(Texto tomado de "El Perú Ilustrado" Lima, 10 de setiembre de 1887)
Entra, hoy, en la primera página de nuestro semanario el retrato del señor D. Pedro Correa y Santiago, caballero digno, por mil motivos, de la estimación pública y que, actualmente, se halla por segunda vez al frente de la Dirección de la «Sociedad de Beneficencia Pública» de Lima.
Este distinguido caballero, digno por mil títulos de la estimación pública de que en alto grado disfruta, nació en Lima el 28 de Abril de 1831; y fueron sus padres el señor Don Estanislao Correa y Caray, prócer de la Independencia Americana, y la respetable señora Doña Cármen de Santiago, perteneciente á una de las familias más distinguidas de esta Capital, en la época del Coloniage.
Sus primeros estudios los hizo el joven Correa en varios colegios de Lima, entrando después en calidad de capista al Colegio de San Carlos, en tiempo que era su Rector el Utmo. señor Doctor Don Bartolomé Herrera, de inolvidable memoria para sus numerosos discípulos y célebre en los anales del ilustre Convictorio.
Hallándose desde niño con felices disposiciones para el comercio, marchó á California en 1849, cuando apenas contaba 18 años de edad; y habiendo seguido la suerte de todos los que de esta parte del continente acudieron á las regiones del Norte, en busca de la fabulosa riqueza de aquellos lavaderos de oro, regresó á Lima en 1850.
En Abril de 1851, ingresó al Ejército en clase de Subteniente del batallón Ayacucho, que mandaba el Coronel Don Juan Antonio Torrico; luego marchó sobre Arequipa con la División del General Don Alejandro Deustua, y entró á esta ciudad combatiendo en nombre del Gobierno legalmente establecido, cuando ciertos grupos revolucionarios se negaban obstinadamente á reconocer al General Don José Rufino Echenique como á Presidente Constitucional de la República.
Posteriormente fué ascendido á la clase de Teniente, á mérito de sus buenos servicios y, el 5 de Enero de 1855, asistió á la batalla de la Palma como Capitán de una compañía del batallón Granaderos.
Siendo Teniente del batallón Ayacucho, fué reducido á prisión y puesto con una barra de grillos, durante diez y ocho días, en un algibe de los torreones del Callao, por haberse negado firmemente á delatar una revolución que entonces se tramaba contra el Gobierno del General Echenique y á favor del señor Don Domingo Elías, en la cual, sea dicho de paso, Correa no se hallaba complicado, por ser agena á su carácter caballeroso y cumplido cualquiera falta de lealtad en el servicio. No obstante, á consecuencia de eso, fué desterrado á las fronteras de Bolivia, durante el desacuerdo en que el Perú se hallaba con aquella República en tiempo del General Belzú, con órden de que se le colocara en los puestos de mayor peligro: documento que conserva original, en su poder, el señor General Don Juan Buendía.
Después de la derrota de la Palma, el señor Correa y Santiago volvió á dedicarse asiduamente á las labores del comercio.
Cuando el General Don Juan Antonio Pezet gobernaba constitucionalmente la República, el señor Correa y Santiago fué nombrado para instruir el Cuerpo de Nacionales que mandaba, como Jefe, el señor Don Manuel Pardo, y alcanzó la clase de Sargento Mayor de Ejército.
Para asistir al combate del “2 de Mayo” de 1866, agregóse á una de las baterías del Norte, pasando después á prestar sus servicios en el Cuerpo de Bomberos, por lo que mereció la medalla con que la Nación premió á los abnegados patriotas de tan memorable jornada.
El señor Don Pedro Correa y Santiago fué uno de los que cargó sobre sus hombros el cadáver mutilado del héroe Coronel Don José Galvez, y lo veló durante toda la noche de aquel día inolvidable, en el pueblo de Bellavista.
Establecida en esta Capital la junta de los cien notables para elegir Presidente de la República al señor Don Manuel Pardo, el señor Correa y Santiago fué uno de los principales y el que, tal vez, trabajó con más empeño por la exhibición de dicha candidatura, hasta lograr el fin que se había propuesto; pues que, libremente expresado el voto popular en todos los Departamentos de la República, y rompiendo con el vergonzoso pasado para hacer salir triunfante el principio de Justicia y la Constitución del Estado, el señor Pardo subió á la Magistratura Suprema con el aplauso de todos los hombres de bien, el día 2 de Agosto de 1872.
Esta es la época, puede decirse, en que comienza la vida pública del señor Correa y Santiago; pues el ciudadano que hasta entonces se había consagrado al trabajo independiente, como comerciante honrado, después de pasar su juventud en servicio de la patria como soldado pundonoroso y valiente, se inicia en la política del país con toda la buena fé y el verdadero patriotismo que siempre fueron el norte de todos sus procedimientos.
