Antonia Moreno de Cáceres |
(Texto tomado de "El Perú Ilustrado" Lima, 05 de julio de 1890)
El propósito que abrigamos desde tiempo atrás de abrir en nuestra galería de retratos una sección destinada á las señoras esposas de los Ministros Diplomáticos y de los que figuran en los altos poderes del Estado, hace que hoy, llenando aquella intención, comencemos la referida galería con la presidenta de la República.
Intencionalmente hemos de prescindir de ciertas minuciosidades ó detalles personales al ocuparnos de las señoras que, por la misma razón de ser esposas de hombres notables, están llamadas á participar de las glorias de sus compañeros. En este sentido, la señora Moreno de Cáceres merece nuestras consideraciones porque, abnegada y patriota como buena peruana, ha sabido compartir con su esposo de todas las penalidades de su larga peregrinación en las breñas y de todos los dolores de la campaña comenzada en Miraflores, sostenida en Marcavalle, proseguida en Huamachuco y terminada en Lima el 3 de Junio de 1886.
En aquella fecha en que comenzaba á alumbrar el nuevo sol de la fortuna, salieron también muchas plumas para exaltar á los vencedores, plumas que con el trascurso del tiempo se han ido perdiendo de escenario. En estos momentos ese sol de Junio llega á su poniente, y aunque sus rayos son más deslumbrantes, porque él sostenido en el horizonte dora las páginas de la verdad y de la historia, queremos ser del número de los leales y constantes que reciben al amigo que vuelve después de gloriosa escursión por las regiones más encumbradas que el jirar de la política ofrece á los servidores de la patria.
Ningún corazón como el de la mujer para aceptar los sufrimientos que se encadenan con los acontecimientos de la política fluctuante: ninguno como el de la señora de Cáceres para haber saboreado todo el acíbar de la intranquilidad durante las largas correrías del General. Al lado de la esposa estaba la madre, que, acompañada de sus tiernas hijas, ha sabido arrostrar los peligros con firmeza espartana y someterse á todas las situaciones con cristiana resignación. Por esto es que para la señora de Cáceres sonó también la hora de las recompensas, estándole reservada la gloria de presenciar todos los triunfos del esposo y las justas satisfacciones del Mandatario, que, después del advenimiento de la paz en su patria, ha sabido sostenerla como el único medio que tiene el Perú de volver á su engrandecimiento pasado.
Las significativas manifestaciones de que ha sido objeto la señora Moreno de Cáceres el día 13 de Junio, con motivo del aniversario de su natalicio, de parte de las diferentes clases sociales, sobresaliendo los honores que recibió en el suntuoso baile de Palacio, son, pues, prueba inequívoca de que la esposa del Presidente Cáceres, ha sabido adquirir para sí las simpatías con que el General cuenta en el país.
La señora Moreno de Cáceres es natural de Ica; su primera juventud estuvo rodeada de grandes sacrificios combatidos con la grandeza de alma que poseen las personas destinadas á representar un papel de importancia en la sociedad. Muy jóvenes se conocieron la señorita Moreno y el capitán Cáceres, y quedaron comprometidos en matrimonio; y cuando la carrera gloriosa del soldado le dió facilidades para instalar su hogar, éste hizo su esposa á la mujer que con abnegación sin limites ha sido su compañera en todas las vicisitudes y correrías de la guerra, como dejamos señalado. Estos rasgos de patriotismo y de interés conyugal, que tan frecuentes son en la mujer peruana, serían suficientes para que la esposa de S.E. el General Cáceres sea digna de nuestras consideraciones, y la copartícipe de las glorias que rodean á su esposo.
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Texto e imagen tomados de "El Perú Ilustrado" núm 165, Lima, 05 de julio de 1890
Saludos
Jonatan Saona
Saludos
Jonatan Saona
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