10 de abril de 2024

Isaac Recavarren

Isaac Recavarren
General de Brigada Isaac Recavarren Flores
(1897 a 1899)

Arequipa, pueblo altivo y valiente, en cuyo acontecer se encuentran jornadas épicas forjadoras de héroes y restauradores del honor nacional y de las libertades públicas, recoge su gloriosa herencia y en el devenir histórico demuestra una vez más su predestinación heroica al recibir, a las faldas del Misti y a la vera del Chili, el 24 de Agosto de 1839, el nacimiento del que al correr los años habría de ser el "Héroe de Pisagua": General de Brigada D. Isaac Recavarren Flores.

Fueron sus padres don José María Recavarren y doña María Josefa Flores, ilustres descendientes de familias españolas que " tenían en su sangre la gallardía y austeridad de esos altivos vascongados que contribuyeron con su audacia y su valor a enaltecer por igual las glorias de la Francia legendaria y los fastos heroicos de la España conquistadora ".

La influencia telúrica del escenario de las grandes rebeldías nacionales y la estirpe vascongada del hogar de los Recavarren Flores, se unieron en el recién nacido para modelar desde la cuna la infancia y la juventud del severo e indomable soldado de la Guerra del Pacífico que, a manera de los caudillos vascos de la Guerra Carlista, supo en las horas de prueba demostrar que su espíritu cie resistencia no se abatía "ni por el dolor de las heridas, ni por la proximidad o seguridad de la derrota, ni por la injusticia de los hombres, ni por la incomprensión equivocada o maligna, ni por los reveses del infortunio”.

Su niñez fue feliz y su adolescencia tranquila y sonriente. Realizó sus primeros estudios en el Colegio Nacional de San Agustín, en Arequipa. Uno de sus biógrafos, el General Juan N. Eléspuru, dice: "que la severa educación de distinguido y respetable hogar, predispuso el espíritu de Recavarren, tanto para las amplias expansiones de generosos sentimientos como para adaptarse sin violencia a la rigidez de la disciplina militar y así pudo observársele, desde sus primeros pasos, franco, abierto, desprendido, jovial y abnegado con sus compañeros; siempre leal con sus amigos, con esa lealtad, timbre caballerezco que resplandece en todos los tiempos y todas las circunstancias, al través de opiniones encontradas en política y religión, y a pesar de los embates de la suerte y de la tempestad de las pasiones.". "Era pues Recavarren, por educación y temperamento al mismo tiempo que afable, enérgico y resuelto, y siempre subordinado y respetuoso; alcanzó con estas cualidades, en donde quiera que estuvo, consideración muy merecida”.

En 1854, a los quince años, en edad adolescente, ingresa al Ejército y a la profesión de las Armas, bajo las órdenes y protección del General D. Mariano Ignacio Vivanco, quien en 1856, o sea dos años más tarde, le concedió la primera insignia de Oficial, expidiéndole despachos de Alférez de Artillería ; y, al año siguiente, el 23 de Marzo de 1857, lo ascendió a la clase de Teniente de la misma arma, por la capacidad de mando que había demostrado bajo sus banderas en el curso de la revolución que había desencadenado en Arequipa contra el Gobierno de Castilla.

Dominada la revolución del General Vivanco por las fuerzas leales al Gobierno, el Teniente Recavarren permaneció a la espectativa de mejores destinos hasta el ano 1865 en que el Coronel Mariano Ignacio Prado, entonces Prefecto de Arequipa, encabezó el movimiento revolucionario contra el gobierno del General D. Juan Antonio Pezet firmante del Tratado Vivanco-Pareja, desplegando la bandera de la Reivindicación del Honor Nacional. Desde el primer momento Recavarren se alistó en las filas del Ejército organizado por Prado bajo el título de Restaurador de la Patria, con el grado de Sargento Mayor de la Guardia Nacional, bajo las órdenes del General Diez Canseco, con quien tomó parte en toda la campaña hasta la entrada a Lima, el 6 de Noviembre de 1865, en que el General Prado, reconociendo su aporte hábil y patriótico en toda la campana, le confirmó su ascenso a la clase de Sargento Mayor en el Ejército de Línea.