Por esto el señor Don Manuel Pardo, á cuya penetración jamás se ocultaron las virtudes y los méritos personales de los hombres que formaron su círculo, distinguió siempre al señor Correa y Santiago haciéndole uno de sus más íntimos amigos, para depositar en él una ilimitada confianza, á la que el señor Correa supo corresponder dignamente, por su parte.
Después de haber representado á la Capital de la República en la Legislatura de 1873 , señor Correa y Santiago fué llamado por el Gobierno del General Prado para servir el Ministerio de Gobierno, cargo que se negó á aceptar á pesar de las exijencias que para ello se le hicieron.
Por ese mismo tiempo, fué miembro de la H. Municipalidad de Lima, Síndico de primera nominación y posteriormente Alcalde de esa misma corporación respetable.
Declarada por Chile la guerra al Perú en 1879, el señor Correa y Santiago, prestó importantísimos servicios á su patria, como primer jefe del primer cuerpo de ejército de la Reserva, que fué el que peleó heroicamente en Miraflores defendiendo los reductos números 1, 2, 3 y 4 en los que rindieron la vida Colina, Sánchez, Hernando, Gonzales, y otros tantos, jefes los unos y subalternos los otros, dando un testimonio elocuente del valor y el entusiasmo con que los buenos hijos del Perú trataron de salvar incólume, á todo trance, la honra del Pabellón Nacional.
Hallándose Don Nicolás de Piérola en el mando Supremo, á consecuencia del trastorno político de Diciembre de 1879, nombró al señor Correa y Santiago para que examinara las cuentas de las Empresas de los Ferro-carriles de la República; circunstancia honrosísima que manifiesta el alto concepto que de su persona tenía formado el Dictador, con quien el señor Correa nunca había estado acorde en convicciones políticas.
Instalado en el pueblo de Magdalena el Gobierno del Doctor Don Francisco García Calderón, á lo que Correa y Santiago contribuyó con todos sus esfuerzos, aquel trató con instancia de nombrarle uno de los Ministros de su Gabinete; pero el señor Correa y Santiago se negó á aceptar semejante distinción, por un acto de su exesiva delicadeza; y solo consintió en asistir al Congreso de Chorrillos como representante por Lima.
El General en Jefe del Ejército de ocupación, Don Patricio Linch, solicitó con instancia al señor Correa y Santiago, por intermedio del Doctor Ricardo Aranda, para tener con él una conferencia amistosa; y habiéndose negado rotundamente á ello el señor Correa, el Jefe chileno resolvió reducirlo á prisión en uno de los calabozos de la Intendencia, de donde fué después deportado á Angol, en compañía de otros distinguidos peruanos.
Hallándose en su destierro, fué elegido para representar á Lima en el Congreso de Arequipa; y no habiendo podido asistir á él, por la razón expresada, el suplente tuvo que ocupar la vacante.
Por fin, regresó al Perú después de diez y ocho meses de prisión; y habiendo sido uno de los comisionados para ir á San Bartolomé á practicar arreglos con el General Cáceres, á fin de evitar el derramamiento de sangre, fué nuevamente desterrado á Iquique, por el Gobierno de Iglesias, en compañía de los señores Candamo, Elguera y otros distinguidos ciudadanos, por habérsele inculpado que había llevado fondos al Jefe del Ejército Constitucional.
Verificada por dicho Ejército la toma de la Capital de la República, y siendo indispensable la presencia de un Gobierno legítimamente constituido conforme á la Carta Fundamental del Estado, organizóse inmediatamente el Consejo de Ministros que asumió el mando supremo para convocar al Congreso Extraordinario que debía elegir al futuro Presidente de la República; y el señor Correa y Santiago sirvió la cartera Hacienda y Comercio, como miembro de ese Consejo Supremo, durante los seis meses que desempeñó sus funciones, hasta la exaltación del señor General Don Andrés Avelino Cáceres á la Presidencia de la República el día 28 de Julio de 1886.
Entonces volvió el señor Correa y Santiago á entrar en el lleno de sus atenciones comerciales, como Presidente de la «Compañía Salitrera del Perú», del Directorio del «Banco Nacional del Perú» y del «Banco Hipotecario» y Director de las empresas del Gas y de la del Agua de Lima y del «Banco del Callao,» cargos que en la actualidad desempeña con toda la dignidad de su elevado carácter.
Pertenece, ademas, á las comisiones consultivas de Hacienda y de Guerra de los respectivos Ministerios de Estado, y desempeña por segunda vez el cargo de Director de la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima.
El año próximo pasado fué Presidente de la Sociedad Administradora de la Exposición, habiendo sido antes Tesorero de la Sociedad de Bellas Artes.
El señor Correa y Santiago cuenta con numerosos amigos en toda la extensión de la República; su integridad, laboriosidad, inteligencia y elevación de carácter le han grangeado la estimación de los hombres de recto criterio, y es creencia general que aun tiene que prestar grandes servicios al Perú.
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Texto e imagen tomados de "El Perú Ilustrado" núm 18, Lima, 10 de setiembre de 1887.
Saludos
Jonatan Saona
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