Comandancia de la División Espedicionaria a Islai i Mollendo.
Ilo, Marzo 16 de 1880.
Señor Jeneral en Jefe del Ejército:
Habiendo regresado a este puerto con la división que V.S. se sirvió confiarme para espedicionar sobre Islai i Mollendo, tengo el honor de dar cuenta a V.S. del resultado de la espedicion i de la manera como he dado cumplimiento a las instrucciones verbales que recibí de V.S. la noche del 6 del
presente:
A las 11.30 A.M. del dia 8, la división espedicionaria, compuesta de las fuerzas que especifica el estado adjunto, signado con el número 1 se encontraba embarcada en los siguientes buques: Blanco Encalada, Amazonas i Lámar. En el primero iba el que suscribe, el Jefe de Estado Mayor señor
Baldomero Dublé A. i dos de sus ayudantes, capitán don Hermójenes Cámus i alférez don Diego Miller A.
Acompañaban también a la espedicion el capitán don Augusto Orrego, como comisionado del Estado Mayor Jeneral, el capellán de la división don Eduardo Fábres, el corresponsal don Eduardo Hempel, el práctico don Arturo Villarroel, el mecánico inglés Mr. MacDonald, el ex-soldado del Batallón Atacama Rómulo Ossa i el ciudadano don Anselmo Cruz Vergara.
Poco antes de las 12 del mismo dia el Blanco Encalada hizo rumbo a Mollendo i los otros buques se dirijieron mas afuera para reunirse al Blanco, a la caída de la tarde, entre Islai i Mollendo. Durante la travesía i cumpliendo con las instrucciones de V.S., el que suscribe i el Jefe de Estado Mayor
conferenciamos con el señor Almirante acerca del mejor punto para efectuar el desembarque, resolviendo dicho señor acercarse a la costa para reconocer las caletas, que según el plano
presentaban mejores condiciones para efectuar aquella operación.
En la tarde se reconoció la costa entre los dos puertos citados i se fijó una caleta para el desembarco, a la cual se acercó un bote que mandó arriar con ese objeto el señor Almirante, volviendo a bordo el oficial de marina que lo dirijia con la noticia de que el lugar era escelente. Seguimos rumbo al Norte para reconocer mas allá de Islai, volviendo al frente del punto indicado como a las 10 P.M. sin encontrar al Amazonas i al Lámar. A esa hora principiaron los aprestos para desembarcar jente del Batallón Naval, que iba a bordo del Blanco, en botes de este blindado i de la Covadonga, que bloqueaba la costa, siendo la noche sumamente oscura. Poco después se dirijian hacia la costa varios botes con jente del espresado batallón al mando del Sarjento Mayor don Alejandro Baquedano í varios oficiales del mismo cuerpo. Trascurrida una hora, volvió a bordo el oficial de marina que fué al mando del primer bote, diciendo que el desembarco de la jente que llevó se había efectuado sin mas novedad que haberse mojado los soldados los zapatos; pero poco despues volvió a bordo otro oficial de marina con la noticia de que la caleta era mui mala i que la tropa se mojaba hasta la cintura al saltar a la playa.
Inmediatamente dispuse que el Jefe de Estado Mayor fuera a tomar noticias de la verdad de lo que ocurria, i dicho jefe pudo convencerse personalmente de que se habían equivocado al escojer ese lugar para desembarcar i que la caleta era del todo inadecuada para el objeto i aun peligrosa para la jente, pues vió que varios soldados del bote en que iban eran completamente cubiertos por las olas al saltar sobre las rocas de la orilla, i aun presenció la casi destrucción de un bote lleno de jente que el mar estrelló contra las piedras, la que felizmente pudo salvarse con el pronto ausilio que prestaron los demás botes allí detenidos. Con esto motivo dicho Jefe de Estado Mayor ordenó que todos los botes volviesen a bordo con la jente que aun no habia desembarcado i dictó verbalmente las medidas de seguridad que debían de tomarse con los hombres que, en número de 140, ya habían desembarcado i estaban en tierra.
