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27 de diciembre de 2020

Luis La Puerta

Luis La Puerta
Testimonio de Luis La Puerta

"Lima, Mayo 2 de 1890
Sr Coronel Juez Fiscal en comisión para el seguimiento de la causa á Nicolás de Piérola.

Haciendo gran esfuerzo por el estado en que se halla mi espíritu, á causa de la inmensa desgracia que he sufrido, contesto al interrogatorio de V.S. con la verdad y justicia que ha sido la norma de mis acciones. Para hacerlo me es preciso traer á consideración algo que á primera vista parezca innecesario; y cuando la forma, tal vez, por el estado en que se halla mi cabeza no sea estrictamente la que conviene en los casos como el de que se trata:

Días antes de que yo nombrase al Sr General La Cotera Ministro de la Guerra y Presidente del Consejo de Ministros; me aseguraron que D. Nicolás de Piérola deseaba desempeñar un Ministerio y pregunté a éste si era verdad y me dijo que sí y que se encargaría del de Hacienda; pero que sería con la presidencia del Consejo de Ministros; y le contesté que al día siguiente sabría mi resolución; y así lo hice, asegurándole que sería Presidente del Consejo: y le encargué que se fijase en tres personas para cada ramo, que a su juicio podían desempeñar las carteras y que de ellas elegiríamos cuando llegase el caso.

A consecuencia de este arreglo me hizo (a los tres) días, la relación de los S.S. á quienes había hablado, si llegase el caso, para el desempeño de las carteras y que ellos aceptaban gustosos. Faltaba solo designar para el de la Guerra; mas con gran sorpresa mía, me propuso tres S.S. para que de ellos eligiese el de Hacienda: le repuse que él quedó en que la desempeñaría, y se excusó con que no le convenía. En ese Estado le pregunté que cartera tomaría y dijo que la de la Guerra y advirtiendo mi espanto agregó: "entre todos los generales que V. tiene en el Ejército ninguno sabe mas que yo, pues he estudiado la estrategia y la ciencia militar"; concluyó la entre-vista diciéndole yo Si en la guerra á que nos han provocado los chilenos, contando el Perú con un Ejército imponente como lo hay; generales y jefes de gran valer, que poseen los conocimientos de su profesión y la práctica de campañas y suponiendo que en él no hubiese mas que tropa y subalternos (como se resolvió en una gran conspiración que se organizó en la primera administración de general Castilla) nombraría yo á un subteniente Ministro de Guerra antes que á un paisano ilustrado que fuese; pues aquel debía saber de su profesión.

La cansada relación anterior tiene su objeto. La jactancia de D. Nicolás de Piérola la tomé como una andaluzada y en este concepto la refería á varias personas de las que cuatro que lo conocían mas que yo, me observaron que la pretensión de D. Nicolás de Piérola era la realización de sus trabajos para asaltar la Presidencia, que le sería fácil teniendo el Ejército á sus órdenes. No creía capaz á D. Nicolás de Piérola de traicionar al Gobierno y combatirlo con las armas que le dio para que defendiese la Patria de la invación extranjera que la humillaba y sojuzgaba ya parte de ella.

EL 2 de Diciembre de 1879, reasumió el Sr General Prado la Presidencia de la República; y en el mismo mes, el día 18, á las 5 de la tarde se embarcó en el Callao para ir á EE.U.U y á Europa a desempeñar una comisión muy importante que le encomendó el Consejo de Ministros; y quedé, yo, en su lugar como el llamado por la ley: de manera que goberné solo tres días no completos, porque en la noche del 21 se sublevó D. Nicolás de Piérola.

El 22 del mes referido, D. Nicolás de Piérola dió una proclama en el Callao; y no teniendo falta que enrostrarme en los meses anteriores á su deserción y rebelión; dice como única disculpa de su traición, la vulgaridad de que yo era inválido. Los que me tratan ó me ven en la calle después de más de diez años que D. Nicolás de Piérola descubrió mi invalidez que le sirvió de excusa para traicionar á su patria al frente del enemigo; dirán si podía atenuarse su crimen; sólo sería en el caso de haber triunfado de nuestros enemigos; lo que era un imposible físico, y demasiado probable para un militar experimentado.

La vanidad de D. Nicolás de Piérola fue la causa de haber sido vencido el Perú, pues ni aún convocó consejos de guerra para oír las opiniones de los ilustres generales y jefes que habían en el Ejército, para conocer las medidas que se debían tomar en las campañas y batallas; el Ejército no estaba organizado de un modo conveniente. El plan que decía tener el Dictador no supo aplicarlo en el terreno con arreglo á los conocimientos estratégicos y á la ciencia militar que me aseguró haber estudiado y que lo hacían superior á los generales que estaban a mis órdenes.

La estrategia y ciencia militar de D. Nicolás de Piérola no lo decidieron á quedar en el campo de batalla, según su opinión en ocasión solemne en la que infamó a un jefe de gran mérito, estableciendo como principio, en documento público, el deber que tenía un militar de contestar con el triunfo ó con su cadáver en el campo de combate; él quizá, se reservó para hacer en otra época la felicidad de su patria, y en vertiginosa carrera se fue hasta Jauja, donde no tenía un respetable Ejército. Prevenido, abandonó cruelmente la Capital, sin dejar autoridades, ó haber hecho como su último recurso, un tratado con el vencedor, que por desventajoso que fuese, le hago la justicia de creer que no habría sido tan humillante y gravoso como lo es el que pactó con los chilenos el Teniente Coronel de Infantería D. Miguel Iglesias, digno de eterno vergonzoso recuerdo.

Absolviendo los puntos del interrogatorio á que se contrae V.S. en su comunicación del 26 de Abril próximo pasado, debo decir lo siguiente según el órden en que están

1° El 21 de Diciembre de 1879 ejercía yo el mando supremo como el llamado por la ley, sin estar físicamente impedido para desempeñarlo; y solo atacado de la gota hasta pocos días después, en la imposibilidad de permanecer á caballo.

2° No tuve noticia de que el Sr. General La Cotera conspiraba contra el gobierno, del que era él parte y yo presidía.

3° Supe que el populacho vivaba unas veces al Sr General La Cotera y otras a D. Nicolás de Piérola.

4° Dí órden al Sr. Ministro de Guerra que exonerase del mando del Batallón Yca al Sr. Crl Arguedas, y las medidas que debió tomar para no hacer escándalo, y emplear, talvez, la fuerza si fuese preciso.

5° No creo que me dieran parte de la actitud que tomó el Jefe del Batallón Guardia Peruana D. Nicolás de Piérola el día en que se separó por órden mía, respecto al Sr. Crl Arguedas.

6° El Batallón Guardia Peruana fue sin orden de sus jefes superiores á la plaza de armas, en la noche del 21, conducido por su primer Jefe D. Nicolás de Piérola, y de allí fugó con su tropa á refugiarse en el Callao, á consecuencia de unas descargas de la tropa del Gobierno, situada frente al portal de botoneros.

7° Antes he referido el proceder de D. Nicolás de Piérola: ninguno en el Perú ni fuera de él; dudará que él fue, el que concibió y se proclamó Dictador.

Con lo expuesto he satisfecho á los interrogatorios de V.S.

Dios guarde a V.S.
Luis La Puerta"


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Texto: "Miscelánea del General La Puerta", archivo de la Biblioteca Nacional del Perú

Saludos
Jonatan Saona

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