Teniente del Batallón num. 1 de Coquimbo
I.
No habría sido acto de justicia después de cuanto dejamos dicho sobre la excepcional bravura i suerte señalada del batallón Coquimbo en la cruenta batalla de Tacna, timbre de los hombres del norte que recordaba al num. I de Coquimbo en los callejones de Maipo i que mereció un voto especial de gracia de todos los representantes de la provincia de Coquimbo en el Congreso, sinó tributáramos igual prez e igual honra a los que, no siendo coquimbanos, derramaron su sangre bajo su insignia.
II.
I entre aquéllos el puesto mejor conquistado fué el del simpático i caballeroso voluntario Abel Riso Patrón, nacido a orillas del Nuble, de padres santiaguinos, que lo fueron el apreciable majistrado don Carlos Riso Patrón i la señora Leocadia Argomedo.
III.
"Fué,— dice una reseña doméstica que de los cortos años de aquel joven ha llegado hasta nosotros,— el tercero de nueve hermanos, i vió la luz en Chillán, donde su padre era a la sazón juez de letras, el 19 de octubre de 1853.
“Toda su instrucción, desde las primeras letras, la recibió en el Seminario hasta el último año del curso de humanidades.
“Desde niño manifesté inclinación a la carrera militar, i a haber seguido los impulsos de su voluntad a los dieziocho años, lo habríamos visto de alférez de caballería, cuyos despachos recibiera en 1872. Pero el campo de acción de los militares en aquella época estaba circunscrito a la frontera araucana i a apaciguar las revueltas de los indios.
“Algunos encuentros brillantes, en que no pocas veces tuvimos que lamentar la inmolación de jóvenes i distinguidos militares en manos de la saña indíjena, encendían su entusiasmo. Mas la resistencias naturales de su madre lo sujetaron siempre. I por otra parte. si bien se mira, la vida de guarnición, monótona e inactiva, habría atormentado su espíritu vivo i emprendedor.
“Destinado a la carrera del foro hizo con aprovechamiento primero en el Seminario de Concepción las humanidades i después los cursos de Derecho en el Liceo de la misma ciudad, pero sus inclinaciones eran otras. A la toga i el código, prefería las charreteras i la espada de las reliquias veteranas que ha guardado Concepción, foco brillante de altiva libertad i cuna preciosa de nuestra independencia.
"Por eso el día mas feliz de Abel Riso Patron fué aquel en que, nombrado alférez de caballería en 1872, creyó principiar a los 19 años la anhelada carrera de las armas.
Como oficial de guardias cívicas no falto nunca a las academias i ejercicios de su batallón. Era entusiasta i sumamente desprendido, de tal manera que jamás volvía de su cuartel con dinero en el bolsillo, todo lo distribuía entre sus soldados. I así era en todo, constituyendo la jenerosidad su cualidad sobresaliente: podría faltarle pare él, pero no para los demás, i nunca negó al pobre lo que le pidiera. Esto le daba mucha popularidad, que él no buscaba i de la cual ni se apercibía.
Las evoluciones del comercio no le impidieron aceptar ventajosas ofertas que lo obligaron a hacerse en primer término negociante (corredor de plaza) i en seguida campesino en una estancia penquista".
IV.
En medio de esta monotonía i de esta rutina del campo i la ciudad, saliéronle al encuentro los gritos i los batallones de la guerra, i sin vacilar alistóse en ella trasladándose a Santiago, donde con fecha 5 de julio de 1879, confióle el gobierno el titulo de teniente del batallón num. I de Coquimbo.
V.
En esa condición marchóse al norte; i ocurrió la particularidad de que, al emprender su viaje de campaña, salían casi juntos con él del hogar de su común abuelo, el ilustre patriota don José Gregorio Argomedo, num. 65 de la calle de Santo Domingo, tres soldados que hoi de seguro no serán olvidados: el comandante Santa Cruz, el teniente Argomedo i el teniente Riso Patrón. I ninguno de esos tres volvió a ver la luz de la patria, tan aleve es en sí misma la guerra.
VI.
Herido, en efecto, en la cima de San Francisco, el teniente Riso Patrón regresaba a Santiago i hubo de detenerse en Valparaíso para recibir una amputación a la que no sobrevivió falleciendo en esa ciudad el 11 de diciembre de 1879.
Desde el camino había anunciado a sus padres su fatal destino con estas palabras de lacónico i casi alegre heroísmo que en aquel tiempo pasó de mano en mano en los boletines telegráficos de la victoria,-"¡Viva Chile!-Voi herido-No importa. Hemos triunfado!".
Fué por esto de aquel mancebo de alma levantadísima i de gallarda i juvenil figura, de quien dijera el deudo i el poeta:
"En aras de la patria idolatrada
Corrió a ofrecer su jenerosa vida,
I, digno de su estirpe i de su espada,
Miró al morir su aspiración cumplida!
Cuando venga la madre desolada
Por el hijo a llorar entristecida,
El llanto que derrame a su memoria
Haré crecer las flores de su gloria!... (I).
(I) J. A. Soffia—A la memoria de Abel Riso Patrón, Santiago, enero 12 de 1880.
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Texto e imagen tomados de "El Álbum de la gloria de Chile", Tomo II, por Benjamín Vicuña Mackenna
Saludos
Jonatan Saona
Octavas reales. Es la métrica en que fue escrita el poema épico "La Araucana" durante la conquista española.
ResponderBorrarY riman: versos 1°, 3° y 5° - 2°, 4° y 6°, cerrando con 7° y 8°.