Marcos Maturana |
I
De los reconocimientos practicados hasta la fecha, desde el valle de Lurín hasta las posesiones enemigas en el valle de Lima, resulta que el ataque debe hacerse del modo siguiente:
1.° Que el camino de la playa llamada de Conchán es sumamente pesado i arenoso, en un espacio como de tres leguas, hasta llegar a la hacienda de la Villa. La artillería de campaña no podrá marchar por esta vía, i la infantería solo podrá hacerlo con bastante trabajo.
2.° Que el camino de Pachacamac a Surco i Tebes, atravesando los lomajes de la costa es ménos pesado que el anterior, pero también ofrece trechos difíciles para la artillería rodante, algunos arenosos, otros de subida, como la cuesta de la Tablada, al Oriente de la hacienda de Villa. En este camino, a legua i media del puente de fierro de San Pedro, se encuentran algunos pequeños puquios, de buena agua aunque escasa, pero que, según informes de vaqueanos, se puede aumentar un poco su caudal por medio de lijeras escavaciones, o bien acopiar agua para los animales por medio de represas hechas con algunas horas de anticipación al paso de las tropas. En lugar en que se encuentran estos puquios se denomina Atacongo, i dista media legua de la Tablada, que es una alta meseta desde donde se domina a Chorrillos, San Juan i el valle de Lima.
3.° Que partiendo de Atacongo se reparten tres caminos; uno que se dirije a Chorrillos, por los Altos de Villa; otro del medio, que va a la hacienda de San Juan i de allí al lugarejo de Surco, i otro que orillando las lomas, va directamente a Lima, por Tebes, penetrando en la capital por la portada de Cocharcas.
4.° Que desde Atacongo se abre también hácia la derecha un camino de atravieso, que no es carretero, i que oblicuando hácia el Norte, va a juntarse con el camino carretero de Manchai, al desembocar en el valle de Ate.
5.° Que el camino de Manchai a Lima por el valle de Ate, es perfectamente practicable i de suelo firme y parejo, por donde puede transitar, i transitan con frecuencia, toda clase de carruajes, presentando, por tanto, ventajas inapreciables para el trasporte de la artillería de campaña, el Parque Jeneral i los almacenes de la Intendencia del Ejército. Desde la hacienda de Manchai, a orillas del Lurin, hasta las de Rinconada i Melgarejo, que tienen un buen canal de regadío, con abundante agua, hai una distancia de poco mas de dos leguas, que el ejército puede salvar sin dificultad.
6.° Que el camino que conduce desde la hacienda de Cieneguillas, al Oriente de Manchai hasta Lima, atravesando el valle de Ate, es malo e impracticable para carruajes, hallándose también fuera de nuestra base de operaciones hácia la derecha.
7.° Que subiendo el valle de Lurin, desde la hacienda de Cieneguillas i lugarejo de Huaican, hácia las cabeceras, se puede pasar con infantería i caballería hacia el valle oriental de Lima, cayendo a la estación de Santa Clara, del ferrocarril de la Oroya. El camino es bastante practicable.
8.° Que el ejército enemigo apoya fuertemente su derecha en Chorrillos, teniendo una fuerte vanguardia en los Altos de Villa. Se calcula en 10,000 hombres la fuerza peruana en este lado, i es de suponer que una buena parte de ella se encuentra avanzada en la hacienda de San Juan, formando un triángulo estratéjico con Villa i Chorrillos, para defender el acceso al valle por esta ala i para impedirnos el desembarco de nuestros elementos por aquel puerto.
9.° Que aparecen, algunas pequeñas fuerzas en el valle de Ate a retaguardia del caserío, lo cual indica que el ejército peruano se encuentra tendido sobre la ribera Norte del rio Surco, apoyando fuertemente sobre su derecha i débilmente a su izquierda. Esto no quiere decir que no tenga fuerzas con que acudir a la defensa de esta ala, en caso necesario; pues, teniendo fuerzas en Lima, que dista apénas una legua del caserío de Ate, es evidente que podrá, en cualquier momento, salir con ellas a oponerse a la invasión por esta parte.
