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17 de agosto de 2019

Belisario Cáceres

Belisario Cáceres Osma
Capitán de artillería Belisario Cáceres y Osma.

Ha llegado el turno para hablar del distinguido jóven cuyos antecedentes le apartaban tanto de la vida de cuartel como de la muerte trágica que le supo en manos de los chilenos.

Belisario Cáceres fué hijo de una de las mujeres más hermosas que tuvo la ciudad del Cuzco, Juana Osma, casada con un caballero Mariano Cáceres natural de Bolivia.

Belisario vió la primera luz en el Cuzco hacía el año 1857, y su niñez tuvo los mimos de los hijos predilectos, pero pronto le faltó la biénechora sombra paterna apareciéndo otra sombra siniestra en el hogar comenzando un cúmulo de desgracias.

Belisario fué reflexivo y cabiloso desde pequeño. Su educación primaria la hizo en el Colegio de la "Unión" pero luego quiso dedicarse al trabajo y fué la casa comercial del señor don José Turner donde ingresó como dependiente vendedor del almacén de ventas por menor.

El señor Turner cobró por Belisario un cariño verdaderamente paternal que éste trataba de vigorizar con un comportamiento sin tacha, así es que en el segundo año de su estada en la casa ascendió al puesto de tenedor de libros, y pronto fué cajero y primer dependiente.

Corría el nefasto año 79, cuando el Perú fué retado á la desigual contienda.

¿Quién no sentió sobre su corazón la ofensa inferida á la Patria?

Los niños pedían ser hombres: las mujeres lloraban su debilidad y el que podía abandonaba casa y familia para ir al campamento en demanda del rifle y la mochila del soldado.

Quien escribe estas líneas había establecido un pequeño hospital de sangre en el pueblo de Tinta lugar donde estaba la casa comercial del señor Turner.

 La relación que hacían los enfermos y heridos de las atrocidades de los chilenos sublevaban naturalmente el ánimo y pedían la venganza de los sanos.

Bilisario Cáceres y Osma sintió también agolparse al corazón, la sangre peruana, y una mañana tomó su resolución definitiva manifestando á su jefe que iba á dejar la casa para hacerse soldado.

El señor don José Turner, de nacionalidad inglesa, tenía peruano el corazón, y lejos de contrariarse por la pérdida de un dependiente que llegó á ser el alma de sus negocios, le estrechó la mano, le obsequió cien soles para uniforme y lo despidió con estas frases que aún las recordamos.

—Vaya usted á cumplir su deber con la Patria; como ha sabido usted cumplirlo aquí.

Pocas horas después vimos partir al jóven Cáceres en un caballo castaño, luciendo en poncho de merino y su gorra de paño con tapanuca blanca. Fué la última vez que le vimos, después de haber vivido siete años bajo un mismo techo. Supimos si que asistió á San Juan y Miraflores, que herido en última batalla siguió su camino al Centro y allá concurrió á las acciones de San Pablo, Pucará, Marcavalle y “Huamachuco” donde, nuevamente herido cayó prisionero, y después del aterrador repase fué fusilado por que los enemigos al ver el personal distinguido del capitán de artillería lo tomaron desde el primer momento por gente de alta posición cuya muerte llevaría el dolor á familias decentes, y aún lo creyeron pariente de su tocayo el General Cáceres.

Belisario Cáceres y Osma recibió ocho balazos y su cadáver abandonado en el canchón fué recogido por unos vecinos y sepultado con señales que los huamachuquinos dieron exactas á la comisión envidada por el Gobierno al mando del Coronel Borgoño.

Sus restos han sido traídos y tendrán honrosa sepultura, lo que, será motivo de consuelo para su anciana abuela señora Antonia Errasquin y sus dos bellas hermanas Julia y Delfina que viven en el Cuzco.

Belisario Cáceres cumplió con su deber como bueno.

El ataúd en que han venido sus restos lleva el n.° 8 en la numeración del programa oficial para las ceremonias fúnebres.


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Texto e imagen tomados de "El Perú Ilustrado" núm 167, Lima, 19 de julio de 1890.

Saludos
Jonatan Saona

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