Informado el señor Almirante de lo sucedido, dispuso que la tropa que quedaba en el Blanco fuera a desembarcar en el puerto de Islai, i llegado allí el buque se principiaron los aprestos del caso. Estaba ya amaneciendo i en estos momentos se oian tiros en tierra, en dirección del lugar en que habían desembarcado los 140 hombres. Este tiroteo provenia del encuentro que tuvo nuestra tropa con una avanzada de los 50 hombres que tenia el enemigo para guardar la plaza. Como resultado de esta pequeña acción hubo un prisionero del enemigo i dos muertos que se encontraron tres horas después en un camino estraviado en las inmediaciones del sitio en que tuvo lugar el ataque. Por nuestra parte no tuvimos desgracia alguna que lamentar.
Bajo el número 2, en los documentos adjuntos, encontrará V. S. el parte detallado que me ha pasado el señor coronel ! Comandante del Batallón Naval.
Una vez el Blanco Encalada en Islai, el Jefe de Estado Mayor con uno de sus ayudantes se dirijió a bordo del Amazonas que estaba allí, para disponer el desembarco del Rejimiento 3° de linea, caballos i muías que tenía ese buque, cuya operación se efectuó sin novedad por el muelle i caletas mas adecuadas; otro tanto se hizo con los Navales del Blanco Encalada i los Zapadores que conducía el Lamar.
A las 8 A.M. del dia 9 la playa de Islai estaba ocupada por el Batallón de Artillería Naval i una parte del Rejimiento 3.° de línea, encontrando la ciudad casi desierta.
Se principió por visitar los edificios públicos, como cuartel, correo, oficina telegráfica, etc. De ésta última se tomó intacta una máquina, muchos materiales, útiles i documentos, cuyos objetos se remitieron a bordo del Blanco. En cuanto a las líneas telegráficas, ya habían sido cortadas por los Navales ántes de amanecer, apenas habían desembarcado.
Llamo la atención de V.S. hacia la circunstancia de que la mayor parte de los habitantes que fueron interrogados en Islai tenia conocimiento de la próxima llegada de la Division i así consta también de los telegramas tomados en la oficina i que estaban en poder del Secretario del señor Ministro de la Guerra en campaña don Máximo R. Lira.
A las 9 A. M. de ese día, i una vez que las tropas de infantería llegaban a la plaza, llenaban sus caramayolas en la pila, principiaron los cuerpos a marchar hacia Moliendo en este órden: Navales, 3.° de línea, Zapadores i demás piquetes. La tropa de caballería emprendió su marcha dos horas después a causa de la dificultad para desembarcar los caballos cerca del pueblo, cuya operación fué morosa i tuvo que efectuarse en una caleta distante al Norte.
La marcha de la tropa tuvo lugar con todas las precauciones de seguridad posibles; a pesar de tener noticias que en Mollendo no habían mas que 50 hombres i los otros 50 que se retiraron de Islai. En todo el trayecto se iba destruyendo la línea telegráfica, rompiendo los postes i aisladores, i cortando los alambres.
En el camino se descubrió que marchaban con las tropas cuatro paisanos chilenos, soldados licenciados de varios cuerpos que habían conseguido embarcarse i desembarcarse sin ser notados; estos individuos se les mantuvo presos hasta el momento en que las tropas se embarcaron en Mollendo para volver a Ilo. En Islai hice embarcar otros tantos.
El camino que tuvo que recorrer la tropa es mui corta lo por quebradas profundas i cortado en su mayor parte por depósitos de ceniza volcánica, la que al ser removida formaba una nube
mui incómoda i fatigosa.
Como a legua i media de Mollendo se adelantó el Jefe de Estado Mayor con su ayudante el alférez Miller i su asistente con el objeto de practicar un reconocimiento del camino por recorrer. No encontró novedad en su marcha, llegando hasta el fuerte Norte, que estaba abandonado i sin los cañones de 150 que se nos habia anunciado en Ilo. En dicho fuerte, que es a barreta i formado el espaldón con sacos de tierra, solo existe una esplanada de madera para un cañón de a 68 libras.
