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18 de agosto de 2024

Alberto Ulloa

Alberto Ulloa Cisneros
Datos Biográficos de don Alberto Ulloa
(1862-1904)

1. Don Alberto Ulloa nació en la calle de Gremios, en la misma casa que ocupó más tarde "La Opinión Nacional". Después, entre los años 1904 y 1906, especialmente, “La Opinión Nacional" fué periódico gobiernista que se opuso constantemente con "El Tiempo” y “La Prensa” que dirigía Ulloa y que atacaba al gobierno civilista de entonces Andrés Avelino Aramburu que dirigía “La Opinión Nacional” escribía una sección, muy popular, que se llamaba "Mentiras y Candideces" en la que frecuentemente tomaba como tema los escritos de Ulloa. Alguna vez, éste se refirió, al contestar, un poco despectivamente a "la vieja casa de Gremios". Aramburú replicó en "Mentiras y Candideces" que Ulloa debía tener mayor respeto por la casa en que había nacido y éste duplicó que, desde niño, habían querido asustarlo en ella con falsedades, como fantasmas y aparecidos y otras "mentiras y candideces". En la misma calle de Gremios, o muy cerca de ella, vivieron también cuando niños dos de los contemporáneos de Ulloa que conservaron con él una intimidad afectuosa a través de toda la vida y no obstante la diversidad de sus campos de acción: los Corredores de Bolsa don Enrique A. Martín y don J. Estuardo Marrou. En la misma casa de Gremios vivió y creció junto con Ulloa un compañero inseparable de su niñez y de su juventud, con quien se quiso entrañablemente: Enrique Zevallos y Cisneros, que era además su primo hermano y de quien el doctor José Casimiro Ulloa ejercía la tutoría. Fué su padrino de bautismo don Francisco Lazo.

2. El año de 1875 , Alberto Ulloa estaba en el “Colegio Peruano" dirigido por Melchor T. García, situado en el número 89 de la calle Botica de San Pedro. Seguía el curso de Geografía de don Enrique Benítes y figuraban entre sus compañeros: Juan Antonio Arguedas y Chocano, que después se expatrió y vivió y murió en la República Argentina; Enrique Martín, a quien nos hemos referido; Juan Ignacio Basombrío y Oscar Flores que han vivido hasta nuestros tiempos; Carlos Abril, después General de la Nación. También eran entonces alumnos del Colegio: Néstor y Manuel Arguedas, Antonio Bentín, Constantino Salazar, Arturo Alba, Octavio Bernales, Eulogio I. Romero, Daniel E. Castillo, Alfredo Canseco, Samuel del Mar, Guillermo del Valle y Osma, Leopoldo Oyague, personas que ocuparon más tarde diversas y destacadas situaciones. Eulogio I. Romero, Primer Ministro y notable abogado.

3. Se conservan programas de estudios de los años 1876, 1877 y 1878, así como copias universitarias y apuntes hasta el segundo año de estos estudios superiores. En 1874 estaba Ulloa en el Colegio Inglés (nos parece haber oído que en la calle de Belén), donde se pagaba 33 soles por pensión de alumno externo y que dirigía don Pedro F. Varin. En el Colegio de García, de que ya hemos hablado, se pagaba soles 112.00 por pensión. El primer pago comprendía un trimestre; y el segundo un cuatrimestre. En 1877 existía un centro titulado "El Club Instrucción", que otorgaba diplomas en atención a méritos personales y para que se pudiera ejercer los derechos correspondientes. Firmaba como Presidente del Club, Federico Elguera.

4. En 1878 ingresó Ulloa a la Facultad de Letras, después de un examen que comprendía la Instrucción media de primer grado y las materias del segundo correspondientes al primer año de la Sección de Letras. El certificado está suscrito por don Manuel M. Salazar, como Presidente del Jurado, don Adolfo Villa García como Secretario y don Pedro M. Rodríguez como Delegado.

