Nació en Santiago el 6 de junio de 1846; fueron sus padres Tomás y Teresa. Alumno del Colegio de los Sagrados Corazones y del Seminario de Santiago. Fundador de la 5ª Compañía de Bomberos de Santiago en 1873.
Se ordenó de sacerdote en 1877. Dos años después fue nombrado capellán castrense. Durante la guerra, autorizado por el Arzobispo de Santiago, escribió una serie de artículos testimoniales bajo el pseudónimo de Juan Catalán, que fueron publicados por El Estandarte Católico entre el 14 de marzo de 1879 y el 30 julio de 1880.
Sobre su experiencia en el ejercicio de su ministerio durante la guerra dejó unos apuntes que tituló Crónica de un capellán de la Guerra del Pacífico, que fueron publicados posteriormente por la Revista Católica. En 1887, ocupó los cargos de Rector del Seminario y de Gobernador Eclesiástico de Valparaíso, trasladándose después a Santiago, en donde fue nombrado capellán de la Casa de Ejercicios de San Juan Bautista.
Fue párroco fundador de Santa Filomena, designado para este cargo el 24 de diciembre de 1894. En 1920, monseñor Crescente Errázuriz le dio el título de Canónigo Honorario de la Catedral. Fue un escritor fecundo, y abordó el género dramático con sus obras Scanderberg y El último día de Polonia, que fueron representadas en el Teatro Municipal de Santiago. Escribió, además, novelas y opúsculos de índole religiosa. Fue uno de los fundadores de la revista literaria La estrella de Chile. Murió en Quintero el 4 de enero de 1934 y sus restos fueron sepultados en la iglesia parroquial de Santa Filomena, en la que después se erigió un monumento a su memoria.
Su nombramiento como capellán castrense estuvo entre los ocho primeros que emitió la autoridad el 9 de abril de 1879. Permaneció como tal hasta el 29 de marzo de 1881 y su labor es una de las más conocidas por su decisiva actuación durante las jornadas de la guerra. Según José Clemente Larraín, cuando el padre Ruperto se integró a la brigada del coronel Amengual poco antes de la batalla de Tacna "...se acampó al caer de la tarde del 25 de mayo, en las proximidades de la Quebrada Honda, se dedicó solícito (el padre Marchant) a oír en confesión a los que después habían de perecer. Allí se pasó la noche entera oyendo a un crecido número de los que hacía ir a desahogar su alma con el sacerdote el presentimiento de la muerte próxima.
El Ferrocarril consignó: "No nos cansamos de aplaudir el celo y espíritu evangélico del nuevo capellán señor Marchant Pereira. Las atenciones del hospital y el cumplimiento de sus obligaciones espirituales, no han sido bastantes a su actividad y contracción. Ha encontrado recursos y aliento para hacer notables reparaciones en el edificio del templo...". Posteriormente, a partir de febrero de 1880, el padre Marchant Pereira quedó como capellán de la primera división de Ejército a la cual estaba integrada la ambulancia Valparaíso.
Pero un hecho que a muchos impactó fue cuando el padre Marchant después de la batalla de Tacna: "...con caridad verdaderamente evangélica, se había bajado de su caballo para colocar sobre él a dos soldados heridos. El señor Marchant Pereira marchaba a pié tirando de la brida el caballo, sin importarle las balas y consolando a los heridos con cariñosas palabras. Consigno este hecho que enaltece a los capellanes de nuestro ejército que, como el señor Marchant, no abandonaron un momento a los heridos prodigándoles toda clase de atenciones y los consuelos de la religión".
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Larraín Mira, Paz. "Los Capellanes castrenses chilenos en la guerra del Pacífico. Perfiles biográficos". Cuadernos de Historia 23. Universidad de Chile. Diciembre 2003.
Saludos
Jonatan Saona
En realidad. aquella que mandó Amengual en la batalla de Tacna fue, técnicamente, una brigada, pues estaba integrada solamente por unidades de infantería. No obstante, en la nomenclatura de la época y en los partes oficiales se le denomina "división". Clemente Larraín (en el regimiento "Esmeralda") tuvo que estar al tanto de esa denominación.
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