Desde este fuerte, el jefe me mandó aviso por escrito con la ordenanza para que avanzara sin cuidado, pues, no notaba en la población señales de enemigos, ni habia enarbolada ninguna bandera peruana, i sí muchas estranjeras.
Mientras tanto, aquel jefes i guió avanzando hasta entrar en la población, en la que había, al parecer, mui pocos habitantes. En la plaza se dirijió a casa de varios cónsules estranjeros a preguntarles por las autoridades del pueblo; dichos señores contestaron que ellos lo habían abandonado mui temprano, acompañados de 100 milicianos, i que se habían dirijido a Mejía. Preguntados si ellos no se habían reunido para organizar una autoridad, contestaron que no pensaban en tal cosa, i que mucho mejor seria para el pueblo, que nosotros nos hiciéramos cargo de la ciudad. Inmediatamente les contestamos que las fuerzas que venían en camino ocuparían la plaza, asegurándoles, al mismo tiempo, que nuestra espedicion no tenia por objeto hacer mal alguno a los habitantes peruanos ni neutrales, ni menos a la población. En este momento llegó a tierra mi bote del Blanco con un oficial que venia a tomar noticias, quien facilitó una bandera. Acto continuo se izó el pabellón nacional chileno al asta de bandera de la casa que ocupaba la sub-prefectura. Eran las 12.30 P.M.
Por los cónsules i varios otros estranjeros, supo el Jefe de Estado Mayor que los cañones de los fuertes no habían pasado de tres: uno de a 68 liso en cada uno de los fuertes Norte i Sur, i otro de a 150 Parrot en el fuerte de la isla, cuyas piezas hacia como un mes que habían sido desmanteladas i conducidas a Arequipa por el tren, de lo que se pudo después tener evidencia por muchos otros informes.
Mientras tanto, la división seguía su marcha adelante, entrando el que suscribe con el Batallón Naval a la plaza principal de Mollendo a las 2P.M.; dispuse que esta tropa se alojase en unos edificios públicos al lado del Poniente i los demás cuerpos lo hiciesen en la estación abajo del pueblo, lugar designado ya por el Jefe de Estado Mayor.
Una vez en posesión de la ciudad se organizó el servicio de guardias, avanzadas, patrullas i se tomaron las demás medidas de seguridad para la población; se visitaron todos los establecimientos públicos, recojiendo los archivos i útiles de telégrafos, i se recorrieron los edificios del ferrocarril i sus dependencias, etc. En la oficina telegráfica se encontró otra vez la prueba de que el enemigo sabia de antemano nuestra llegada, i además, que el cable sub-marino estaba funcionando el dia antes.
En la tarde me dirijí con el Estado Mayor a los suburbios de la población, i encontré varios individuos del 3.° de línea i uno que otro de los demás cuerpos que andaban por las calles sin armas, los que interrogados contestaron: los primeros, que no se les había prohibido salir de su cuartel, i los otros,que se habían venido sin permiso. Inmediatamente se mandaron esos soldados a sus campamentos i se ordenó que, a mas de las nombradas, salieran patrullas de los distintos cuerpos a recojer los soldados que se encontrasen en la población; asimismo repetí a los jefes de los cuerpos la orden de no permitir que soldado alguno se fuese a la población. Para impedir lo mas eficazmente, se pusieron centinelas en las primeras salidas del pueblo. También encontré hacia el lado de Islai varios rezagados del 3.° de línea que todavía no habían entrado a la ciudad, de cuya falta no me había dado cuenta el jefe de ese cuerpo, ni tampoco al Jefe de Estado Mayor, a cuyos individuos hice conducir a su campamento.