En el glorioso combate del 2 de Mayo de 1866 contra la escuadra española del Almirante Méndez Núñez, el Sargento Mayor Recavarren, fue segundo jefe de la batería Maipú, en la que por su meritoria acción, por su arrojo y su denuedo, mereció el ascenso a Teniente Coronel, una medalla de honor con la
inscripción “Fue uno de mis defensores", "Callao 2 de Mayo de 1866” y el título de "Benemérito a la Patria en grado heroico ".

Desde entonces y en los trece años que precedieron a la guerra internacional de 1879 su actuación fue brillante y digna de su heroico comportamiento en el combate del 2 de Mayo, cual si todos sus empeños tuvieran por norma el enaltecimiento de los grados militares que había conquistado con tanto denuedo y arrogancia. Hombre de conciencia rectilínea encauzó su vida por los senderos del honor más acrisolado y fue un paradigma de esas puras cualidades que tan os lauros han conquistado al soldado del Perú. Así, en 1874 y en 1876, defendiendo al gobierno constitucional de las presidencias de D. Manuel Pardo y del General D. Mariano Ignacio Prado, marchó con las fuerzas leales que debelaron las revoluciones acaudilladas por don Nicolás de Piérola; y, siempre en defensa del orden y de los sagrados intereses de la Patria, desempeñó importantes cargos, como el de Jefe de Estado Mayor de la División que comandara el General Bustamante.

Al estallar la guerra con Chile, Recavarren fue uno de los primeros en partir al campo de la lucha recibiendo el nombramiento de Jefe del Estado Mayor de la 2da. División del Primer Ejército del Sur concentrado en Iquique, bajo el mando del General D. Juan Buendía; y, más tarde, se le trasladó a Pisagua con el cargo de Jefe Político y Militar de ese puerto, señalado por el enemigo como punto inicial de desembarco para la invasión del Perú. Es en el desempeño de este elevado cargo en donde la figura del Teniente Coronel Recavarren adquiere los relieves del héroe y la gloria de la inmortalidad.

Llegado a Pisagua el 27 de Octubre de 1879 y enterado de la gravedad de su joven esposa, doña María García Calderón, se vió obligado a dirigirse a Arequipa, a donde solo llegó para asistir a los funerales de la madre de sus seis pequeños hijos; y, afrontando patrióticamente su tragedia hogareña, dejó a sus hijos al cuidado de parientes y amigos, y regresó al frente de su puesto de combate. En Pisagua, conocedor de la enorme superioridad de las fuerzas invasoras, dispuso lo necesario para la defensa de la plaza y, con el estoicismo propio de un Mariscal Gamarra, se dijo “Aquí es preciso morir con gloria”.

Eran 1,181 soldados perú -bolivianos con dos antiguos cañones de avancarga que se enfrentaban a las fuerzas chilenas, fuertes en 10,000 hombres y apoyados por el fuego de su escuadra compuesta por el blindado “Lord Cochrane”, la corbeta “ O'Higgins”, las cañoneras "Covadonga" y "Magallanes”, los cruceros “Loa” y “Amazonas” y trece transportes armados en guerra.

Al producirse el ataque el 2 de Noviembre de 1879, Recavarren de acuerdo con el General boliviano Villamil y asesorado por su ayudante el más tarde glorioso General Sáenz Peña, supo dictar las órdenes rápidas, firmes y serenas que las circunstancias demandaban, respondiendo con denuedo al ataque de los invasores. Tres veces cayó al suelo por la muerte de sus caballos. Herido en la muñeca y el antebrazo alentó a los defensores en todo instante del combate.

Fue un auténtico jefe cuya voluntad supo proyectarse con la elocuencia del ejemplo. Tres veces rechazó a los atacantes y se defendió heroicamente al través de sus cinco líneas de trincheras y así llegó hasta el Morro, donde prolongó su esfuerzo de resistencia hasta cerca de las cuatro de la tarde de aquel día. A esa hora, cuando había agotado todas sus municiones, Recavarren ordenó la retirada, pero calando bayonetas, para abrirse paso y no caer prisionero con el reducido saldo de sus tropas. Y así lo hizo llevando en lo alto la bandera de la Patria rasgada por las bajas del desigual combate, pero, encendida con el rojo de la sangre de sus defensores.

