En los párrafos que á continuación, vamos á copiar, tomándolos de una correspondencia que con fecha de Diciembre último publica Las Novedades de New-York verán nuestros lectores delineado á grandes rasgos el tipo exactísimo, por no decir prototipo, de uno de esos presuntos regeneradores que, embozados en el manto de una fingida democracia y de un más ficticio amor al pueblo, del cual quieren erigirse en modernos campeones, no hacen en realidad otra cosa que dejarse llevar por los tempestuosos vientos de sus ambiciones de preponderancia y mando, tener a la sociedad de que son azote en continua perturbación, provocar y atraer sobre ella incesantes infortunios y conflictos sangrientos, imitar sin escrúpulo al Capitán Araña en sus empresas y planes revolucionarios y desmentir constantemente con sus hechos y sus instintos autocráticos y despóticos los sentimientos liberales y democráticos de que para atroz sarcasmo se envanecen y blasonan en todos los tonos del diapasón.
Ese es el peruano don Nicolás de Piérola, “el eterno pretendiente á la presidencia de la república de su país", según con frase tan expresiva como gráfica se le califica en la correspondencia á que hemos aludido.
¡Dijérase que con las desventuras de su guerra con Chile y sus contiendas intestinas no había aún el destino sometido á aquel Estado hermano á pruebas bastante terrible, y por eso es que gravita sobre él con funesta pesadumbre la monomanía rebelde, sediciosa y liberticida del levantisco Piérola!
Lean, lean nuestros florecedores los párrafos de la correspondencia en cuestión. No trataremos de encarecer su elocuencia, que es extraordinaria.
Ellos por sí solos se encarecen y se recomiendan sin necesidad de ponderarlos.
Dicen así textualmente:
“Desde el momento en que don Nicolás de Piérola, el infatigable conspirador, el caudillo del partido
Demócrata y eterno pretendiente á la presidencia de la República, se fugó no há muchos meses de su
prisión, toda la gente sensata vió un peligro cierto para la paz y el orden público de esta República.
Piérola tiene la monomanía de conspirar, y esta monomanía llevóla hasta sublevarse con su batallón, en la guerra con Chile, dando por resaltado el haberse proclamado Dictador y Director de la guerra.
Por este crimen de sublevación, frente al enemigo, crimen de lesa patria, estaba encausado criminalmente, cuando se fugó de su prisión.
Piérola ha explotado hábilmente el odio de razas inherente á todas las poblaciones formadas como la nuestra por agrupaciones de diversa procedencia étnica, entre las que, imprescindiblemente, hay presión de parte de la raza dominadora, y odio reconcentrado y deseo de venganza, de parte de la dominada.
Estos odios hánse acentuado fatalmente, desde el día en que Piérola, por miras políticas, se dió el titulo de Protector de la raza indígena y Jefe del Partido Demócrata.
A la idea de un partido que se presentaba con las ínfulas de desfacedor de agravios y protector de los débiles y los oprimidos, han corrido á agruparse al rededor de su jefe, los negros, indios, mestizos ó
como aquí decimos, cholos, no con otro fin que el de poder retar y tomar armas contra las clases altas, á las que miran con secreto encono.
Y aunque en su única época de auge y autoridad, que fué la de la dictadura, jamás dió Piérola señales de tal protección, la gente sencilla se conforma con las intenciones de su protector.
Piérola no tiene siquiera él mérito de ser demócrata de veras; es, por el contrario, furiosamente aristócrata, y en la época de su dictadura, quiso hacer el remedo de un autócrata de comedia. A ser posible, cierto estoy de qué hubiese da dado un golpe de estado para ceñirse una corona de emperador.
Por eso los hombres de principio, los verdaderamente demócratas, no transigen con los aires de protector de la raza indígena, á la mal más que otros desprecia el Dictador de 1881.
Esto no obstante, el pueblo, el bajo pueblo, aquel que no tiene las consideraciones exigidas por la ley, adora con fanático amor á Piérola, al cual mira como su único amigo y protector.
Esta circunstancia de contar con un partido que, si bien es una fuerza poderosa, para un conspirador, no es una entidad que pueda depositar su voto en las urnas eleccionarias, es la que ha condenado á Piérola al triste y mal desempeñado papel de conspirador.
Diez y ocho años há que Piérola trastorna el orden, con motines de cuartel ó pronunciamientos de pueblos, en los que la sangre ha corrido a torrentes; diez y ocho años que, ora encabezando una conspiración abortada luego, ora desterrado y perseguido, vive á salto de mata, esperando propicia ocasión.
Para como de males, hoy cuenta Piérola con la decidida protección de algunos extranjeros, que pródigamente le suministran fondos y le proporcionan toda clase de recursos; estos extranjeros, con más interés propio que amor al ex Dictador, esperan de él concesiones y privilegios, que, como la deuda de Dreyfus el antiguo consignatario del guano; no tienen otro fundamento que compromisos personales, ó quizá, pago de deudas contraídas en sus locas aventuras de conspirador. Y esta deuda reconocida arbitrariamente por el Dictador de 1881 á favor de la casa Dreyfus Hermanos.de París, asciende á la formidable suma de veintidós millones de soles (fuertes).
El pago de esta deuda es lo qué ha motivado las reclamaciones diplomáticas, por medio del Ministro Harmand, enviado del gobierno francés ante el de Chile".
Un suceso que relata la correspondencia á que nos referimos, presenta rodeado de las mas tristes sombras al incorregible conspirador y rebelde peruano. El 3 del repetido mes de Diciembre estalló un formidable motín en Lima, urdido por Piérola y sus ciegos secuaces. La sedición fué sofocada, mas no sin efusión de sangre de hermanos. El principal caudillo de la asonada, el Coronel Morales Toledo, pagó con la vida su actitud en la jornada.
“Morales Toledo, dice la carta de Lima, fué herido inmediatamente después de penetrar en el cuartel, y de resultas de esta herida murió pocos momentos después.
Ante de espirar dijo: “Me han obligado á hacer este disparate: Piérola es un traidor y un cobarde. Me ofreció estar conmigo en la acción y que me ayudaría con un inmenso pueblo. En un miserable”.
¡Y sin embargo, aun hay masas que no escarmientan y se obstinan en ser la obligada carne de cañón de este y el otro revolucionario de oficio, de tanto y tanto Piérola, como pululan por el mundo civilizado!
¡Nó, no escarmientan!!"
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Texto e imagen publicados en "Boletín mercantil de Puerto Rico" 18 de febrero de 1891.
Saludos
Jonatan Saona
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