"Camino de La Breña" por Raúl Montoya |
Ayacucho, febrero 23 de 1882
Señor Ministro de Estado en el Departamento de Guerra
Por los partes que me cabe el honor de adjuntar se informará VS. de la función de armas que tuvo lugar el 22 del mes actual en las oteras de esta ciudad, entre las fuerzas que me obedecen y las comandadas por el señor Panizo, que me atacó de manera alevosa, rompiendo exabrupto las hostilidades desde las posiciones dominantes en que tendió su linea de batalla, sin embargo de estar al corriente de los patrióticos propósitos que han guiado mis pasos hacia este departamento.
Si no fue posible evitar la lucha fratricida en que a pesar mío me vi empeñadom me ha cabido al menos la satisfacción de haber coronado la fecunda obra de la unidad nacional, que en las críticas cirscunstancias por las que atravesaos es la única prenda de salvacion para la patria.
Sin duda alguna que los sucesos del 22 se extrañan gravísimas responsabilidades; pero ella recaen exclusivamente sobre el coronel Panizo y los suyos, que rebeldes al llamamiento del deber no emplearon sus armas sino en alianza con las huestes chilenas, esto es, contra el Ejército que durante ocho meses viene arrostrando todo género de sacrificios en defensa de la causa nacional.
Sin duda alguna que los sucesos del 22 se extrañan gravísimas responsabilidades; pero ella recaen exclusivamente sobre el coronel Panizo y los suyos, que rebeldes al llamamiento del deber no emplearon sus armas sino en alianza con las huestes chilenas, esto es, contra el Ejército que durante ocho meses viene arrostrando todo género de sacrificios en defensa de la causa nacional.
Sírvase VS. Señor Ministro, poner en conocimiento de S.E. el Vicepresidente de la República el tenor de la presente y el de los documentos inclusos, aceptando VS. las consideraciones de aprecio con que me suscribe obsecuente S.S.
Andrés A. Cáceres
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Comandancia en Jefe del Ejército del Centro
Ayacucho, febrero 23 de 1882
Benemérito señor General Jefe Superior, Político y Militar de los Departamentos del Centro
Al poner en conocimiento de V.S. el resultado del hecho de armas que tuvo lugar el día de ayer entre el ejército de mi mando y el que, sujeto asimismo a las órdenes de V.S. comandaba el Coronel D. Arnaldo Panizo, no puedo alejar la profunda impresión que ha producido en mi ánimo la consideración de que dos fuerzas nacionales formadas para la defensa común del país, hayan combatido hasta debelar por completo la una a la otra, no obstante que por nuestra parte se pusieron todos los medios conducentes a evitar semejante escándalo, que habrá de imprimir un sello de execración y de oprobio sobre la frente de los malos peruanos, sus autores exclusivos.
Cuando a mérito de la expedición chilena que había ocupado el Departamento de Junín, y del glorioso combate de Pucará, continuábamos nuestra marcha en retirada sobre el de Ayacucho, con el fin de reunirnos con el Ejército acantonado en esta plaza, y regresar en breve tiempo a recuperar la provincia de Junín, recibió V.S. en la hacienda de Aracchi, una comunicación del Coronel Panizo, Comandante en Jefe del Ejército del Sur, en la que participaba su defección, sustrayéndose a la obediencia de la Jefatura Superior, bajo pretexto de no reconocer el sometimiento que en obsequio de la unificación del Gobierno Nacional y para llegar a la celebración de la paz con el enemigo, se había efectuado en la ciudad de Jauja.
El tenor de semejante comunicación dió mérito a que el Ejército de mi mando variase de dirección abandonando el camino que rectamente conduce a esta ciudad y trazando una línea de circunvalación más prolongada para tomar las alturas que dominan por el S.O.
