida a su hermano José Luis que residía en Curicó. Su testimonio posee el valor de un documento histórico del más alto interés.
Muchas son las cosas, hechos y acontecimientos del pasado curicano que aparecen en su exacta dimensión, con caracteres generalmente desconocidos, al hojear las viejas y resecas páginas del diario La Prensa de Curicó. De esta forma encontramos publicadas los días 8 y 9 de Julio del año 1905 dos interesantes cartas: una dirigida al diario por don José Luis Merino C., solicitando la publicación de otra carta escrita por su hermano el doctor Justo Pastor Merino C., fechada el 15 de Julio de 1882, cinco días después del Combate de La Concepción, en la que narra a su hermano José Luis, el terrible espectáculo que presentaba la plaza de La Concepción a las pocas horas del término del sangriento y heroico combate.
Es de mucho interés señalar que fue el médico curicano a quien le correspondió la dolorosa tarea de extraer los corazones de los cuatro oficiales muertos en el Combate de La Concepción, los cuales se guardan en una cripta de mármol en el interior de la Iglesia Catedral de Santiago. Se acompaña copia fidedigna del contenido de las dos interesantes cartas:
Curicó, Julio 7 de 1905Señor Editor de La PrensaPresente
Mui señor mío:Siendo el 9 de los corrientes el aniversario del sangriento combate que tuvo lugar en Concepción del Perú –en el que un puñado de nuestros invencibles soldados de guarnición en dicho pueblo, sucumbió heroicamente batiéndose contra fuerzas inmensamente más numerosas– deseo, señor Editor, se sirva dar a la publicidad en su simpático diario a la correspondencia que, días después de dicho combate, me dirigió desde Tarma mi hermano Justo Pastor, cirujano de nuestro Ejército durantetoda la guerra del Pacífico.Tratándose, señor Editor, de una brillante acción de guerra en que a Curicó le cupo nuevamente la suerte de colmarse de gloria, por figurar con un héroe –Luis Cruz– no dudo que Ud. accederá gustoso a dar cabida en las columnas de La Prensa, para conmemorar dicho aniversario, de la correspondencia a la que me refiero i que le envío, con lo que empeñará una vez más, estoy seguro, la gratitud de los curicanos i muy especialmente la de su affmo. Amigo.José Luis Merino C.
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Tarma, Julio 15 de 1882
Señor José Luis Merino C.
Curicó
Querido hermano:
El combate de Concepción tuvo lugar en la misma plaza del pueblo, lugar en que estaba situado el cuartel, principiando a las 2 de la tarde del día 9 i continuando hasta las 10 u 11 de la mañana del día 10, hora en que se les agotaron a los nuestros las municiones i sucumbió el último de sus denodados defensores. Se dice que Carrera Pinto sólo se apercibió de la llegada del enemigo cuando ya estaba dentro del pueblo i que inmediatamente situó su escasa gente en las bocas calles de la plaza a fin de impedir el acceso al enemigo; pero siendo estos tan numerosos, cerca de tres mil, tuvo que ceder al número i replegarse al cuartel, defendiéndose desde todas las ventanas i el portal de piedra del edificio contiguo a la iglesia, sosteniendo el cruento combate por tan prolongadas horas hasta sucumbir el último de sus defensores, Luis Cruz, valientísimo oficial, al que dicen más de una vez le gritaron los cholos: ríndase señor oficial i nada le haremos, a lo que él contestó que sucumbiría como sus compañeros, defendiendo el puesto que la Patria le había confiado.
