(Correspondencia para El Bien Público, de Lima)
Lima, Octubre 23 de 1883.
En la mañana de hoi ha sido desocupada la capital por las fuerzas chilenas.
El 23 de Octubre hará época en las fastos de nuestra historia.
Esta fecha memorable no figurará entre las pájinas que atestiguan las glorias del Perú.
La suerte nos ha traído al estremo de firmar como vencidos, un Tratado de Paz mediante el cual nos vemos libres hoi de la presencia del enemigo.
Por fortuna ha habido un hombre que lo ha sacrificado todo en aras de la patria con ese santo objeto.
Felizmente los pueblos han apreciado la magnitud del del sacrificio i se han apresurado a secundar su propósito.
A las seis i media de la mañana se notaba en las principales calles de la ciudad una animación inusitada. Los vecinos, tanto nacionales como estranjeros, se dirijian en grupos a la plaza de Armas, para ser testigos presenciales del gran suceso que se esperaba.
A las 7.30 A.M., como la anunciamos ayer, se reunieron en dicha plaza los batallones Chacabuco 6° de línea, Esmeralda 7° de línea, Talca, Victoria i Búlnes, i después de haber formado en el órden respectivo, marcharon en columna, al son de sus músicas, en dirección a sus cantones, por las calles de Mercaderes, Espaderos, etc., etc.
Apenas salidas esas fuerzas, ocuparon el Palacio, así como los demas cuarteles, piquetes de celadores.
El escudo nacional fué colocado en el acto, en la fachada del Palacio del Gobierno.
Inmensa fué la multitud que invadió desde las primeras horas del dia los portales, gradas i átrio de la Catedral, los balcones, galería de la Municipalidad i las calles circunvecinas.
La alegría de los más no tenia límites.
También hemos visto derramar no pocas lágrimas.
A las 9 A.M. apareció en la estación de los Desamparados el tren que conducía nuestro diminuto ejército nacional.
Una vez desembarcado i en formación, marchó en columna a ocupar el Palacio,
A su paso fué victoreado frenéticamente por el pueblo, que en masa compacta lo acompañaba.
La vista del hermoso estandarte peruano del batallón Rejeneración, cuando entró a la plaza, produjo un efecto que la pluma no es capaz de expresar.
En el mismo instante se engalanó la ciudad toda con profusión de banderas.
El aspecto que presenta nos hace recordar mejores tiempos.
Todos han querido ofrecer públicamente esa significativa muestra del sentimiento que hoi domina.
Ese tren trajo también al señor Jeneral Osma, Ministro de la Guerra, a quien acompañaban el señor Gallirgos, inspector jeneral del ejército, el coronel Maximiliano Frias, el comandante Llaque i varios otros oficiales. El señor Ministro fué recibido al subir la rampa del puente por los señores Prefecto del departamento i Sub-perfecto de la provincia.
El señor Jeneral Osma visitó inmediatamente los cuarteles en que deben alojarse los batallones recién llegados, siendo el de San Francisco el destinado para el Cajamarca i Santa Catalina para la Artillería. El Rejenerador ocupará el Palacio.
También dictó otras muchas oportunas disposiciones.
Desde la llegada de los batallones peruanos hasta las tres de la tarde, la concurrencia i la animación fueron aumentando progresivamente. A esta hora puede decirse que todo Lima estaba en la plaza de Armas.
A las 2.30 P.M. formó el ejército.
El batallón Cajamarca número 2 formó calle desde la rampa de los Desamparados hasta Palacio.
El Rejenerador número 1 montó la guardia en la puerta principal; i el cuerpo de la Artillería en la de honor.
A las tres se avistó el convoi que conducía a S. E.
Ambas orillas del rio, tanto del lado del Tajamar, como de Monserrate, se hallaban ocupados por inmensas masas de jente ansiosa de saludarle a su paso.
S.E. desembarcó en la estación de los Desamparados, i se dirijió a Palacio acompañado de los señores Ministros de Estado, del Prefecto, Alcalde municipal, Sub-prefecto, edecanes i una numerosa comitiva.
Su presencia en aquel lugar fué saludada con un repique de campanas de todas las iglesias de Lima.
En el corto trayecto que tuvo que recorrer de la estación a Palacio, una multitud ébria de gozo lo aclamó entusiasmada, i con la no interrumpida lluvia de flores que eran arrojadas de los balcones fué alfombrado su camino.
Con ánsia era esperado por naturales i estranjeros el momento solemne en que debía flamear en su puesto de honor el pabellón nacional.
Esto se verificó en el momento en que S.E. entraba a Palacio, 3.20 P. M.
El hermoso i querido bicolor, obsequiado por el gremio de bordadores de Lima, flotó gallardamente en el tope de su asta, victoreado por todo un pueblo, por tanto tiempo privado de su amada presencia.
En la Municipalidad así como en todos los demás edificios públicos tuvo lugar la misma conmovedora escena.
S. E. pasó luego al salón de recepciones, donde fué visitado i felicitado por muchísimas personas de lomas notable de esta ciudad.
El primero que le dirijió la palabra fué el señor don Rufino Torrico, Alcalde Municipal, que con la Corporación había concurrido, i a nombre de la cual lo hizo en estos términos:
"Como Alcalde de la Municipalidad de Lima, tengo el honor de felicitar a V.E. por su feliz llegada i espresarle el agradecimiento de este pueblo por haberle traido la paz i su bienestar,"
S. E. contestó:
"Agradezco la felicitación del señor Alcalde de la Honorable Municipalidad de Lima.
Traigo honor, paz i bandera; pero es necesario tener presente que para conservar bandera, honor i paz es preciso moralidad, trabajo i órden."
El comercio ha permanecido cerrado durante el dia.
Los repiques de campanas han continuado sin interrupción desde que comenzaron.
El dia ha sido de fiesta en la estension de la palabra.
Solo la intensidad del júbilo jeneral por tan fausto acontecimiento ha podido calmar, en parte, los tristes recuerdos de nuestras inmerecidas desgracias i permitídonos tomar la pluma para dar cuenta de la gran fiesta de hoi.
En la calle de Palacio algunas personas de pueblo, llevadas por su natural entusiasmo, quisieron acercarse a S. E. con el objeto de abrazarle; esto dió lugar a que un oficial suelto desenvainase la espada i alejase a planazos a aquella buena jente.
Cuando el jeneral Iglesias supo en Palacio lo ocurrido, mandó dar de baja inmediatamente al referido oficial.
La población será custodiada esta noche por patrullas de celadores, convenientemente distribuidas en los cinco cuarteles, i por otras de la Guardia Urbana, que desde hoi comienza a prestar sus importantes servicios.
Debemos hacer constar que no ha habido ni el menor indicio de que el órden público pudiese ser alterado.
En la tarde se retiró S. E. de Palacio, dirijiéndose a su casa, calle de la Recoleta. Le acompañaron muchos amigos.
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Saludos
Jonatan Saona
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