Como a pesar de la rebelión del Ejército del Sur, autorizando al enemigo a rechazar la paz, bajo el pretexto de estar la república anarquizada, no era de esperarse por parte de los jefez que lo comandaban, ningún acto de criminalidad y felonía llevado al extremo de atacar a fuerzas peruanas, que traían por lo menos el glorioso timbre de haber combatido contra el enemigo nos acercábamos a esta ciudad a la 1 pm, desfilando en actitud tranquila con las armas enfundadas, bajo la confianza de que el sentimiento del patriotismo que aún se les concediera, los obligara a abstenerse de todo acto de hostilidad contra sus compatriotas, empero se notó que los cuerpos situados dentro de la plaza se disponían a combatir, y fue entonces que V.S. se sirvió ordenarme que suspendiera mi marcha y reconcentrara nuestras tropas tras de una pequeña colina denominada Quicapata, y que se situara la artillería en un lugar conveniente, evitando toda provocación, al mismo tiempo que V.S. ordenaba se rdactara el oficio correspondiente, al señor Coronel Arnaldo Panizo, a fin de que suspendiendo las hostilidades, que preparaba a nuestro Ejército, se decidiera a formar causa común en contra de nuestros enemigos extranjeros, e inspirándose en el verdadero patriotismo evitará una lucha fratricida cuya responsabilidad asumiría él, y que condenaría el mundo entero.
Tomada esta actitud, se esperó la de las tropas convertidas ya en enemigas, No transcurrió mucho sin que se las viera tomar la posición de cerro de Acuchimay, fronteriza a la nuestram y desplegar sus guerrillas rompiendo al mismo tiempo los fuegos de artillería en dirección a nuestras columnas y los de fusilería contra cuatro ordenanzas de V.S. que fueron colocados para observar los movimientos contrarios.
Rotas de este modo las hostilidades, ordenó V.S. que una fuerza del Batallón "Zepita", desplegada en dos guerrillas paralelas, contestara a derecha a izquierda los fuegos del enemigo, y cuando éste, sin cesar los de su artillería, hizo descender algunas compañías amenazando nuestros flancos y frente, mandé salir una fuerza del Batallón "Junín" a órdenes de su primer Jefe el Coronel Dn. Juan C. Vizcarra, para cubrir nuestra línea de combate oponiéndola a la del enemigo. Arreciada la lucha con los refuerzos que éste destacaba desde la altura de sus posiciones sobre la llanura, teatro de la refriega, dispuse de orden de V.S. que el Batallón "Tarapacá" con su Jefe el Teniente Coronel Dn. Mariano Espinoza, acudiera a cubrir nuestra izquierda, que en ese momento se encontraba seriamente amenazada, al mismo tiempo que el "Huancayo" con el Coronel Dn. Martin Valdivia, Comandante General de la 2da División, marchara sobre la derecha con orden impartida por V.S. de tomar la posición ocupada por el enemigo.
El escuadrón "Cazadores del Perú", cubría la retaguardia del "Tarapacá".
Empeñado así el combate en toda la línea dsde el flanco izquierdo, cerado por la quebrada que divide el barrio de Carmen Alto, hasta las faldas del Acuchimay, el éxito de esta fratricida lucha en pro de la causa nacional, dependia ya tan sólo del valor de nuestros soldados. Era de esperar que los que supieron escarmentar a los chilenos en el memorable combate y retirada de Pucará, y que tienen la concincia de la misión patriótica que vienen llenando con la más loable abnegación, no desplegarían menos denuedo y serenidad al frente de una fuerza, aunque hermana extraviada del deber, y a la que los bastardos propósitos de sus Jefes habían conducido al sendero de la ignonimia con daño de la Patria. En efecto, la intrepidez con que el ala derecha ascendió sobre la posición enemiga tomándola a la bayoneta, y el denuedo con que el bravo Batallón "Tarapacá" arrolló el flanco izquierdo y centro del enemigo, despojándolo de las posiciones y parapetos que les ofrecían los accidentes de la campiña y entrada de la ciudad, permitiéndoles irse cubriendo sucesivamente a medida que se les iba rechazando, decidió de la acción después de cuatro horas de reñida, dando por resultado la toma de la ciudad a las 5 horas pm, y la captura sobre el Acuchimay de los principales Jefes de la facción rebelde, autores de la más vergonzosa escena que podría ofrecer nuestra Patria en medio de sus desastres, sin que en su ofuscación los detuviera la presencia del enemigo exterior, enseñoreado del suelo patrio, y la imperiosa necesidad de la unión de las fuerzas nacionales para hacerle frente con la dignidad y sus derechos.
Debo de hacer mención del valeroso comportamiento de los Jefes y Oficiales de la artillería que acudiendo sucesivamente a los lugares convenientes y protegiendo después sobre los nutridos y cercanos fuegos del enemigo, el ataque que yo en persona dirigía sobre su centro, influyó eficazmente en el triunfo de las armas leales, consagradas con abstracción de todo interés personal y menguado a la defensa de la Patria. A no haber lugar el combate el día de ayer entre peruanos, podría merecer muy legítimamente el calificativo de glorioso, desde que para el triunfo de nuestras armas, nos ha bastado emplear tan sólo la cuarta parte a lo sumo del número a que ascendían las fuerzas defeccionadas contra la causa nacional.