5. Siendo Ulloa estudiante universitario, se produjo la guerra con Chile. Su padre, el doctor José Casimiro Ulloa era Cirujano en Jefe de los Ejércitos. A los 17 años, Ulloa quería ser útil a su patria y el 6 de marzo de 1880 se le nombraba Secretario de su padre. Como Secretario llevaba las libretas de cuentas de las obras adicionales del Hospital de Santa Sofía (hoy Escuela de Artes y Oficios). En estos apuntes es posible seguir durante algún tiempo el aprovisionamiento que se adquiría para "Santa Sofia". Pero una congestión pulmonar interrumpió su trabajo y en agosto de 1880 fué enviado a convalecer en Matucana. "En este pueblo bendito -escribía a su madre- todo respira tristeza; no se oye otra cosa que tosidos y espectoraciones y no se ve más que caras de sepulcro andando. Sólo por dar gusto a Uds. es que puedo hacer el sacrificio de aguantarme aquí y no lanzarme en los trenes que pasan". Pero allí se sigue preocupando de la forma cómo se prosiguen los aprovisionamientos y las tareas en "Santa Sofía" y del curso de la guerra: "¿Dime si es cierto que han malogrado "La Unión"?" Desde septiembre pregunta: “¿Qué hay del campamento? Avísame". Regresa días después y se incorpora a las filas. El 19 de noviembre de 1880, con la firma de don Nicolás de Piérola y de su Secretario de Guerra don Miguel Iglesias, se le expide despachos de Capitán temporal. Más adelante se le incorpora al Estado Mayor del Jefe Supremo. Como Oficial de órdenes de este Estado Mayor toma parte en la Batalla de San Juan; pero en Miraflores pelea en los reductos al lado de Augusto B. Leguía. Este lo recordaba más tarde en la visita que hizo, en febrero de 1919, a Ulloa moribundo.

6. Perdidas las batallas acompaña a Piérola al Centro. Una Resolución Suprema fechada en Chocas, el 16 de enero de 1881, al día siguiente mismo de la batalla de Miraflores, reorganiza la Secretaría General bajo la presidencia del Coronel don Juan Norberto Eléspuru. En esta reorganización el Capitán don Alberto Ulloa es nombrado Oficial 2°. Desde Jauja escribe a su padre, aun cuando no puede dar informaciones ni hacer comentarios en una carta dirigida a la capital ocupada por los chilenos, pero pone al pie: "A mi mamá que no se aflija; que más duelen las desgracias del país y su situación horrorosa que las desgracias de cada uno. Es esto lo que más debe preocuparnos. Cada uno debemos estar contento con haber salvado la vida y el honor" y estas otras líneas que revelan la miseria espantosa de los vencidos: "nada me conviene más que me manden que la ropa militar de Enrique aunque no sea sino el pantalón gris y unas botas de cuero que eran de José María Cisneros".

7. En el Cerro de Pasco se asesina a dos oficiales del ejército: Murga y Chocano. Un Consejo de Guerra, en el que Ulloa es Fiscal, condena a muerte a uno de los autores. Finalmente, agotada la resistencia, se va a trabajar en Yungay, al lado de uno de los señores provincianos de la familia Cisneros.

8. Después vinieron los años de la pobreza y del esfuerzo. Ulloa se dedicó a comerciante. Compraba vinos y aguardientes en algunos centros productores de Ica para revenderlos en Lima. Existen los borradores de la propaganda de estos artículos, escritos por la misma mano con que se escribieron las "REFLEXIONES DE UN CUALQUIERA" y los editoriales de "EL TIEMPO" y de "LA PRENSA". Pero ese negocio no producía lo bastante para atender a las propias necesidades. El tenía un concepto muy alto no sólo de su dignidad pública sino de su dignidad familiar para vivir de la modesta situación de su casa paterna. Muerta su madre, doña Catalina Cisneros, se marchó a Palpa como empleado en la Negociación Agrícola de don Benjamín Vizquerra.

9. Antes de esto, había formado parte de la juventud que combatió hasta por las armas a Iglesias, cuando la revolución de Cáceres. El 10 de diciembre de 1885 estuvo con Julián Guillermo Romero y otros en la Torre de San Francisco, batiéndose por la Revolución. Vengaba así los agravios de Iglesias a su padre y a la Facultad de Medicina de que aquél era el alma, algunos meses antes. Sin embargo de aquella actitud, no pidió ni obtuvo una fácil e inmediata recompensa presupuestal a su adhesión a la causa triunfante como es tan habitual en el Perú. Solamente, dos años y medio más tarde, don Isaac Alzamora que le conocía y aquilataba bien y que era Ministro de Relaciones Exteriores, le nombró Secretario de Segunda clase de la Legación del Perú en el Ecuador. Allí empezó la carrera pública de Ulloa. Era el Ministro en Quito, don Arturo García, con quien trabó una amistad y una compenetración intelectual, que se han perpetuado después a través de tres generaciones.

10. Continuó en Quito hasta la muerte de su padre, el 4 de agosto de 1891. Se casó en Lima, con doña Octavia Sotomayor, el 21 de enero de 1892.