Esa misma tarde vino a tierra el señor Almirante de la escuadra, i conferenciando con dicho señor, convinimos en mandar a bordo alguna tropa por la dificultad de procurarse víveres en tierra, a esta necesidad urjente se agregaba la circunstancia de que al dia siguiente debia salir el Amazonas a destruir el muelle, máquinas, etc., a Islai, en cuya operación debía ayudarle la tropa; que el dia siguiente también se iba a principiar la destrucción de los edificios de la estación, que servía de alojamiento a la tropa i no convenía aglomerar jente cerca del muelle donde había almacenes que contenían gran cantidad de licores; que se iban a destruir los depósitos i cañerías que surten de agua a Mollendo, i en fin, que no habiendo enemigos a los alrededores convenía despejar la plaza para evitar desórdenes i quie el trabajo de destrucción no sufriese entorpecimiento. Al efecto, queda arreglado con el señor Almirante que al dia siguiente mandaría al muelle embarcaciones para recibir un batallón del Rejimiento 3.° de línea, dando, el que suscribe, personalmente órden al comandante de dicho rejimiento para que a primera hora del siguiente dia, se embarcara el 2° batallón de su cuerpo.
Esa misma tarde dispuse que se alistara la Brigada de Zapadores, al mando de su comandante Santa Cruz, i los 30 Cazadores a caballo, al mando del teniente Amor, para salir antes de diana del siguiente dia 10 en dirección a Mejía. Esta espedicion tenia por objeto tomar intelijencia del enemigo, observar sus posiciones, inutilizar la línea férrea que une a Mejía con Mollendo, destruir sus comunicaciones telegráficas, sus estaciones, material, etc. También formaba parte de la espedicion el piquete de injenieros, al mando de su capitán Munizaga
Salí de Mollendo con la fuerza indicada a las 3 A.M. del dia 10, dejando en la ciudad el resto de la división.
A las 10 A. M. tomé posesión del pueblo de Mejía i por los prisioneros capturados por los Cazadores en las inmediaciones, supe que el enemigo se hallaba en la Ensenada, estación de la línea férrea, con 200 hombres bien armados i amunicionados. Con este conocimiento dispuse que el teniente Amor, apurando un tanto la marcha, siguiera hasta encontrarse con las avanzadas del enemigo, i procurara tomarles el flanco derecho, encargándole mantenerse fuera de los fuegos del enemigo.
Al llegar a las inmediaciones de la Ensenada (11.30 A. M.), noté (pie las fuerzas enemigas marchaban con dirección a Tambo, via de Arequipa, i que los Cazadores hacían esfuerzos por alcanzarlos i tomarles el flanco que le había prevenido al teniente Amor.
La reducida fuerza del teniente Amor, puesta a la vista del enemigo, le animó a detener su marcha i hacer fuego sobre ella. Vista esta situación i comprendiendo que la infantería no llegaría oportunamente por lo malo del camino, tomé el partido de recojer con el capitán Orrego i mi ordenanza algunas ramas de árboles con el propósito de hacer polvareda i hacer creer a los enemigos que era la masa de mi caballería. Así, sin duda, se lo creyó, porque minutos después cesó sus fuegos i apuró su marcha, dejando en su camino 22 individuos que se presentaron a mi campamento con sus armas i municiones.
En la oficina telegráfica de Mejía i las de la Ensenada, hallé partes en que se comunicaba mis movimientos al jefe de la fuerza enemiga, señor coronel Mecías, i que el número de la tropa de mi división era el de 800.
A Las 2.45 P.M. principiaron a bajar a Tambo varios trenes que venían de Arequipa cargados de tropas, i a las 5 se notó en un cerro el movimiento de jente de caballería, la que tan luego fué reconocida, mandé a los Cazadores marcharan a atacarla; pero su jefe, al notar el movimiento de los mios, tuvo por conveniente ponerse a una distancia de 10 kilómetros mas que los cinco en que se hallaba cuando fué observado; lo que me precisó a mantenerme tranquilo, dándome tiempo para seguir destruyendo la línea férrea e incendiar 26 carros de carga i uno de pasajeros, e inutilizar varios estanques.
A las 6 hice avanzar a los Cazadores i Zapadores con el propósito de hacerles consentir que me dirijia a Tambo, i después de recorrer una distancia de tres millas, contramarchó esta fuerza, por creer asegurado mi propósito i tomar los carros que le tenia preparados, i regresó a Mollendo, donde llegó a las 4.40 A.M. del 11 con los 22 prisioneros, algunos animales vacunos i mulares i sin la mas pequeña novedad.
