REGIMIENTO 3° DE LÍNEA
Campamento de Chorrillos, Enero 15 de 1881
A la ligera doy cuenta a Ud. de los hechos que han tenido lugar en la batalla del 13 del corriente en la toma de Chorrillos, por lo que respecta al regimiento de mi mando.
En la madrugada de ese día mi regimiento, junto con los demás que componían la reserva, acampó a las 2 hs. A. M. como a veinte cuadras poco más o menos de los fuertes enemigos.
A las 5 se rompió el fuego por la 1° división, y estando ésta bastante comprometida sin que le hubiera podido prestar apoyo la 2°, me ordenó Ud. la protegiera, lo que en efecto se hizo, emprendiendo en el acto el ataque, llevándolo con vigor hasta lograr desalojar de los tres fuertes que ocupaba el enemigo; habiéndolo envuelto por la izquierda el sargento mayor don Gregorio Silva con el segundo batallón, logrando cortar al enemigo que iba en retirada, quitándole los cañones que llevaba consigo, haciéndole un crecido número de bajas; y el teniente coronel don Federico Castro atacó de frente con el primer batallón.
Una vez concluida esta operación se ocupó el que suscribe en organizar el regimiento en el campamento que ocupaba anteriormente el enemigo, y practicado se emprendió de nuevo el ataque para desalojarle, pues todavía sostenía las últimas posiciones, habiendo logrado, derrotarlos completamente en unión de las fuerzas de la 1° división que habíamos marchado a proteger.
En ese momento recibí orden de Ud. para ocupar las inmediaciones de unas casas donde se encontraba el señor General en Jefe y Estado Mayor, a retaguardia de las posiciones que había ocupado el enemigo.
Habiéndose adelantado el señor General en Jefe y su Estado Mayor hacia las inmediaciones de este puerto, me ordenó Ud. seguir esa dirección; y poco más tarde el señor General en Jefe personalmente me ordenó colocar mi regimiento tras de una muralla para ponerle a cubierto de las granadas enemigas que allí caían. Había transcurrido media hora cuando recibí orden de Ud. de marchar en dirección a este puerto y en protección de una brigada de artillería que estaba comprometida, cuando en cumplimiento de esta orden había andado tres cuadras más o menos recibí orden del señor general Sotomayor, que se hallaba en ese punto, de acelerar mi marcha porque la artillería era amagada por la derecha por fuerzas enemigas. En el acto y a paso de trote seguimos adelante; tan pronto como llegamos donde el terreno lo permitía, se extendió el regimiento en guerrilla y nos fuimos sobre el enemigo que se encontraba a muy corta distancia de la artillería, habiéndose dispersado completamente y perseguídolo en todas direcciones.
En ese mismo momento recibí orden del señor General en Jefe para avanzar con mi regimiento hasta la playa si era posible. Al llegar a la línea férrea se le atravesó un riel a ésta, se cortaron las líneas telegráficas, y dispuse que el teniente coronel como con cuatrocientos hombres siguiera en dirección a la playa atacando los dispersos que por allí se encontraban, quedando el que suscribe con el sargento mayor señor Silva en la línea donde se me había dado aviso que a la distancia se divisaba una máquina que venía de Lima. Inmediatamente hice colocar el resto de la tropa tras una muralla al costado este de la línea para impedir que esa máquina entrara al pueblo, porque suponía debía traer refuerzo al enemigo.
Efectivamente la máquina se detuvo como a la distancia de tres a cuatro cuadras y desde ese punto principió a hacer fuego de cañón y a amagarnos con tropa de caballería que le acompañaba, cuyos fuegos no hice contestar, permaneciendo mi tropa en observación hasta que llegase el momento oportuno.
Dos veces mandé a pedir unas piezas de artillería y viendo que estas demoraban, dejé mis órdenes al sargento mayor y fui personalmente a pedirlas, logrando también que el señor coronel Urriola diera orden que marchara en nuestra protección y la del regimiento Buin que nos acompañaba, al regimiento Naval.