Nosotros entramos a Concepción como a las 5 de la tarde del día 10, a sangre i fuego. Pues a esa hora todavía quedaban en el pueblo algunos montoneros, que pretendieron hacerse fuertes a pesar de nuestra proximidad; pero tuvieron que ceder, i una vez nosotros en el pueblo, lo primero que hicimos fue visitar el cuartel. ¡Qué terrible espectáculo se presentó desde el primer momento a nuestra vista! Gran parte del cuartel había sido abrasado por las llamas i al llegar a su puerta se veían desde los umbrales los cadáveres hacinados. Entré al cuartel de a caballo i al encontrar en los cuartos i en el patio cadáveres i sólo cadáveres ignoro lo que pasó por mi mente. Sólo sé que maquinalmente llevé la mano a la cintura, sacando mi revólver i miré alrededor, esperanzado quizás en encontrar a algunos de los asesinos.
A poco observar reconozco el cadáver de Julio Montt, oficial del Chacabuco, el que fue atendido por mi mismo de tifus en Huancayo hacía mui pocos días, se había ido a concluir su convalecencia en Concepción. Momentos después encuentro el cadáver de Arturo Pérez Canto, inteligente i digno oficial, i más tarde los cadáveres de Carrera Pinto, jefe de la guarnición i el del bravo Luis Cruz. Reconocí también el cadáver de un niño Pardo, hijo de un sombrerero de Curicó, soldado que también lo tuve yo en Huancayo enfermo de tifus.
Todos los cadáveres, incluso los de los soldados, estaban completamente desnudos i horrorosamente lanceados, teniendo algunos más de cincuenta lanzazos. Mataron hasta las mujeres de los soldados, a las que les cortaron los pechos entre otras barbaridades.
A gran número de los cadáveres, entre ellos a Carrera Pinto, les cortaron rebanadas de carne i se las comieron los mismos salvajes. Se encontraron cadáveres hasta de niños mui pequeños i en la falda de un cerro había un cadáver de mujer i un niñito de pecho llorando al lado de ella.
En el pueblo, a pesar de tener una gran extensión, sólo se encontró uno que otro de sus moradores, entre ellos un cura de apellido Gómez, el que me dio algunos detalles del combate, aunque mui sucintamente. Todos los demás habían huido, i se nos dijo que un buen número de las familias estaban hospedadas en el convento de Ocopa, no a mucha distancia de Concepción.
Siendo mui difícil llevar con nosotros los cadáveres de los cuatro oficiales, les saqué a cada uno de ellos el corazón i los puse a disposición del Comandante del Chacabuco, señor Marcial Pinto Agüero, para remitirlos a Chile.
El día 11 a las 8 de la mañana, después de sepultar los cadáveres i reducir a las llamas los edificios más valiosos de la población, incluso la iglesia contigua al cuartel, nos pusimos en marcha a Jauja, adonde principió a entrar la vanguardia a las cinco de la tarde; pero la retaguardia siguió entrando hasta las 8 de la noche. Al día siguiente en la tarde teníamos al enemigo a la vista, quizás las avanzadas.
Como a una hora de camino desde Concepción nos mataron un soldado del Lautaro de un balazo i le atravesaron el pulmón a otro del mismo cuerpo el que murió al llegar a Jauja.
Me olvidaba decirte también que al entrar a Concepción le dieron un balazo en una mano a un soldado del Chacabuco i le amputé un dedo en Jauja.
El día 12 a las doce de la noche salimos de Jauja en dirección a Tarma. Caminamos toda la noche sin haber cerrado los ojos i con un frío glacial, hasta el día siguiente, 13, que se alojó la división como a dos leguas de Tarma; pero el Estado Mayor, algunos compañeros i yo seguimos avanzando i nos alojamos en Tarma donde nos hemos concentrado. El 14 en la mañana entró también la división.
Aquí no tenemos temor alguno. Hai municiones en abundancia i la tropa con lo que pasó en Concepción ansía la revancha.
Tu carta de 23 de Junio la alcancé a recibir en Huancayo. Saluda a la familia i adiós. Tu afectísimo hermano.
Justo Pastor Merino C.
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Párrafos del artículo "Toda la verdad acerca de Luis Cruz Martínez, uno de los héroes del combate de La Concepción" por Mario Soro Cruz.
Saludos
Jonatan Saona
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