11. Volvió al servicio diplomático en febrero de 1893 como Ministro en la República Argentina y Uruguay, en cuyo cargo permaneció hasta mayo de 1894 en que, poco gustoso del sesgo que tomaba la política interna del Perú, dejó la Legación. Antes de ir a ella había desempeñado la Oficialía Mayor de Relaciones Exteriores.

12. En 1896, por tesonero empeño de Ulloa, ayudado eficazmente por don Carlos Wiese y don Ricardo Aranda, se fundó el Archivo de Límites y fué nombrado su primer jefe. Fué el creador de la organización documental de nuestra defensa en las cuestiones territoriales y de límites. Del Archivo del Ministerio, del Archivo Nacional, de los Archivos Públicos fueron recogidos con tenacidad y sistema documentos esenciales para la formulación posterior de nuestros alegatos. Con Carlos A. Romero, amigo y aficionado también a los estudios históricos, publicó la célebre "Revista de Archivos y Bibliotecas" que si hubiera sido continuada constituiría hoy una riquísima colección para la historia nacional y para el conocimiento, correspondiente, de nuestros archivos.

13. No se limitó la labor de Ulloa a los límites de su función como Jefe del Archivo especial. Asesoró constantemente a los Ministros en la labor general de la Cancillería. Redactó, según consta, infinidad de documentos diplomáticos. Desempeñó, más tarde, desde 1898 hasta 1901, la Oficialía Mayor. Desde ella dirigió, durante ese tiempo al organizado y reservado sistema de sostenimiento y de auxilio a los elementos peruanos de Tacna y Arica que luchaban por sostener la nacionalidad peruana de esas regiones contra la chilenización. Sobre las cuestiones de fronteras con Bolivia, Brasil, Colombia y Ecuador existen trabajos e informes suyos que han sido verdaderos puntos de partida para los que se han realizado después. 

14. Como es frecuente, algunos de los trabajos que realizó no figuran como suyos sino aparecen suscritos por los Ministros correspondientes. En cierta oportunidad, el Ministro llamó al Oficial Mayor para encargarle que redactara un documento que tuvo la celebridad del caso. El Oficial Mayor llamó a Ulloa y le encomendó que lo hiciera, atendiendo a su extraordinaria preparación. Ulloa lo hizo y lo entregó al Oficial Mayor. Este, lo pasó como suyo al Ministro. Finalmente el Ministro, algunos días más tarde, llamó también a Ulloa para consultarle el documento que él decía haber preparado. Ulloa contaba esta anécdota recordando que, como suele ocurrir siempre a los autores, encontró algunas observaciones y correcciones que sugerir al Ministro y éste terminó pidiéndole que no dijera nada de las recíprocas confidencias.

15. La famosa circular del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú sobre la cuestión de Tacna y Arica fué escrita por Ulloa, durante su viaje a Colombia. Tenemos entendido que la terminó en Barranquilla y la envió desde allí a Lima. Ese documento marcó época en las relaciones Perú-chilenas con motivo de aquel conflicto.

16. Contra lo que sucedería en otras partes, un elemento de tanta capacidad y volumen no podía seguir indefinidamente interviniendo en las Relaciones Exteriores del Perú. A pesar de que existía una noble compenetración sobre las direcciones generales de aquellas entre numerosos miembros del servicio diplomático, Ulloa fué enviado a Colombia como Ministro. Le acompañó como Secretario don Francscio Tudela y Varela.

17. La Misión en Colombia tuvo dos aspectos esenciales. Uno el descubrimiento de los famosos protocolos secretos Herbozo-Abadía Méndez, de 1901, por los que Chile ofrecía su ayuda al vacilante gobierno de Colombia a cambio de que ésta no se juntara a la política peruana en México, donde debía realizarse la II Conferencia Panamericana. Otro, la obra de pacificación, en relación con la espantosa guerra civil que desangraba a Colombia. Se trataba de la revolución promovida por los liberales contra el Vice-presidente Marroquín, que había reemplazado en el gobierno al fallecido Presidente San Clemente. El conservadorismo había venido imperando largamente en Colombia. La fuerza creciente de los liberales se traducía en una cruenta rebelión armada que no sólo obstaculizaba el ejercicio del gobierno por Marroquín, sino que paralizaba gran parte de la actividad y del progreso del país.