Todas estas fuerzas llegaron a tiempo.
En el momento de llegar tres piezas de artillería, el teniente coronel señor Augusto Barnechea con cinco individuos de tropa de caballería enemiga marchaba de la máquina al punto donde el que suscribe se encontraba. Dicho jefe levantaba un rifle tomado por la boca del cañón, la culata hacia arriba y dando gritos que estaban rendidos; viendo esto di orden que no se les hiciera fuego, lo que se consiguió. Luego que llegó me entregó su rifle y ordené desarmaran a los individuos de tropa; habiéndose alguno de ellos resistido un poco a entregar sus armas, se les obligó hacerlo por la fuerza y cuando se practicaba esta operación, faltando a su palabra de honor el referido jefe clavó espuela a su caballo y se arrancó a todo escape en dirección a la máquina.
Comprendiendo que el objeto de este jefe había sido reconocer la línea para ver si podía pasar con su máquina, dispuse que inmediatamente la artillería rompiera sus fuegos con sus tres piezas, lo que en efecto se hizo, logrando con esto que la máquina se retirara a toda prisa.
La tropa que había marchado a la playa a las órdenes del teniente coronel señor Castro seguía en persecución del enemigo en esa dirección, y como éste se refugiase en el pueblo donde había tropa del Esmeralda, la cual sostenía un combate con el enemigo, marchó en su protección y tomó parte en el combate, teniendo que sostener el fuego que en todas direcciones recibía la tropa hasta lograr que la población quedara de nuestra parte, habiéndoles hecho muchas bajas y tomándoles varios prisioneros, entre ellos jefes de alta graduación. Una vez terminado esto, se reunió el regimiento tomando el campamento que se designó por el señor General Jefe de Estado Mayor General.
En este hecho de armas tenemos que lamentar la muerte en el mismo campo de batalla de los oficiales siguientes: con grado de sargento mayor capitán don Ricardo Serrano; capitanes, don Avelino Valenzuela y don Luis A. Riquelme Lazo, habiendo salido herido de gravedad el capitán don Salvador Urrutia, los tenientes don Adolfo González, don Domingo Laiz y don Ramón Jiménez Saavedra y los subtenientes don Justiniano Boza, don José Ramón Santelices, don Valentín Cruzat y don Ricardo Jara Ugarte; contusos teniente don Orestes Vera, de bala de rifle, y subteniente don Félix Vivanco Pinto por un casco de granada; individuos de tropa muertos, noventa y uno, y ciento setenta y un heridos.
Por mi parte, me cabe la satisfacción de hacer una recomendación especial del teniente coronel don Federico Castro y el sargento mayor don Gregorio Silva, quienes, como siempre, han llenado sus deberes a mi entera satisfacción y desearía que por su conducto llegue a conocimiento de quien corresponda la conducta digna observada por estos jefes, como así mismo la de los capitanes señores Pedro Antonio Urzúa, Pedro Novoa Fáez, Leandro Fredes y Rodolfo Wolleter; Tenientes don José Antonio Silva Olivares y don Luis Felipe Camus; subtenientes don Pedro Nolasco Wolleter, don Emilio Bonilla, don Francisco Mayer, don Elías Arredondo, don Jovino Emeterio Orellana, don Esteban 2° Barrera, don Quiterio Riveros y don Manuel Figueroa, los cuales han acompañado a los jefes en los puntos de mayor peligro. No obstante, los demás han cumplido satisfactoriamente con sus deberes.
Oportunamente, en posesión de mejores datos, remitiré a usted la lista nominal de los señores oficiales e individuos de tropa muertos y heridos en la batalla a que me he referido.
Dios guarde a Ud.
J. Antonio Gutiérrez
Al señor comandante en jefe de la reserva general, teniente coronel don Arístides Martínez
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Saludos
Jonatan Saona
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