El ilustre marino y explorador inglés Sir Clements Markham escribió a Recavarren manifestándole el elogioso concepto que tenía de su persona en los siguientes términos: “Su conducta cuando los chilenos desembarcaron en Pisagua, donde fue herido, su distinguido valor, su perseverancia y los esfuerzos hechos por Ud. para que la División Leyva saliese y llegara a tiempo en protección del ejército de Tacna y un coronado heroísmo son servicios que muy pocos oficiales en el mundo pueden sobrepasar”.

Por su actitud en Pisagua fue ascendido por el Congreso a la clase de Coronel, su nombre inscrito en el “Gran Libro de la República” y condecorado con la "Cruz de Acero de la Legión del Mérito Militar".

Días después del memorable combate de Pisagua el Coronel Recavarren reasumió en el Ejército del Sur su cargo de Jefe del Estado Mayor de la Segunda División, mandada por el Coronel Cáceres, a cuyas órdenes tomó parte en la batalla de Tarapacá, ganada por las armas peruanas el 27 del mismo mes. Allí recibió una herida en el brazo derecho y vendada siguió combatiendo al frente de sus tropas, dando fe nuevamente de su singular heroísmo.

El 13 de Enero de 1881 interviene en las batallas de San Juan y de Chorrillos, incorporado como Jefe de Detall del Segundo Cuerpo de Ejército y bajo las órdenes del Coronel D. Miguel Iglesias. Cuenta uno de sus biógrafos que cuando se dirigía a la Estación del Ferrocarril de Chorrillos, después de atacar y resistir en todos los frentes, fue rodeado por el enemigo y, aniquilado el cuerpo que comandaba, cayó herido en el brazo en poder del enemigo; y hubiera perecido en manos de la soldadesca triunfante de no mediar la intervención del General chileno Sotomayor que, al verlo exclamó: “Reconozco al héroe de Pisagua y la Providencia me lo entrega hoy”, ordenando a continuación que se le respetara y se le prodigaran los auxilios necesarios.

Posteriormente, establecido el Gobierno del Presidente Dr. Francisco García Calderón, Recavarren fue nombrado Prefecto del Departamento de Lima y días después encomendósele el mando de una expedición al Departamento de Ancash con el propósito de facilitar el restablecimiento del orden constitucional.

Aprehendido el Dr. García Calderón y deportado a Chile y, disipadas las esperanzas de paz honrosa, Recavarren dedicó sus esfuerzos a incrementar los elementos de defensa nacional, procurando hombres, armas y municiones a las fuerzas peruanas que resistían aún en las quebradas y pueblos inmediatos a la Capital. Más tarde, despertadas las sospechas del Cuartel General chileno, se dirigió por tierra hasta Arequipa en donde se puso a órdenes del Vicepresidente del Gobierno Provisional Contralmirante Montero.

Estando en Arequipa y atendiendo al llamado del General D. Andrés A. Cáceres, Jefe Político y Militar del Centro, acudió gustoso a integrar las filas de los valientes que continuaban guerreando en defensa de la integridad nacional. En esta situación aceptó el Mando de las fuerzas que Cáceres envió al Norte para sofocar el movimiento que iniciara en Cajamarca el Coronel Iglesias, misión que no pudo cumplir, pues, ante la amenaza de fuertes Divisiones chilenas que marchaban para destruir la heróica resistencia peruana, el mismo Cáceres dispuso que contramarchara para unirse con el grueso de sus tropas, a las que logró reincorporarse en Yungay. Con Cáceres tomó parte en la épica retirada de sus fuerzas por la abrupta Cordillera de Yanganuco y en las duras penalidades que sufrió su ejército hasta su ingreso en Huamachuco, el 8 de Julio de 1833, bajo el fuego de la artillería enemiga.

