Firma de Pedro Manuel Rodríguez |
Diario de Pedro Manuel Rodríguez, desde el Reducto 2 de Miraflores
Sábado 25 de diciembre de 1880
A las 10 A.m. se nos llevó del batallón Nº 20 al Nº4 mandado por Riveyro, a las 11 se nos previno que estuviéramos listos, para marchar, a las 2.00 P.m. desfilamos del cuartel a la calle, a las 4 fuimos a la plaza de armas y a las 6 P.m. marchamos al tren, a las 7 salimos de Lima y a las 7 ¾ llegamos a Miraflores. Una parte del batallón se encuarteló en un rancho en construcción de parras y la 5 Compañía a la cual pertenezco a un cuarto de otro rancho. Yo preferí dormir afuera al campo. No se nos dio ni una gota de agua por parte de las autoridades, algunas provisiones que llevamos como carne y queso fue el único alimento que tomé; fui al hotel y no tenía nada. Tome un vaso de cerveza, no me fue posible dormir.
Domingo 26 de diciembre de 1880
A las 7 A.m. nos alistamos para marchar a los reductos. En el camino tomé un vaso de leche cruda. Nosotros acampamos en el 2 reducto, hicimos un ranchito. Nada se nos dio por alimento durante la mañana; a las 2 P.m. se nos dijo que fuéramos a Miraflores a recibir rancho. Este pueblo esta del 2 Reducto a una distancia de área de 2 Millas.
El mal estado en que me encontraba y por el desgano no fui a recibir el rancho, que fue muy malo según me lo avisaron los amigos. A las 3 P.m. se nos dijo, que debíamos variar de campamento, que ívamos (sic) a ocupar el 1 Reducto, a las 4 P.m. marchamos al nuevo campamento. La noche la pasé mal, dormí poco y vestido de campaña estando listos pues se nos dijo, que por la mañana podríamos quizá entrar en combate. La noche pasó sin alarma y amaneció el:
Lunes 27 de diciembre de 1880
En este día nada de notable fui con el amigo [Gadon] al pueblo de Miraflores a almorzar, la noche la pasamos como las anteriores. Uno de los compañeros el Dr. Cosme Quintanilla nos repara de diversión.
Martes 28 de diciembre de 1880
Amaneció el 28 nada de notable en la mañana, tomé por primera vez el rancho, el caldo estaba muy bueno. Recibí una carta de mi Ysabel dándome cuenta de la salud de mis hijitos a la 1 de la tarde, se nos dijo, que nos armemos pues el combate había principiado. Al momento todos con un grande entusiasmo, sacaron de sus ranchos improvisados sus rifles y municiones se pasó la lista y se esperaba con impaciencia, la hora de romper los fuegos contra el enemigo. Después de una hora, se nos mandó descansar formando pabellones. La orden produjo un grande entusiasmo y todos se han alistado con el sentimiento que produce sus corazones nobles el cumplimiento del deber. La orden de descanso fue una contrariedad.
A las 5.00 P.m. mi compañía entró en guardia, me tocó la guardia del centro, el reten me tocó de 8 a 10.00 P.m., la guardia de 4 a 6. A.m. dormí sobre las piedras, amanecí bien sin que en la noche haya habido novedad.
Miércoles 29 de diciembre de 1880
Nada de notable en este día en el campamento reyna siempre el entusiasmo, el único fastidio que se siente es que demore el combate.
Jueves 30 de diciembre de 1880
Amaneció este día sin la menor novedad, después de pasar la lista fuimos todos a votar las tapias que están al frente del reducto; al regreso, cuando acababa de recibir el rancho se me llamó, anunciándome la venida del Dr. Lorente y de mi esposa. La venida de mi padre el Dr. Lorente y la de mi amada esposa me impresionó muchísimo. Al salir de Lima había resuelto no volver a verlos, así como a mis queridos hijos, sino después de la campaña; pues no quería experimentar las emociones que se sufren cuando se sale del seno de una familia tan buena, como la que Dios me ha dado al campo donde se espera una próxima batalla, y donde no se sabe la suerte que le quepa a uno. Solo el amor a la patria, solo el deseo de vengar la honra nacional ultrajada por la nación mas infame de la América, puede hacer callar el amor a la esposa y el amor a los hijos, y obligar a uno a salir a combatir.
La vista pues de mi padre y la de mi esposa, renovaron las emociones que esperimenté al salir de Lima pero me causaron también un gran placer y animaron mis sentimientos y mitigaron el pesar que tenía por no verlos, mucho más cuando tan incierta es la vuelta, si toca la felicidad de que combatamos con nuestros enemigos.
A las 3 ½ P.m. nos dirigimos al tren y a las 4 ½ se dirigieron a Lima y yo me regresé al campamento pensando en mi mujer y en mis hijos, y en el porvenir de la patria.
Por la noche ninguna novedad. A las 4 A.m. mi tío B. Benel me anunció que arreglase mis cositas, pues era probable que marcháramos a Lima, porque fuerzas enemigas, se habían desprendido para el interior y salir a [Cocachacra] me alisté.
Viernes 31 de diciembre de 1880
No hubo revolución alguna respecto a la marcha, después de lista fuimos a continuar el trabajo de destruir las tapias, a las 9 ½ regresamos.
No se nos dio rancho por falta de carne, almorcé como se pudo en unión de D. A. Quiroga y de J. Medina; fue después a Miraflores me di un baño en el mar.
A las 5.00 P.m. nos dieron el rancho y se pasó lista"
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Carta de Pedro Manuel Rodríguez a su esposa Isabel Lorente Benel
"Miraflores 2 Reducto, 27 de diciembre de 1880
Amada Ysabelita
Esta mañana te escribí una carta de Miraflores quizá no te la entreguen hoy pues no creo la hayan puesto en el correo.
Estoy bueno, necesito un paño de cara, si puedes mandarlo hasta aun cuando sea para dos días según la opinión general, pues creen que mañana o pasado se dará la acción aun cuando mi opinión es contraria.
Reyna el mayor entusiasmo en toda la reserva, si me hubiese quedado estaría con un gran remordimiento y no estaría tranquilo en toda mi vida. En fin confío en la Providencia que en esta vez nos favorecerá.
Nosotros ocupamos la 2da línea de batalla.
Mil cariños a mis hijitos y tu recibe el corazón de tu esposo.
Pedro"
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Párrafos del documento tomado del artículo "Unas cartas desde el reducto de Pedro Manuel Rodríguez" escrito por Antonio Coello Rodríguez en UKU PACHA. Revista de Investigaciones Históricas. Año 5, Nro. 10, Diciembre 2006.
Saludos
Jonatan Saona
Líneas que apenan mi alma, que habrá pasado con ese hombre que abandono a sus padres, esposa e hijos para defenderlos del miserable invasor. Murió??? Regresó con su familia este buen hombre??? Solo espero que halla tenido un buen final sus últimos momentos este gran hombre.
ResponderBorrarSí, Pedro Manuel Rodríguez sobrevivió luego participó como secretario en la campaña de la breña y después de la guerra se convirtió en político.
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