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15 de diciembre de 2020

Augusto Bedoya

Augusto Bedoya
Señor Coronel Augusto E. Bedoya

La alta Cámara ha designado al Coronel Augusto E. Bedoya para que presida sus sesiones en la legislatura de 1920. No pueden haber estado más acertados los miembros de aquella rama de nuestro Parlamento. 

El señor Bedoya es un severo exponente de civismo, una vida dedicada íntegramente a la patria, sin dobleces, sin desfallecimientos. Maestro de energía y lealtad el actual Presidente de la Cámara de Senadores en su larga carrera política y militar ha sabido mantenerse en austero hacer sin que en ningún instante el reclamo del egoísmo ni el del mal hayan hecho presa de su espíritu vigoroso y ejemplar.

Llega al alto puesto que hoy ocupa el coronel Bedoya, después de una larga carrera política y militar, habiendo escrito en la historia patria algunas bellas páginas, pues su nombre y su actuación se confunden con los infortunios y la gloria de la guerra con Chile y en los hechos más salientes de las batallas dadas por la libertad y la justicia en los últimos treinta años de nuestra vida política. Estudiante de jurisprudencia cuando estallara el conflicto del 79, el joven Carolino arenga al pueblo de Chiclayo en donde se encontraba de vacaciones para que se enrole en el ejército de la patria amenazada y dando ejemplo de ardor sagrado viene a Lima y recibe el gran honor de que se le confíe con dos compañeros más la representación de la Universidad Mayor de San Marcos en la línea de fuego del Sur, mientras los demás recibían la instrucción indispensable. Aquellos tres estudiantes llevan a los campos de batalla el pabellón del regimiento Carolino que bordaran las delicadas manos de las señoras de Lima, manos inquietas y temblorosas, manos bellas que se agitaban en ese instante trájico despidiendo a padres, hermanos, esposos e hijos..., manos que furtivamente secaban una lágrima, manos aristocráticas, manos marfilinas que bien pronto deberían teñirse de sangre en los hospitales de la capital y de Arequipa. Portar ese estandarte fué la misión que se les encomendara al subteniente Augusto Bedoya y a sus jóvenes camaradas. Y bien supo hacerlo flamear, pues en la victoria de Tarapacá cayó herido defendiéndolo valerosamente.

Una vez en Lima, a donde le trajera la gravedad de su estado, convalesciente aún, fué destacado a la batería “Marco Cápac” del Callao, pero el ya Teniente Bedoya pidió se le enviara a un sitio de más peligro y asistió a las batallas de San Juan y Miraflores en donde fué nuevamente herido. Y vino el desastre y con el desastre el desbande de nuestras tropas. El Coronel Cáceres levanta muy alto el pabellón y aurolean las jornadas gloriosas de la Breña, jornadas que ni el tiempo ni la indiferencia borrarán. Augusto E. Bedoya, Capitán de aquella legión de héroes se bate al lado del Mariscal, de aquella reliquia nuestra bien amada y gloriosa.

Después, Huamachuco ¿para qué escribir más sobre aquel doloroso peregrinaje? Todos los que estuvieron en aquella última batalla que diéramos al invasor merecen bien de la patria.

Más tarde, el Sargento Mayor Bedoya. ascendido en el campo del honor, acompaña al héroe de aquella resistencia para derrocar al gobierno establecido en Lima.

Allí, puede decirse, comienza la carrera política del Presidente de la Cámara de Senadores. Desde aquel entonces hasta hoy ha sido varias veces diputado, electo por su propio suelo natal, prefecto de departamento en muchas ocasiones, Ministro de la Guerra, defensor de la libertad.

Ministro de la Guerra, aún nuestros lectores no habrán olvidado la entereza con la que sostuvo los fueros del Ejecutivo ante una exigencia de la Cámara que le obligó a renunciar la cartera en términos que demuestran muy alto su carácter fuerte, su inquebrantable patriotismo y la severidad de su criterio.

Y no es esta, solamente, la única acción política en la que demostrara su capacidad y entereza. Son muchas. Desgraciadamente, el artículo de una revista no puede tener la extensión que la vida política del Coronel Bedoya merece.

En una ocasión hemos oído hablar a un viejo militar, algo sobre el Primer Senador de la República y no nos resistimos a la tentación de trasmitirla a nuestros lectores. El Sargento Mayor Bedoya operaba en reconocimiento con ocho hombres en la retirada de Hornillos, estos ocho soldados pertenecían al Escuadrón "Tarma”. En una vuelta del camino se encuentra con treinta jinetes en magníficas cabalgaduras, que no eran por cierto las escuálidas bestias en que montaban los legionarios del Mayor Bedoya. Estos treinta regulares estaban mandados por un capitán chileno. Los ocho soldados pudieron huir ante el número... pero eran peruanos.

Se empeñó el combate. El capitán fue muerto, gran parte de los soldados heridos, otros prisioneros, y el resto en fuga. en fuga desordenada y veloz, atropellada, pues dejaron en poder del comandante del pelotón peruano muchas de sus cabalgaduras.


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Texto y fotos tomados de Revista "Mundial" Año 1, num 15, Lima, 6 de agosto de 1920.

Saludos
Jonatan Saona

1 comentario:

  1. Ocho jinetes contra treinta mejor montados, y los derrotan. Los chilenos terminan con un muerto, gran número de heridos, otros prisioneros y el resto en fuga. Los peruanos, incólumes, por lo que se lee.
    Curioso, pero interesante. ¿Dónde y cuándo habrá ocurrido este hecho de armas tan glorioso?

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