II.
Tenemos, entónces, la facilidad de atacar al ejército peruano por cualquiera de sus dos alas, por la derecha o por la izquierda. En cuanto al centro es, por ahora, inabordable, porque el terreno no se presta ni hai camino que desemboque sobre él, a no ser el que va de Atacongo a Tebes en el cual tendríamos que hacer una peligrosísima marcha de flanco, al frente i a inmediaciones del ejército acantonado en Chorrillos i San Juan.
Desde luego, el ataque sobre la derecha peruana, es decir, sobre Chorrillos, no parece aceptable.
Para romper el fuerte triángulo de Chorrillos, Villa i San Juan, tendríamos que dar rudas batallas, en las cuales debilitaríamos considerablemente nuestras fuerzas, i acaso nos espondríamos a un fracaso, si después de vencida la posición de San Juan i cargando sobre la de Chorrillos, el grueso del ejército de Lima avanzara flanqueando nuestra derecha i amagando nuestra retaguardia.
Pero aun batido el enemigo en Chorrillos i posesionado nuestro ejército de este puerto, bien poco habríamos avanzado todavía, teniendo siempre que marchar sobre la capital.
Desde Chorrillos tendríamos tres líneas de operaciones sobre Lima:
La primera sobre la izquierda, avanzando por la costa, para interponernos entre el Callao i Lima, tomar el Callao a viva fuerza i prepararnos al ataque de la capital por el lado del Oeste, circunvalándola también por el Norte, vía del ferrocarril de Chancai.
La segunda sobre el centro, marchando directamente de Chorrillos a Lima, por la vía del ferrocarril í la carretera que pasa por Barranco i Miraflores.
La tercera sobre la derecha, subiendo al valle por la ribera Sur del río Surco para envolver a Lima por el Oriente, apoderándose de la línea del ferrocarril de la Oroya.
Las tres líneas son inadmisibles.
La primera, porque marchando el ejército chileno por la costa para interponerse entre Lima i Callao, tiene que ejecutar una marcha de flanco, a tiro de fusil del ejército enemigo, en cuya marcha sería inevitablemente atacado i talvez destruido. Además, al atacar al Callao, tendría que dar la espalda al ejército de Lima, que caería sobre él indudablemente. Si en lugar de atacar al Callao, quería volver su frente sobre Lima, tendría que dar la espalda al fuerte, cuyos cañones i guarnición no dejarían de aprovechar la oportunidad de hostilizar su retaguardia.
La segunda, porque al marchar directamente de Chorrillos a Lima, por el centro del ángulo que forman la línea del Surco i la playa, el ejército chileno se vería necesariamente amagado sobre sus dos flancos a la vez: sobre el izquierdo, por las fuerzas del Callao i la derecha del ejército de Lima; sobre el derecho, por la ala izquierda enemiga, que desbordaría por las faldas orientales del cerro de San Bartolomé. Encontrando, como encontraría, el ejercito chileno una seria resistencia sobre su frente por las fuerzas de Lima, que saldrían a batirse bajo los muros de la ciudad, i por la fuerte posición de Santa Catalina, amagados sus dos flancos por las alas del ejército peruano, que se cerrarían en abanico para envolverlo de uno i otro lado, su situación se haría sumamente crítica i mui ocasionada a un gran desastre.
La tercera línea de operaciones, aunque no tan inmediatamente peligrosa, no es mas aceptable que las otras dos anteriores. Subiendo el ejército chileno la márjen izquierda del río Surco, para apoderarse de la línea del ferrocarril de la Oroya, tendría que ejercitar una marcha de mas de cinco leguas, ofreciendo constantemente, durante ella, el flanco izquierdo al ejército peruano, el cual, libre en su movimiento i en su acción, no dejaría de aprovechar las diversas ocasiones que en esta marcha se le presentarían para cargar con resolución la izquierda del ejército invasor i arrojarlo en desorden sobre el desierto de arena, en donde no le quedaría mas recurso que contramarchar a rehacerse en el valle de Lurín. Seria mui difícil que el ejército chileno pudiera llegar en buen órden i sin combatir hasta tomar posiciones frente a Ate.