Los partes de los comandantes Generales elevados a mi despacho por el Jefe del E.M. y que los reproduzco por estar conformes con los hechos a que se refieren, informará a VS. acerca de los detalles de esta deplorable escena y de las pérdidas que hemos experimentado.
Cúmpleme terminar este parte haciendo, en obsequio a la justicia, una mención honrosa del comportamiento de los Jefes y oficiales que combaieron a mi lado y ocuparon la plaza de la ciudad desalojando a los enemigos de sus atrincheramientos. Fueron estos: Los Coroneles Dn Justiniano Arciniega, Dn José María Frías, y los Tenientes Coroneles Dn N. Valdivia, tercer jefe del batallón "Zepita", Dn José María Ballenas, Jefe de la Sección de Infantería del E.M. y Dn Mariano Mesa, agregando al mismo cuerpo, parte de los oficiales del "Tarapacá", y otro cuerpos, incluso mis ayudantes.
Como VS. habría podido apreciar personalmente al recorrer la línea por repetidas veces y acudir a cada uno de los puntos de combate, nada ha dejado de desear la conducta de los demás Jefes y oficiales del Ejército que han tomado parte en el combate, siendo también digno de aplauso el comportamiento del pueblo, que prestó un apoyo eficaz a nuestras tropas, ya en fuerza de la indignación que produjera la ofensa hecha al patriotismo por la escena de abominación que presenciaron, como por el desagravio de todos los desafueros y expoliaciones de que fuera objeto por parte de los disidentes, durante los últimos meses, siendo debida a esta circunstancia la captura de los que prefirieron ser tomados prisioneros en la cima del Acuchimay, antes de ser víctimas del pueblo si se hubiesen aventurado a separarse de aquel lugar.
Así ha terminado la luctupsa y lamentable jornada del día de ayer, dando por resultado la completa derrota de los disidentes y dejando en nuestro poder toda su artilleria, una gran parte de su armamento de mano y del parque de repuesto, trecientos prisioneros de tropa y los Jefes y oficiales que constan de la razón adjunta; perdiéndose desde luego para la Nación, mas de ochocientos soldados disciplinados y los caudales empleados en su formación con sacrificio de las poblaciones, alguna cantidad de rifles y municiones, y mas que todo, ofreciendo al mundo entero el mayor de los escándalos posibles y al enemigo, un triunfo moral y material sin exposición ni pérdida alguna de su parte.
Me asiste, sin embargo, la casi seguridad de recuperar el armamento perdido, mediante el patriotismo y honradez del pueblo ayacuchano, en cuyo poder existe una gran parte de los rifles y municiones extraviados que no puede dejar de restituir desde que sabe que tienen que emplearse en defensa de la Nación
Dios guarde a Ud.
Francisco de P. Secada
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Saludos
Jonatan Saona
Un triste ejemplo de la famosa desunión que reinaba en el Perú. 800 del personal de tropa perdidos. Eso fué criminal.
ResponderBorrarClaro, pero la verdad se debe considerar el ansia de poder de Pierola que luego renuncio y de Caceres que no le importo el sacrificio humano y material de los pueblos de la sierra que debieron entregar sus posesiones e jncluso su alimento para apoyar al ejercito en una lucha que no tenia posibilidades de ganar, se debe recordar que aquellos caserios o pueblos que entregaban alimento u otras especies a los chilenos, despues eran arrasados por las montoneras en nombre del Peru.
ResponderBorrarCaceres en principio, acepto el cargo entregado por pierola y el plan elaborado por este, luego lo desconocio y lucho contra los chilenos con el fin de lograr la paz pero quedando el al mando del pais.
Esto quedo demostrado cuando una vez firmada la paz en forma irreversible,rn vez de sumarse a los esfuerzos para recuperar el pais, promovio una guerra civil contra Iglesias para alcanzar la presidencia del Peru. Este hombre queria poder y no le importaban los sacrificios a los que sometia a su pueblo.
Cáceres fue el patriota que salvó la dignidad del Perú durante 3 años ...no se de dónde se saca que quería poder...y tonterías...arriesgó su vida y salió herido de milagro no muerto en San Juan y chorrillos...que comentario más mezquino el anterior
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