En la batalla de Huamachuco por cuarta vez es herido de un balazo en la pierna y hubiera caído prisionero y fusilado por el enemigo de no ser por uno de sus soldados, quien subiéndole a su caballo y ocultándole del enemigo, en peligrosa y trágica odisea, le conduce hasta el Marañón, el cual atravesó en balsa, escapando así de sus perseguidores. De esta época es aquella su famosa arenga como Comandante en Jefe del Ejército del Norte que por si sola revela cuán grande era el espíritu de resistencia de quien desde Pisagua a Huamachuco luchó sin descanso contra el invasor en la Guerra del Pacífico:
 “Conciudadanos: Llegó al fin la deseada hora de la prueba y del sacrificio. El enemigo avanza; y a medida que acorta la distancia, el corazón apresura sus latidos e impulsos por la vehemencia, y la alegría de probar al país los altos quilates de su vigor y de su patriotismo. Nobles hijos de Ancash, probemos a nuestros enemigos que el espíritu público, retemplado por el infortunio, sabe sacar vigor de su propia desventura; y que si la Fortuna no se ha cansado de castigarnos, sepan que estamos resueltos a marchar contentos al martirio; y que, al entrar victoriosos a nuestras ciudades, sus mutiladas legiones, solo tendrán por testigos de su triunfo, los sangrientos escombros de nuestros campos y los humeantes y ennegrecidos restos de nuestros lares. Vuestro hermano. Huaráz, Mayo 14 de 1883".

En Noviembre de 1883, constituido en Lima el Gobierno del General Iglesias, volvió a la Capital el Coronel Recavarren. Dió entonces testimonio de su acrisolada honradez entregando espontáneamente la suma de tres mil quinientos soles plata, saldo de los fondos provenientes de donativos hechos voluntariamente para el sostenimiento de las tropas que tuvo bajo su mando y pidió el examen de sus cuentas.

Al año siguiente, fracasado el asalto a Lima por las tropas del General Cáceres, trató por todos los medios a su alcance de poner termino a la lucha interna que como corolario de los desastres de la guerra seguían ensangrentando el suelo patrio. No obstante no interesarle los debates de la política, como hombre representativo, tuvo que aceptar su elección de Senador por Arequipa en 1890. Durante el Gobierno de Romaña desempeñó funciones administrativas de gran responsabilidad. En 1895 el Congreso de la República le otorgó la clase de Coronel Efectivo. Y, al año siguiente, fue designado como miembro Gubernativo del Cuerpo de Consulta que presidía el Jefe del Estado para el estudio de los graves problemas de la Administración Pública.

Fue elegido Presidente de la Benemérita Sociedad de la Independencia y Vencedores el 2 de Mayo en el período 1897-99, dejando en los dos años de su presidencia meritoria labor institucional.

En 1900 el Gobierno lo nombró Prefecto del Departamento de Arequipa y en 1901 le puso el cúmplase a la Ley que lo ascendía a la alta clase de General de Brigada, destinándolo después para integrar el Consejo Supremo de Guerra y Marina, puesto que le correspondía por mandato de la Ley. Allí continuó cuando dicho organismo superior cambió su denominación por la de Consejo de Oficiales Generales. En este importante cargo lo sorprendió la muerte el 8 de Noviembre de 1909. “Allí —dice el General Eléspuru— ceñido a las disposiciones de un novísimo código, administra justicia, con esa rectitud que se adquiere cuando desde los primeros años se ingresa a la carrera de las armas, en la que, sin más bandera que la bandera de la patria, se aspira a la grandeza de ella, y sólo su grandeza. con absoluto desprendimiento, con la más completa y constante abnegación; y allí ha caído, dejando ejemplo de consagración y austeridad".

Coronel F.A.P. Carlos A. de la Jara.


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"Reseña Histórica de la Benemérita Sociedad Fundadores de la Independencia, Vencedores el 2 de mayo de 1866 y Defensores Calificados de la Patria. En el primer centenario de su fundación". Lima, 1957.

Saludos
Jonatan Saona

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