Sobre todas las consideraciones que quedan espuestas, hai otra mui capital: i es la de que el enemigo, desalojado a viva fuerza de Chorrillos i San Juan, se replegará a Lima, i al mismo tiempo hará cortar arriba las aguas del Surco i del canal de la Rinconada, que son las que proveen el valle al Sur de Lima, dejando al ejército invasor completamente falto de este elemento de vida indispensable. Dueño de Chorrillos, quedaríamos siempre en una situación insostenible.
III
De consiguiente, es indudable que el ataque debe ir sobre la ala izquierda del ejército peruano, es decir, sobre el Oriente de Lima. A este plan, de todo punto necesario, responde también la idea primordial de terminar la guerra en esta campaña, destruyendo por completo el poder militar del Perú, para lo cual es necesario impedir que su ejército, en el todo o en parte, pueda emprender retirada hácia el interior del país. Es indispensable acorralarlo en Lima, o arrojar sobre la costa sus restos dispersos, a fin de que no puedan escapar.
Entonces debemos llevar el grueso de nuestro ejército desde Manchai sobre la Rinconada i el valle de Ate.
Pero, como siempre conviene engañar al enemigo sobre nuestro verdadero propósito, debemos al mismo tiempo llamarle fuertemente la atención sobre su derecha, es decir, sobre el valle de Chorrillos.
Ya que, según parece, se ha formado la idea de que nuestro principal ataque, debe ir sobre Chorrillos, conviene, no solo mantenerlo en este error, sino aumentar sus proporciones, llevándola efectivamente por ese lado un ataque sério que le haga creer que va por allí todo nuestro ejército i le obligue a sacar sus reservas de Lima para traerlas a la gran batalla que él debe esperar sobre la línea de Chorrillos a Tebes.
Al mismo tiempo, el grueso de nuestras fuerzas, situado en Manchai, avanzará rápidamente sobre Lima, para tomar en su valle las disposiciones que convenga en vista de la situación.
Hé aquí la maniobra:
Una división marchará desde San Pedro por el camino del medio, para ir a situarse sobre la posición de Atacongo. Esta división no llevará sino artillería de montaña, i a su frente, por el mismo camino, encubriendo su movimiento, el rejimiento de caballería que le pertenece. Otro rejimiento de caballería marchará por el camino de la playa de Conchan, a la altura del que va por arriba, observando al enemigo por aquel lado, para hacerle creer que todo el ejército chileno marcha sobre Chorrillos.
Al mismo tiempo, la escuadra avanzará por mar, ceñida a la costa, siguiendo los movimientos del ejército chileno, amagando los blindados el puerto de Chorrillos; con lo cual el ejército peruano se hará probablemente la ilusión completa de que el objetivo de este primer avance del ejército chileno es esclusivamente Chorrillos i que allí dirijimos todas nuestras fuerzas.
Es casi seguro que, engañado de este modo, el ejército peruano saldrá en masa de Lima a sostener la posición i a librar la batalla sobre Surco o su campo inmediato.
Toda esta maniobra no tiene ningún peligro. La división que marcha, fuerte a lo ménos de 7,000 hombres, tomando posiciones en Atacongo, puede resistir ventajosamente a una embestida de un ejército doble en número. Las lomas arenosas i pesadas, el terreno quebrado i lo estrecho de los caminos, se prestan admirablemente para una defensiva poderosa, invencible para el ejército peruano.
En cuanto a la caballería, que marcha por la playa, no puede ser acometida, porque irá dándose la mano con las fuerzas que marchan por las lomas, i porque las tropas peruanas que quisieran atacarla, descubrirían su flanco i retaguardia a nuestra infantería del alto, i se verían irremediablemente envueltas i perdidas.