18. Los Protocolos Herbozo-Abadía Méndez, fueron suscritos en Bogotá el 29 de septiembre de 1901, pero habían sido preparados, en realidad por el Ministro de Relaciones Exteriores de Colombia don Antonio José Uribe, antecesor de Abadía Méndez en el Ministerio. Mediante ellos no sólo se proclamaba la estrecha amistad entre Colombia y Chile, sino que éste mediaría para conservarla entre Colombia y el Ecuador que permanecerían neutrales en sus conflictos con terceros Estados o en sus discusiones civiles. Entre los tres Estados se celebraría un Tratado especial y el Ecuador renunciaría en él a cualquier otro compromiso con tercero (¿Venezuela?) que tuviera carácter de una alianza contra Colombia. El Gobierno de Colombia se comprometía a instruir a sus representantes en el Congreso de México para que procedieran de acuerdo con el principio del arbitraje aplicable solamente a casos determinados y bajo circunstancias que no fueran retrospectivas. De esta manera la cuestión de Tacna y Arica escaparía a la resolución de México. El Gobierno de Chile cedería al de Colombia un crucero protegido de segunda clase para ser pagado más tarde.

Un documento especial, de 18 de enero de 1902, establecía prácticamente una alianza entre Chile, Colombia y el Ecuador para la que se contaba, seguramente, con la adhesión de este último. Por otro instrumento Colombia se comprometía a otorgar paso libre en cualquier tiempo a través del Istmo de Panamá, que todavía le pertenecía, a los armamentos o material de guerra para el Gobierno de Chile. En compensación Chile ayudaría a Colombia en las dificultades que derivaran para ella del uso por Chile de esas facilidades . La publicación de estos pactos fué hecha por "The Sun" de Londres, en octubre de 1902. Ellos fueron, sin duda, uno de los grandes golpes de la diplomacia chilena contra el Perú, suscitando una verdadera coalición que podía desencadenarse contra nuestro país en el caso de un conflicto en el Sur o en el Norte . Desde el punto de vista colombiano, su explicación era más simple: el Gobierno de Marroquín esperaba sostenerse en el mando y dominar cualquier movimiento revolucionario en Panamá, mediante la ayuda chilena. Con la misma ayuda, deshacía el estrechamiento
ecuatoriano-venezolano que preocupaba a Colombia cuyas relaciones no eran cordiales con sus dos vecinos. Ulloa descubrió la existencia de los Protocolos secretos, consiguió su texto de un funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia y pagó estos servicios con su propio dinero. El Gobierno de Lima, empeñado, al principio, en no dar mayor importancia a los acuerdos, negó su concurso para esas gestiones, pero volvió después airado contra el Ministro peruano que las había descubierto. Ulloa renunció y se dirigió a Europa, donde dió a la publicidad los Protocolos , cuyo texto no había sido hasta entonces conocido. Esta publicidad frustró su aprobación y fueron abandonados. Enrique Olaya Herrera, posterior líder liberal, Ministro de Relaciones Exteriores y Presidente de Colombia, escribió en “El Comercio” de Bogotá, que los pactos no dejaron a Colombia provecho ni honra; que no presidió el decoro las negociaciones y que habían constituído la venta del honor colombiano.

20. La Legación del Perú en Colombia, sin intervenir en las cuestiones de política interna colombiana, resultó naturalmente conducida a una mayor vinculación con los liberales que encontraron en ella, muchas veces, un asilo generoso que oponer a las persecuciones políticas. Esa era la previsión para el futuro de las relaciones Perú- colombianas. A un plazo más o menos corto, los liberales iban a triunfar y haber ganado su simpatía para el Perú, constituía un factor importante en las relaciones de los dos países. No se comprendió así en Lima donde llegó a considerarse que la diplomacia peruana en Colombia podía consistir en una obra de halago al vacilante gobierno de Marroquín que ya tenía vendida su alma a Chile.
Antes de partir Ulloa de Colombia, y a pesar de que eran poco propicias las circunstancias de la guerra civil, se organizó en Bogotá una manifestación de despedida, especialmente de juventud. Al ofrecerla, decía Emilio Ruiz Barreto: "Como representante digno de un pueblo humano, que realmente nos siente
hermanos, vuestros esfuerzos han sido y son en estos momentos, incansables, en favor de la concordia entre los colombianos cimentada en el granito inconmovible de la justicia política”.
Contestando Ulloa, dijo: “Nada habría podido halagarme en estos postreros instantes de mi permanencia entre vosotros, como el contribuir, por medios eficaces y perfectamente imparciales, a la cesación de vuestra cruenta guerra civil. Pero mientras mi planta pise el suelo colombiano, me esforzaré por induciros a los unos y a los otros, a hacer cesar una contienda que os hace vestir un ropaje contrario a las tendencias y a los impulsos generosos de vuestra raza".

