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| Francisco García Calderón |
AL PUEBLO DE LIMA
Elevado a la Presidencia de la República por el voto expontáneo de los vecinos de la capital, me he sometido con patriótica resignación al llamamiento que se me ha hecho, y voy a dirigirme a los demás pueblos de la Nación, excitando sus sentimientos para que cooperen con nosotros al restablecimiento de la República.
En esta grande, al mismo tiempo que difícil tarea, tienen cabida todas las ideas y ancho campo todas las opiniones, y por eso me dirijo hoy a los vecinos del Departamento de Lima para decirles que, ajeno a los partidos políticos que han militado en el país, no tengo ninguna de las pasiones que por desgracia han ensangrentado a veces nuestro suelo.
Todos los hombres que amen al Perú y quieran verlo regenerado, son mis amigos y tienen el derecho de mandar conmigo.
La tarea que vamos a acometer no puede ser la obra de un solo hombre: es la obra de todo ciudadano a quien por mi órgano recuerda la patria sus deberes en estas horas de grave conflicto y de suprema angustia.
Cesen ya las discordias intestinas, que tan hondamente han conmovido el país, y unidos todos salvemos la República. Hoy no se trata de levantar un caudillo político que domine la Nación por un tiempo dado; se ha escogido un hombre que sólo durará en el Gobierno el tiempo extrictamente preciso para que se restablezca la Constitución y los representantes del pueblo puedan congregarse a decidir de sus destinos. Por tanto, el verdadero partido de hoy es el del trabajo sin descanso para llevar a feliz término el programa trazado; y rivalizando en celo para tan laudable fin, hacerse acreedores la gratitud nacional. Cuando el Congreso se halle reunido, le daré cuenta de mig actos y volveré a la vida privada con la única y verdadera satisfacción que es la que produce el cumplimiento del deber.
No voy, pues, a cruzar ninguna aspiración legítima, ni a oponerme a las nobles ambiciones. Por el contrario, abro campo a todos los partidos para que se ilustren en la contienda. El que salga vencedor en tan hermoso combate, recibirá con el lauro del poder el premio de la patria agradecida.
Trabajemos todos, sin descanso, hasta llegar al fin propuesto; y ya que he tenido la fortuna de que el pueblo de Lima, me haya confiado el timón en medio de la deshecha tempestad, colocado al frente de él, os digo:
COMPATRIOTAS Y AMIGOS:
Uníos a mí, salvemos a la República del naufragio: y cuando hayamos llegado al puerto de nuestro destino, buscad otra mano más vigorosa que la mía que se encargue de reemplazarme en la tarea.
Lima, febrero 26 de 1881.
F. García Calderón.
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Cáceres, Zoila Aurora. "La Campaña de la Breña. Memorias del Mariscal del Perú D. Andrés A. Cáceres" Lima, 1921.
Saludos
Jonatan Saona
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