Miguel Iglesias |
Honorables Representantes:
Acabo de llenar ante vosotros la más solemne fórmula de las instituciones democráticas. He jurado a Dios y a la patria, cumplir y hacer cumplir la ley fundamental de nuestra vida política; y así deseo el premio de mi conciencia si mi juramento respeto, como estoy dispuesto a aceptar toda la responsabilidad que la nación me exija, si voluntariamente me desvío de sus preceptos soberanos. Confiad, como yo confío, en que este segundo caso no llegará: tal es mi decisión inquebrantable de consagrar mi existencia al culto estricto del deber.
La suma de facultades discrecionales que en mí depositáis, previniendo conflictos extraordinarios, no me abruma.