En los documentos adjuntos bajo los números 3 al 7, encontrará V.S. los partes detallados i relaciones que sobre la espedición a Mejía me han pasado los comandantes de los piquetes de Injenieros, Cazadores i brigada de Zapadores,
Al regresar a Mollendo, el Jefe de Estado Mayor me dió cuenta de los lamentables acontecimientos que se consignan en los partes del Sarjento Mayor del Rejimiento 3.° de línea, don Hijinio José Nieto, que se acompañan bajo los números 8 i 9. Los hechos relacionados fueron presenciados en parte por
el señor Almirante de la escuadra, cuyo señor creyó conveniente suspender el embarque de tropa del 3.° de línea, i de acuerdo con el Jefe de Estado Mayor i señor coronel don Martiniano Urriola, se decidió que en la tarde de ese mismo dia 10 marchase por tierra ese rejimiento para embarcarse en Islai, cuya medida fué de mi entera aprobación.
Al efecto, el Jefe de Estado Mayor dictó las providencias A i B, consignadas en el documento anexo bajo los números 10 i 11.
A las 5 P.M. el Rejimiento 3.° de línea desfiló por la plaza, camino de Islai, dejando en la estación una guardia para cuidar de los pocos enfermos i como 50 soldados ebrios que no pudieron seguir con el rejimiento. Lo que pasó en esa guardia lo encontrará V.S. detallado en el parte del subteniente Serrano, que se acompaña bajo el número 12.
Siendo impotente la guardia que dejó el comandante del 3.° de línea para contener a la jente ebria i estando herido el subteniente Serrano, el Jefe de Estado Mayor. dispuso que toda la tropa de ese cuerpo quedara bajo la custodia de los Navales; pero tuvo que ocupar esa noche toda su jente disponible, con cuya medida se pudo evitar mayores males.
No haría hora i media que el 3.° de línea habia salido del pueblo cuando se pronunció un incendio en los suburbios de la población i en el mismo camino que habia seguido la tropa. Inmediatamente el Jefe de Estado Mayor con sus dos ayudantes se dirijieron solos al lugar del siniestro, pues no habia disponible un solo soldado, i ausiliados por dos o tres estranjeros i algunos soldados rezagados del 3.° de línea que no estaban sobrios, lograron aislar el primer incendio a pesar de los disparos de fusil que recibían de los alrededores; pero no bien hubieron concluido su tarea, se pronunció otro i luego otros dos mas, comunicándose el fuego a las casas vecinas. A las 11 PM. se habían declarado cinco incendios intencionales, orijinados por soldados rezagados del 3° de línea i probablemente por algunos paisanos de nacionalidad italiana que andaban también ebrios con los soldados.
Siendo todos los edificios de madera, sin escepcion alguna, i soplando un viento fuerte, el fuego tomó luego grandes proporciones, envolviendo también entre las llamas la iglesia del pueblo, que era del mismo material. Los oficiales i soldados del Batallón Naval, trabajaron toda esa noche con un tezón i buena voluntad digna de todo elojio para aislar el fuego i conducir a las guardias a mas de 50 rezagados del 3.° , que se tomaron por la fuerza de entre los edificios que se incendiaban.
Mui sensible me es dar cuenta a V,S. que entre la tropa del 3.° que se tomó en el incendio se encontraban tres oficiales del mismo cuerpo que huían con ellos cuando se acercaba algún oficial o soldados encargados de cortar el fuego i guardar el órden. Al subteniente Canales, hubo necesidad de detenerlo a balazos cuando huía después de haber sido tomado; el teniente Andrade no cumplió la órden que se le dió a las 10.30 P.M. para que se presentara preso a su cuartel i solo pudo ser habido al dia siguiente, tomándole en la calle, i en fin, el capitán Carvallo fué encontrado en la mañana siguiente detrás del panteón acompañado de algunos soldados i se le obligó a marchar preso a la guardia de Navales, atravesando la población a caballo entre un oficial i un soldado de Cazadores. Los tres mencionados oficiales han permanecido i continúan hasta ahora presos desde el dia 11.
