El dibujo que ocupa la parte superior de nuestra penúltima página no es una caricatura, es el retrato de un honrado y (ilegible) artesano que desde los últimos 5 años presta sus servicios como conserje de la Imprenta de “El Comercio”, en cuyo puesto ha sabido captarse el aprecio y consideración de todos.
Manuel Salas no es tampoco un cualquiera, como se dice; á parte de sus cualidades para el empleo que sirve, de su conocimiento de todos y de todo lo (ilegible), es un buen patriota que ha prestado muy buenos servicios al Perú durante la guerra con Chile.
Manuel Salas nació en Ica; pero desde muy joven vino á Lima, Es calderero de oficio y también zapatero, por más que ambos ramos no se avengan. Declarada la guerra, corrió á alistarse en la marina, sirviendo en “El Limeña”, “El Rímac” y en “El Atahualpa” á bordo de los cuales buques, hizo toda la campaña naval.
En la batalla de Miraflores peleó (ilegible) en las baterías de la Ribera, y después de esos desastres se dirigió al norte, donde se halló en el desembarque de armas que sobre los chilenos, se hizo en Casma. De ahí siguió á Cajamarca volviendo con el Contra-almirante Montero al Sur, hasta Bolivia, de cuya República regresó á Lima con Juan Manuel Raygada, entrando entonces en la Imprenta de “El Comercio”, en la que, como decimos permanece desde 1883.
Manuel Salas es pues, un buen peruano y merece el aprecio de quien quiera que sepa reconocer el mérito donde lo haya.
Que nos perdone la exhibición que de él hacemos hoy, en gracia de la buena atención que para ello nos ha guiado”.
Texto e imagen tomados de "El Perú Ilustrado" núm 72, Lima, 22 de setiembre de 1888.
Saludos
Jonatan Saona
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