No tiene, pues, el enemigo mas que hacer que aguantarse a la defensiva sobre sus posiciones del triángulo, i esperar la acometida, que nuestra división no deberá llevarle, pues el terreno es malo para el ataque, i porque también conviene aguardar el resultado de las maniobras del grueso del ejército.
Efectivamente, junto con moverse la división que va a Atacongo, se moverá valle arriba el resto del ejército, para ocupar a Manchai, desde donde se dirijirá al valle de Ate, dando tiempo a que las fuerzas de este valle i de Lima, engañadas por el movimiento de la costa, se corran a su derecha para ir en defensa de Chorrillos.
Si el enemigo ejecuta este movimiento con todas sus fuerzas, nuestras dos divisiones de la derecha bajarán por la ribera Sur del Surco hasta Tebes, desde donde se darán la mano con la división de Atacongo i emprenderán la batalla decisiva sobre el ejército peruano acorralado en el estrecho valle de Surco.
Si el enemigo no se deja engañar i retira apresuradamente sus fuerzas de Chorrillos para defender la capital, entónces la división de Atacongo. posesionándose con su izquierda de aquel puerto, para entregarlo al dominio de la escuadra, a fin de hacer allí nuestro puerto de aprovisionamientos i recursos, seguirá ascendiendo por la linea del Surco, i picando la retaguardia al enemigo, hasta establecerse sobre las haciendas de Monterrico i de Molina, para darse la mano con nuestras dos divisiones de arriba, las cuales se correrán, a su turno, sobre su derecha, para colocarse, una sobre el ferrocarril de la Oroya, dominando las aguas del Rímac, i la otra a su izquierda, sirviendo de eslabón entre aquélla i la que viene de la costa.
IV
En esta posición se emprenderá el ataque sobre Lima. La división de la derecha pasará el Rimac, hácia el Norte, para dirijirse sobre la pampa de Lurigancho. La segunda lo pasará también para darse la mano con aquélla, apoyando su izquierda al rio. La tercera, o la izquierda, seguirá el movimiento para ir a apoyar su derecha al Rimac, i coadyuvar a la batalla decisiva, que se trabará, o bien en la pampa de Lurigancho, o bien dentro de los muros de la capital, en cuyo caso habrá préviamente que vencer las alturas de San Cristóbal i San Bartolomé.
Los detalles de estas diversas operaciones no pueden precisarse. El terreno, la situación i las fuerzas del enemigo en cada posición, deben darlos sobre cada punto. La cuestión es que el enemigo está desde luego encerrado en un círculo de hierro i que no debemos batirlo donde él quiera, sino donde a nosotros nos convenga. Podemos i debemos arrastrarlo adonde queramos. Dueños del agua, por el movimiento de nuestras fuerzas sobre el Oriente de la ciudad, lo dominaremos a nuestro antojo i obligaremos siempre al enemigo a salir de sus posiciones para batirlo con ventaja, como indudablemente lo obligaremos al fin á replegarse sobre la costa, en donde su rendición total será inevitable.
Se notará que solo se deja en este proyecto un rejimiento de caballería para marchar con el grueso del ejército o sea con las dos divisiones que van por Manchai. Pero no hai necesidad de mas caballería por aquel lado. Un rejimiento basta para cubrir el movimiento de las dos divisiones que marchan escalonadas, una en pos de otra.
Miéntras tanto, la división que va por Atacongo necesita de mas caballería que las otras, tanto para cubrir los dos caminos de la costa i del medio, cuanto para guardar su flanco izquierdo, i ocultar al enemigo su marcha ascendente por la ribera Sur del río Surco, cuando tenga que emprenderla. La caballería en esta parte debe ser numerosa para recorrer el rico valle de Lima i descubrir los movimientos i las posiciones del enemigo, quitarle sus recursos i hostilizarlo en todas direcciones,
Lurin, Enero 9 de 1881,
Marcos 2° Maturana"
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Documento publicado en la recopilación de Pascual Ahumada Moreno, tomo IV.
Saludos
Jonatan Saona
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