Poco después de las 11 de la aciaga noche del 10, el Jefe de Estado Mayor recibió el aviso que le mandé desde Mejía, anunciándole la presencia de enemigos en Tambo i el probable encuentro que tendría con ellos; en vista de esa comunicación dispuso que el 3° de linea se detuviese en su marcha, i al efecto mandó un propio a alcanzarlo con la nota para el comandante, que en copia se acompaña con la letra C en el documento anexo número 4.
La misma nota ampliada, i que se acompaña bajo el número 13, se mandó al señor Almirante en contestación a las preguntas que hacia sobre los sucesos que tenian lugar.
El parte del mayor Nieto, que se acompaña bajo el número 14 de los documentos anexos, dará a conocer a V.S. la conducta observada por el subteniente Canales.
Una vez que el que suscribe llegó a Mollendo de su espedición a Mejía, dirijió al comandante del 3.°^ de línea la órden escrita que en copia se acompaña con la letra D en el documento anexo número 10,
El documento número 15 es el parte pasado por el comandante del Rejimiento 3° de línea acerca de los sucesos que dejo referidos.
El dia 11 se embarcó en Islai el Rejimiento 3.° de línea a bordo del Amazonas i en Mollendo a bordo del Lamar la tropa i oficiales del mismo cuerpo que se había quedado en este cuerpo. Ese dia temprano principió el embarque de materiales sacados de los depósitos de la estación, los que fueron conducidos al muelle por tropa de Navales.
También se destruyó la línea férrea, cañería i estanques de agua, el fuerte Sur i se preparó trabajo para el día siguiente.
Zapadores se ocupó todo el día haciendo el servicio de la plaza i alrededores, recojiendo soldados de la población i apagando los restos de los incendios de la noche anterior; pero, a pesar de la vijilancia desplegada por los oficiales i tropa de este cuerpo, no se pudo evitar que en la noche se pronunciaran
algunos incendios que pudieron ser sofocados con gran trabajo.
El dia 12, a primera hora, se embarcó Zapadores i parte de Navales, quedando en tierra poco mas de 100 hombres de este último cuerpo. Al mismo tiempo se principió el incendio i destrucción de todos los edificios del ferrocarril que se estienden mui adentro de la quebrada. Desgraciadamente el viento era mui fuerte i las chispas alcanzaron a prender fuego a dos edificios de poca importancia situados a algunas cuadras de distancia de la estación, lo que dió lugar a que se propagara un nuevo incendio que felizmente pudo ser cortado, gracias a los esfuerzos de la pequeña guardia de Navales que había en la población. En este incendio se ordenó vaciar a la calle muchas pipas de aguardiente de un particular, que se sacaron de su casa próxima al incendio, cuyo individuo había vendido licor a la tropa. En la noche hubo algunos casos de incendio en ranchos aislados, situados en varios puntos de los alrededores de la población.
El 13, a primera hora, principió el embarque de los Navales que quedaban en tierra, de la caballería i mulas i la destrucción de las pilastras de la gran estación del ferrocarril de Moliendo. A las 12 del dia ya se habia quemado por completo ese hermoso edificio, el cuartel i el fuerte de la isla i varios otros edificios aislados i bodegas del ferrocarril cercanas a la estación del muelle.
A esta hora, poco maso ménos, uno de los Cazadores que estaba de vijía en el alto de la isla dio aviso de que el enemigo estaba a la vista; .se ordenó un pequeño reconocimiento i se tomaron dos paisanos que venían por las lomas. Estos declararon que efectivamente habían llegado de Arequipa a Tambo 2,000 hombres, que el grueso de las fuerzas venia por Mejía, pero que algunas avanzadas traían la dirección del pueblo bajando por las lomas. Inmediatamente el Jefe de Estado Mayor se puso al habla con los cónsules i algunos estranjeros notables i les hizo presente que si el enemigo se acercaba a molestar el embarque de las tropas i la destrucción ordenada del muelle como se había dispuesto, los buques harían fuego i volverían a desembarcarse las tropas para arrasar con los almacenes de Aduana i edificios públicos, que se habían respetado hasta entonces por temor de que su destrucción incendiase las propiedades de los neutrales.
