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10 de junio de 2019

Manuel Bedoya

Manuel Bedoya
Manuel Bedoya
(Texto tomado de "El Perú Ilustrado" Lima, 12 de octubre de 1889)

Manuel Bedoya, nacido en la ciudad de Tarma el 13 de Diciembre de 1857, de los esposos Coronel don José Agustín Bedoya y Valle y la señora María Ignacia Suárez, fué alumno del Colegio “Peruano” rejentado por el doctor don Melchor García, y más tarde de los claustros de Guadalupe, ese bello plantel de nombradía de cuyo seno han salido los ciudadanos conspicuos que hoy figuran en el país.

Con honrosos antecedentes que le prepararon el campo, las puertas del convictorio Carolino se abrieron para el estudioso joven, y allí, donde la juventud aristócrata y liberal del Perú bebe la ciencia universitaria bajo la égida de San Marcos, comenzaron los estudios de Letras y Jurisprudencia para éste jóven cuyas aficiones literarias se manifestaron desde temprano, alentadas por felices disposiciones de las que dió prueba convincente una vez que formó parte de la redacción de “El Comercio,” “La Cartilla Popular,” “La Patria”, “El Comercio Español” y “El Banquillo” trabajando en estos dos últimos en unión de Eva Canél, Eleuterio Blancas, J. Μ. Erquiaga y otros jóvenes contemporáneos bajo la hábil dirección del acreditado literato Eloy P. Buxó. También colaboró Bedoya en el celebrado “Correo del Perú.”

Cuando la ola negra de la guerra cubrió do luto las ricas praderas de la patria, Bedoya se lanzó en busca del morral del soldado raso y en esa condición digna de encomio, sirvió en el torreón Manco-Cápac hasta que organizada en esta capital la reserva, fué llamado para capitán de una compañía del batallón N.° 22. No solo dedicó sus fuerzas físicas al servicio militar, sino consagró sus desvelos intelectuales á enardecer el patriotismo de sus colegas escribiendo la alegoría patriótica titulada: “Venganza” representada con brillante éxito en el “Principal.”

Esa alegoría, y el canto que pocos días después publicó Bedoya con el rubro de "Guerra”, correspondieron á las ansias del autor avivando en los corazones ese fuego sagrado cuya llama sube, luce y quema con el dulcísimo nombre de Patria!

El cantor, empero, tuvo que llorar sobre su lira rota, más el soldado, después de luchar como bueno en San Juan, Chorrillos y Miraflores, fué buscando por doquiera la sombra del querido bicolor llevado por el ínclito General Cáceres á la fría puna y en la vía crucis del Centro, siguió impertérrito el Pabellón Nacional salvado en la cumbre de Huamachuco.

Durante las luctuosas horas de la patria, Bedoya no escaceó sacrificio alguno, y así vendiendo muchos objetos, de su uso, fundó “La Prensa Libre” publicación de miras patrióticas y después regresó al cuartel general de Arequipa donde sirvió algunos meses la Sub-prefectura de Islay y Mollendo, dejando el puesto para continuar la campaña del Centro solucionada con los arreglos de Diciembre del 85: después fué nombrado Sub-prefecto de la progresista y liberal Provincia Constitucional del Callao, á cuyo servicio permanece hasta hoy, habiendo desempeñado accidentalmente la Prefectura durante la enfermedad y muerte del señor Elías.

Como poeta, ha escrito mucho usando diferentes pseudónimos, entre los que por el momento recordamos el de Juan de la Vega y El chico Mamoncito. Bedoya, es todavía joven y la patria espera, con justo derecho, mucho de quien iniciado bajo auspicios felices en su carrera pública presenta su honrosa foja de servicios, que desde luego, nos complacemos en reconocer y consignar en estas líneas, como palabra de estímulo para los jóvenes contemporáneos del distinguido hijo de Tarma.


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Texto e imagen tomados del "El Perú Ilustrado" núm 127, Lima, 12 de octubre de 1889.

Saludos
Jonatan Saona

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