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23 de octubre de 2014

Proclama de Iglesias

Miguel Iglesias
Proclama del Presidente Miguel Iglesias a la Nación

El esfuerzo de Montán me ha conducido en un año desde las abruptas cimas de los Andes hasta el seno de la metrópoli peruana.

Traigo conmigo el hermoso bicolor de la patria perdido en los combates de hierro i recobrado al fin en las luchas no menos jigantescas de la razón i la desgracia.

Armado solamente de una idea, impulsado por un solo sentimiento, a nombre de la gran porción honrada de mis conciudadanos, he podido contener al victorioso enemigo, citándole en el terreno de la lealtad en los momentos mas críticos i cuando el delirio del triunfo pudo haberle llevado quizás demasiado lejos.

Cumple a mi deber declarar que he encontrado en el Gobierno de Chile, al entendernos, sinceridad digna de la mia.

Sobre todos los obstáculos amontonados en mi camino por la exajeracion del deber, el miopismo político i la calculada mezquindad de las pasiones personales, he podido pasar sereno hasta devolveros la paz esterna tan necesaria i daros un punto de partida que os conduzca a días mejores, de rehabilitación i prosperidad.

Rodeado en los primeros momentos de reacción por mui pocos e incomparables servidores, conforme se iba comprendiendo i apreciando el alcance de mi programa i la rectitud de mis propósitos, ese núcleo se convertía en vasto círculo i hoi puedo asegurar sin temor de equivocarme, que una inmensa mayoría de la República siente i piensa como siento i quiero.

Constituido en personero de la Nación, respetado i reconocido como tal por el enemigo de ayer, signado el pacto que pone término a los horrores de una guerra cruel i prolongada; libre la capital peruana i pronto en aptitud los pueblos todos de ejercer ampliamente su soberanía, vengo aquí a convocar i reunir a la representación nacional para que delibere sobre el pacto ajustado, lo ratifique en nombre del bien entendido patriotismo, reconstituya al país i arbitre de sus destinos.

Bien conocida i estudiada como ha sido mi ambición de hombre público, tengo el derecho de que se rae crea el mas celoso guardián de la libertad de mis conciudadanos. Las elecciones serán, pues, perfectamente libres dentro de la esfera de la lei.

Aspiro a la rejeneracion de mi patria, pero, como lo llevo declarado, no es empresa que pueda realizar un solo hombre. Por lo mismo no la impongo con reformas discrecionales de vasta trascendencia. Es a la representación nacional a quien toca preceptuarlas.

Prepararé en lo posible el terreno, velando por el órden, normalizando la administración, respetando los derechos, reuniendo a los buenos elementos personales, recompensando el mérito i descargando el imperio inflexible de la justicia sobre el vicio i el crimen.

Compadezco a los que aun me suponen capaz de preferencias por determinado bando político. Soi el jefe de la nación i sueño con poder titularme el padre de mí pueblo.

Loa bandos políticos han perdido al Perú. Agrupaciones intransijentes i personalísimas, sin principios ni propósitos fijos, nada les pido, nada les acepto.

Llamo sí, intimo, ruego a todos i a cada uno de los ciudadanos que tengan conciencia de sus derechos i deberes, amor a su patria i miras de salvarla; sin otro compromiso, sin mas ínterés, vengan de donde vinieren, a compartir conmigo las fatigas i desvelos de la gran tarea redentora, hasta que llegue el feliz instante de confiarla a la representación popular.

He nacido para el bien i creo que estoi en su camino.

Lleno de confianza, a la sombra del pabellón que hoi devuelvo al noble pueblo de Lima, me consagraré con toda la constancia i enerjía de que soi capaz, a escojitar los medios que aseguren el éxito de nuestra santa empresa.

I cuando llegue el día de la responsabilidad, que desde ahora solicito severa, confiad en que podré presentarme ante mis jueces, como en Chorrillos, como en Montán, como hoi, al traeros independencia i porvenir.

Miguel Iglesias.
Lima, Octubre 23 de 1883.


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Saludos
Jonatan Saona

1 comentario:

  1. Un tremendo soldado y gran patriota, lo demostró en la batalla de Chorrillos al plantear una defensa ferrea y a muerte en el morro Solar, mientras el resto de las unidades peruanas volvian la espalda o se retiraban hacia la línea de Miraflores.
    Creo que entregar parte de su territorio le dolió a muerte, pero era la única forma de terminar con el desangramiento del Perú, en una resistencia inútil y que estaba acabando con lo mejor de la juventud de los pueblos del interior.
    Que pena que las ansias de poder y el populismo de Caceres no le hayan permitido consolidar su obra.

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