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20 de mayo de 2017

Lampa por fusil


Un soldado en la historia del Perú
Por: TC EP José Luis Lette Seminario

Hablar del soldado es referirnos a todos aquellos seres humanos que sirvieron y sirven a la patria buscando el bienestar común.

Este trabajo consistirá en analizar los valores humanos y materiales que un soldado deja atrás para servir y luchar por su patria.

El término “soldado” según el Diccionario de la Real Academia Española en su Vigésima segunda edición, proviene del  lat. *solidātus, que en su primera acepción hace referencia a la persona que sirve en la milicia.

Todos los países del mundo organizan la seguridad y defensa de su territorio con soldados en sus distintas posiciones y secciones, siempre bajo las órdenes de un comandante.

En el Perú ha habido y existen valerosos soldados que lo entregan todo por amor a su patria. Ejemplos natos de ellos son los que combatieron,  combaten y mueren en el VRAEM para erradicar el narcoterrorismo.

Entonces surge la pregunta ¿qué dejaron atrás estos valerosos hombres para enrolarse al ejército y dar la vida por su país?

Para responder a esta pregunta es necesario remontarse al pasado, a la nefasta Guerra del Pacífico, y en especial a la batalla del Alto de la Alianza que se dio en la Heroica Ciudad de San Pedro de Tacna. Indagando se encontró un texto titulado “LA LAMPA POR EL FUSIL” (Fuente: Complejo histórico del Campo de la Alianza (folleto) de Reymundo Hualpa Condori, Tacna, 2005), era una carta que a continuación  se transcribe:

“Tacna, 20 de mayo de 1880.
Señor don José González W.
Calientes
Mi muy querido papá:
Hubiera querido verte, pero el llamado de la Patria lo impide, hoy he venido con una recua de agua. He ascendido a sargento efectivo, por lo de Tarapacá en acción de armas.
He cambiado una lampa por un fusil, estoy en la primera compañía del “Pisagua”.
El enemigo está muy cerca y pronto habrá una batalla, la moral es muy alta, tenemos confianza en los jefes, pero hay demora en las soluciones.
Mándeme al tambo de los Dondero: el poncho negro y unas balas antiguas de la cocina. Le encargo el riego de la chacra, de las verduras, los palqueños me deben dos arrobas de papa.
Darle medida la alfalfa a los conejos y corderos, hay que trasegar el vino a las pipas chicas, las gallinas guardarlas en la cocina.
Si pasa algo le dejo la Tomasa y mi hijo, no teman, yo seguiré la suerte, ustedes cuídense aunque ya estén viejos, le abraza y se despide tu hijo,
Abelardo González”.

El tacneño al leer esta carta, deja caer lágrimas de orgullo y valor. Es difícil tomar una decisión así. Pero este soldado lo hizo pensando en el bienestar de su familia, de su terruño; para que tengan una vida plenamente libre en el lugar que los vio nacer.

Con trajes de antaño y con el mismo sentimiento en el corazón, los escolares lanzaron el tradicional grito para iniciar la lucha. Luego, el sonido de una sirena nos recordó la inmolación de estos heroicos peruanos y las lágrimas de cientos de rabonas tacneñas, nos hicieron rememorar la orfandad de miles de familias que sufrieron viendo partir a sus esposos, hijos y hermanos por defender la patria que los vio nacer.

Muchos fueron los héroes que ofrendaron su vida defendiendo el honor de una nación, en una desigual guerra, que sin embargo convirtió en gallardos soldados a humildes artesanos, arrieros y labriegos; quienes cayeron luchando en esta batalla y mas tarde en escaramuzas guerrilleras.

Lo descrito es solo el inicio del valor mostrado. Queda ahora destacar la destreza y valentía en el campo de batalla, que a pesar de la gran diferencia de hombres y armas del ejército enemigo; el soldado peruano y aliado  luchó hasta quemar el último cartucho, con sables, cuchillos, boca, manos, piedra, con todo lo que encontraba a su paso; no sucumbió, jamás retrocedió;  se quedó en el campo de batalla hasta el final, sin mostrar en algún momento un ápice  de cobardía. El soldado peruano no se amilanó, el poderío mental hizo que se mantuviera fuerte y defendiera hasta el final a su patria, el Perú.

Por ello, es un honor hablar del soldado del Ejército Peruano. El pueblo agradecido lo recuerda como héroe y ejemplo de valor, fuerza, valentía y perseverancia.  Estas cualidades de los soldados del Perú son necesarias  para asegurar el bienestar y la paz interna y externa del poblador peruano.      

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Texto tomado del blog Héroes entre nosotros siempre

Saludos
Jonatan Saona

2 comentarios:

  1. Respeto y admiracion por los valientes que como Abelardo Gonzalez ofrendaron su vida defendiendo su patria no olvidando en momentos muy dramaticos a su familia lejana. Yo soy chileno.

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  2. Jorge Fowler, aplaudo tu comentario, así debemos tratarnos y mirar al futuro, con respeto mutuo. La historia está escrita y nada podemos hacer. Lo peor es alimentar odios y afanes de venganza. Un amigo peruano.

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