Los estranjeros prometieron ir a ver al enemigo para detenerlo, i al efecto algunos se dirijíeron a caballo a encontrarlo.
Momentos después, los mismos vijías anunciaron que el enemigo estaba mui cerca i que se veía por la quebrada de la estación. El alférez Miller, ayudante del Estado Mayor, montó a caballo i se dirijió a una loma vecina, desde cuyo punto vió bajar a la quebrada como una compañía de infantería enemiga a una distancia de ocho o diez cuadras de la estación.
En este momento faltaba que embarcar mas de 20 animales entre muías i caballos, i habían en tierra unos 10 hombres armaos i muchos marineros. Al donkey se le quebró una pieza principal, i gracias a los marinos pudo seguir el embarque de animales, arreglando un aparejo para reemplazar al vapor.
Se les repitió a los estranjeros la amenaza anterior, i aseguraron que no habría cuidado que el enemigo nos molestara.
Por fin, a las 5.30 P, M. estaba toda la jente i animales en los botes i lanchas al pié del muelle; la cubierta de éste ardía i se había hecho estallar el donkey a vapor; no quedaba mas que hacer, i a las 5.45 P.M. se dirijian las embarcaciones a bordo. En ese instante se notó entre la jente que nos observaba de tierra cierto movimiento que indicaba la aproximación de la avanzada enemiga, Mientras tanto la Covadonga cañoneaba las fuerzas del enemigo que pasaban por Mejía.
Signado con el número 16, encontrará V.S. el parte del jefe del servicio sanitario en campaña.
Bajo el número 17, incluyo el parte del señor Villarroel, encargado por el Jefe Estado de Mayor para destruir el ferrocarril i sus dependencias, en cuya operación, como asimismo en las demás de importancia que se le confiaron, se desempeñó con una intelíjencia i actividad mui digna de todo elojio. No cumpliría con mi deber sino lo recomendara mui especialmente a la atención de V. S.
También prestó mui buenos servicios el mecánico inglés don Daniel Mac Donnald; creo de justicia que se le remunere a lo menos con la cantidad de $ 100.
Según la opinión del señor Villarroel, los perjuicios causados al enemigo en Mollendo ascenderían $ 5.000,000, pero los estranjeros elevan esa suma a $ 8.000,000. A esta suma hai que agregar el valor de los perjuicios ocasionados en Mejía i los que llevó a cabo en Islai el trasporte Amazonas.
El muelle no pudo destruirse por falta de dinamita. A bordo había solamente uno i medio quintal, que unido a los 35 kilógramos que llevó el piquete de injenieros i a los cerca de tres quintales que se encontró en Moliendo, forman un total de, poco mas o ménos, de seis quintales de dinamita, consumidos solo en la destrucción del ferrocarril i sus dependencias. Habrá pues necesidad de destruir el armazón de fierro de dicho muelle, pues la cubierta de madera debe haberse quemado por completo si el enemigo no ha cortado el fuego a tiempo, una vez que salimos de Mollendo.
La premura del tiempo no me permite por ahora entrar en mas detalles; pero si V.S. desea esplicaciones sobre cualquier punto de esta comunicación, me será fácil darlas a V.S. con mas despacio, asimismo sobre cualquiera omisión en que hubiera incurrido involuntariamente.
Al terminar el presente, parte i sin dejar de sentirlas ocurrencias desagradables a que he hecho referencia, cábeme la satisfacción de recomendar a la consideracion de V.S. al Jefe de Estado Mayor i sus ayudantes, i a los señores jefes i oficiales de la división, i a la gran mayoría de la tropa de los distintos cuerpos, que observó una conducta ejemplar en circunstancias mui difíciles.
Dios guarde a V. S.
Orozimbo Barbosa.
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Imagen, postal de la Calle del Comercio en Mollendo
Saludos
Jonatan Saona
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