21. Durante su permanencia en Colombia había dominado a Ulloa la preocupación de "recoger las ideas y las impresiones de la opinión nacional colombiana, sobre nuestras cuestiones pendientes con Chile, en las cuales se había pronunciado, en cierto modo, el gobierno del señor Marroquín, celebrando con el Plenipotenciario chileno en Bogotá los convenios secretos conocidos con el nombre de Abadía-Herbozo". Precisaba de esta manera que esa recopilación de opiniones tenía el sentido de una afirmación de la opinión pública y jurídica de Colombia contra la diplomacia de su gobierno. Con tal fin hizo circular todos los documentos existentes entonces sobre la cuestión de Tacna y Arica y solicitó privadamente de esas personas un concepto escrito sobre ella. A pesar de la guerra civil y del alejamiento de Ulloa, que no dieron oportunidad para que se emitieran valiosas opiniones ya prometidas, se formó un interesante volumen que Ulloa pudo editar en Lima, en 1905, conteniendo las dadas. Entre ellas se expresaron los más notables personajes de los diferentes partidos políticos y "fué positivamente, un testimonio de gran simpatía hacia nosotros, el que aquellos hombres eminentes nos dieron sobreponiéndose a sus aflicciones internas y arrostrando los peligros de una actitud contradictoria con la del gobierno del señor Marroquín, al ofrecernos las apreciaciones contenidas en aquellos dictámenes". Figuran firmas continentalmente conocidas como las de Francisco Javier Vergara, Enrique Pérez, Diego Uribe, José María Cortez, Max Grillo, Francisco de P. Borda, Hernando Holguín y Caro, Vicente Olarte Camacho, Rafael M. Carrasquilla, Francisco Groot, Lisimaco Palau, Guillermo Uribe, Diego Mendoza, Marco Fidel Suárez, Silvestre Samper, Miguel Antonio Caro, Antonio Gómez Restre, Rafael Pombo, Nicolás Esguerra y Rafael Rocha Gutiérrez. No tiene ningún precedente ni ninguna imitación posterior, que un diplomático peruano haya obtenido, en el país de su misión, un conjunto de opiniones, en que participaran hombres ilustres y representativos de las actividades políticas, científicas, profesionales y sociales, sobre un problema del Perú, en favor de nuestro país y que pudiera ser utilizado en las defensas diplomáticas y jurídicas de éste.

22. La huella de la misión de Ulloa en Bogotá, ha sido tan honda, que hoy mismo, cuarenta años más tarde, no sólo la recuerdan los hombres que fueron de su generación sino los pertenecientes a la generación inmediatamente posterior, que entraron a la vida social en los salones de aquella Legación del Perú o que han recogido, como una tradición, ese recuerdo.

23. De regreso a Lima, a fines de 1903, Ulloa asumió directamente la dirección del diario "El Tiempo", de que era propietario, desde 1898 y en cuya empresa se asoció, con Fernando Gazzani, Carlos Forrero y Enrique Castro Oyanguren. “El Tiempo" había sido fundado el 16 de mayo de 1895 por don Manuel Antonio Hoyos, ciudadano colombiano refugiado en el Perú y que asoció a su empresa, en calidad de director y redactor político de la publicación, al doctor don Heráclides Pérez. En la última etapa de "El Tiempo" fué donde Ulloa reveló, verdaderamente, sus condiciones de periodista. 
En "El Tiempo" encontraron cabida y fueron constantes colaboradores, escritores extranjeros tan notables como Pérez Triana y Gómez Carrillo; escritores nacionales como Whilar, Wiese, Pazos Varela, Gutiérrez de Quintanilla, Moncloa, Arenas, Cortez, Román, Laos, Portal y Fraguela. También hicieron allí sus primeras revelaciones como literatos, pensadores o estilistas, Enrique A. Carrillo, José Lora y Lora, José María de la Jara y Luis Fernán Cisneros. "El Tiempo" fué un tipo de periódico que no se ha visto después en el Perú. La redacción, de comentarios de diversa índole ocupaba generalmente toda la primera página, a la que sólo accedía, cuando era importante, alguna información política. Los cablegramas, los documentos, las crónicas, no marcaban el carácter principalmente intelectual y de crítica del periódico. En cambio tenían cabida en él todos los escritos no sólo políticos, sino literarios, sociales , científicos, etc., capaces de dar al público un vasto material de lectura cotidiana.


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Ulloa, Alberto. "Reflexiones de un cualquiera". Buenos Aires, 1943.

Saludos
Jonatan Saona

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